CAPITULO 4 : ANDRÉS

Me cambié en un momento, necesitaba salir a tomar el aire y liberar la tensión que me había provocado la visita de Andrés. Con unos vaqueros y una sudadera, volvía a ser yo.

Salí con Dino dispuesta a dar un gran recorrido por el parque para aclarar mis ideas y pensar cómo iba a enfrentar a Andrés de nuevo al día siguiente en la oficina, el plan de Cali de que no hablara con él era una tontería, no podría evitarlo eternamente . Cogí mi móvil para tratar de llamarla y convencerla de que volviera.

Andrés abandonó el piso de Caro y se dirigió al parque cercano, necesitaba reflexionar acerca de lo que acababa de ocurrir, casi había caído la noche, el parque estaba en penumbra y prácticamente vacío, se sentó en un banco del boulevard aspirando el aire fresco del atardecer. Le parecía muy raro que Caro hubiera accedido a cuidar del perro de su hermana, él sabía que no podía soportar a los perros, le extrañaba que la hermana no hubiera intentado encontrar otra solución, pero lo atribuyó a que al parecer no habían tenido tiempo para nada.

Se arrepintió de no haberse interesado por saber qué le había ocurrido a la tía, el problema debía ser grave para haberlas trastornado a las dos de esa manera. Sin embargo, todo el asunto le parecía  un poco inverosímil, le costaba creer que Caro le estuviera diciendo la verdad, ella había actuado de manera muy extraña casi no parecía ella misma, le había sorprendido cuando le exigió las llaves, eso no se lo esperaba. Llevaban saliendo seis meses y desde hacía tres prácticamente vivían juntos, había ocurrido casi sin proponérselo, un fin de semana él se había quedado y pronto empezó a quedarse también a menudo entre semana, así que ella le dio un juego de llaves, pues a veces tenían compromisos que les hacían llegar a horas distintas a casa y parecía la solución más sencilla. No se habían prometido amor eterno, pero estaban bien juntos, aunque sí era cierto que últimamente su relación había perdido la chispa del principio. Él estaba trabajando mucho tratando de mantener a flote la revista, la presión de sus competidores era constante y Andrés se reprochaba no prestar la suficiente atención a Caro.

Lo que había desencadenado la pelea fue que ella quería que se tomaran juntos unas vacaciones en Paris para tratar de recuperar la relación, pero él no podía permitirse en estos momentos ninguna distracción, necesitaba incrementar el volumen de ventas de la revista o serían absorbidos por un gran grupo editorial, apenas estaban teniendo beneficios, pues hacía poco más de dos años que la revista había salido al mercado y necesitaba tiempo para afianzarse.

La pelea entre ellos ya duraba más de una semana, ella había sido muy injusta al decirle que no le parecía mala idea dejarse absorber por la editorial mayoritaria, que eso le permitiría a él aflojar la presión.

 Andrés no quería pensar que ella fuera tan insensible como para no darse cuenta del dolor que le produciría perder el control sobre su revista, era su criatura, él la había creado, se había endeudado con un cuantioso préstamo y había invertido toda su herencia en su puesta en marcha. Quería marcar una diferencia, con reportajes de calidad e interés para el gran público, aún no había logrado posicionarse en el lugar que ambicionaba, pero los grandes tiburones ya lo rondaban tratando de absorberlo pues él estaba acaparando una cuota de mercado significativa y no querían permitírselo. Era una guerra sin cuartel que él libraba día a día consumiendo todas sus energías, le parecía que Caro se estaba comportando como una niña mimada demandando su atención.

El día de la gran pelea estaban en casa de él, ella se fue dando un portazo, el orgullo los pudo a ambos y no se llamaron ni se pusieron ningún mensaje, no se vieron tampoco en los días siguientes porque ella estuvo una semana alojándose en los hoteles más lujosos de la ciudad para obtener de primera mano material para un reportaje.

Él, tras un par de días había pensado que ese tiempo sin verse calmaría los ánimos, había esperado encontrarla más receptiva esta mañana en la oficina y quería tratar de arreglar las cosas, pero nada había sucedido como él esperaba. En cuanto terminó su reunión con Andrea y salió del despacho para hablar con Caro, comprobó que había desaparecido de la oficina y ya no pudo comunicarse con ella en todo el día, al ir a verla a su piso, lo ocurrido allí lo había descolocado, el perro, ella tan esquiva, y que le hubiera pedido sus llaves… todo había sido demasiado extraño.

Decidió que un paseo le vendría bien, cuando se levantó del banco, vio entrar por la puerta del parque al perro de la hermana de Caro, iba suelto y a pocos pasos de distancia entró Caro. Solo que no era Caro, o al menos no parecía ella. Iba con una ropa casi desaliñada, y el pelo sujeto de cualquier manera en una coleta suelta de la que se escapaban algunos mechones, lo más extraño de todo es que ella había empezado a jugar con el perro, le tiraba una pelota y luego trataba de quitársela, pero él no la soltaba y acababan rodando por el suelo con gran complicidad. Definitivamente, no parecía Caro, ella jamás jugaría así con un perro.

Estaba bastante oscuro, pero estaba prácticamente seguro de que era el mismo perro, y ella se parecía muchísimo a Caro, ¿qué estaba ocurriendo?, continuó contemplando los juegos e incluso los siguió sin dejarse ver cuando se fueron alejando.

Por un momento pensó acercarse y pedirle explicaciones, ¿por qué Caro le había mentido diciéndole que no le gustaban los perros? Pero luego recordó la forma gélida en que ella le había requerido las llaves y pensó que sería mejor no provocar un nuevo enfrentamiento.

Andrés era una persona reflexiva, pensó que sería mejor esperar y tratar de reanudar su relación con Caro en la oficina, ella tendría que entregarle el reportaje de los hoteles, sería una buena ocasión para hablar con ella, observarla y tratar de descubrir por qué había desaparecido de la oficina todo el día y el motivo de su extraño comportamiento, quería que volviera a confiar en él, y si tenía algún en problema quería ayudarla.