Ali ( 1ª parte de Gemelas)

CAPITULO 5 PLANEANDO ESTRATEGIAS

Los juegos con Dino en el parque habían logrado liberarme de la tensión que había sufrido todo el día, estuvimos casi dos horas jugando corriendo y paseando, sin duda alguna Dinito era mi mejor terapia.

Volví al apartamento renovada y llena de energía, dispuesta a poner en papel, las experiencias que había acumulado durante el día, por supuesto el artículo no sería tan completo como el que hubiera escrito Cali, obviamente, ella había estado toda una semana alojándose en los distintos hoteles, sin duda había obtenido suficientes datos para hacer un reportaje exhaustivo, pero como no había logrado encontrar sus notas,  había pasado el día entero recorriéndo todos los hoteles, centrándome en una sola cosa en cada uno, en aquello que lo diferenciaba y lo hacía especial. Redacté mi artículo destacando aspectos positivos y aportando mi visión personal, esperaba que fuera suficiente para salvar la situación. Una vez redactado se lo envié por correo electrónico a Andrés sin darme tiempo a arrepentirme.

Me acosté tremendamente agotada había sido un día muy intenso, pensar en el resto de la semana que me esperaba, me producía una gran ansiedad, Dinito estaba echado a mi lado y su peso y calor me reconfortaban, acaricié su cabecita, ¡qué sencilla y tranquila había sido la vida para nosotros hasta ahora!

Sentía que mi estómago se encogía al pensar en el carrusel en el que estaba metida. ¿Cómo iba a actuar al día siguiente? ¿Conseguiría que nadie se diera cuenta de que yo no era Cali?, pensaba llamarla en cuanto me despertara y no me importaba la hora que fuese allá donde estuviese, es más ojalá perturbara su sueño en medio de la noche, como ella estaba perturbando ahora el mío, no podía creer el lío en que me había metido sin importarle ni darme explicaciones.

A la mañana siguiente no conseguí tampoco hablar con ella.

Durante la noche me había enviado un mensaje diciéndome que salían a navegar y que probablemente no tendrían cobertura, que sabía que estaría durmiendo y no había querido despertarme, ¡qué considerada!, pensé enfurruñada, hubiera preferido hablar con ella, había un montón de cosas que necesitaba saber, pero ella solo me había dicho que el motivo del enfado con Andrés había sido porque él no quiso irse de vacaciones con ella y que siguiera sin hablarle y todo iría bien. Me maravillaba la capacidad de simplificarlo todo que tenía mi hermana.

A mis numerosos mensajes suplicándole que volviera inmediatamente no me había contestado nada, ¡claro!, yo también me haría la loca si estuviera navegando entre islas paradisíacas con un millonario en un lujoso yate. Estaba empezando a dudar que volviera al cabo de una semana, también estaba segura de que mis nervios no aguantarían la presión de vivir su vida mucho tiempo más.

Empecé el día dando un paseo mañanero con Dinito, había quedado con mi amiga Sandra para pasear juntas a nuestros perros, le conté todo lo que me estaba pasando, necesitaba desahogarme. Estuvo de acuerdo conmigo en que no iba a poder mantener la situación mucho tiempo más sin que alguien lo descubriera, a mi quien más me preocupaba era Andrés, no solo porque técnicamente aún era el novio de mi hermana, sino porque también era su jefe, es que todo podía convertirse en un desastre monumental.

Le di a Sandra un juego de llaves del apartamento de mi hermana para que pudiera sacar a Dinito por mí a medio día, ya que yo no sabía lo que me esperaría en la oficina, sabía que mi hermana tenía unos horarios muy caóticos y prefería que Sandra se encargara de sacar a Dini al mismo tiempo que a Sam, su perrito. Me despedí de ella y de Dino y me encaminé a la oficina como si fuera un reo camino de la silla eléctrica.

Llegué temprano, Mario ya estaba allí, me acerqué rápidamente a su mesa

—Mario, necesito hablar contigo, preferiría que saliéramos a la cafetería de la esquina, lo que tengo que decirte es confidencial.

Mario se levantó como un resorte, me di cuenta que le encantaba el secretismo con el que me había acercado a él, seguramente estaba deseando hacerme un tercer grado para averiguar todo lo que había ocurrido, no solo el día anterior, sino también durante toda la semana.

No dijo ni palabra hasta que estuvimos sentados a la mesa con sendos cafés delante.

—Ay Carol, no me tengas más en vilo. Cuéntamelo todo, ¿vas a irte con tu millonario?, ¿es eso?, ¿Por eso ayer estuviste mising todo el día? Estaba muy enfadado contigo, tú no eres así, nosotros no tenemos secretos, creía que ibas a dejarme de lado. —me dijo con una sonrisita en la que se veía que me lo perdonaba todo.

Yo dejé caer la bomba:

—No soy Carol, soy Ali, la gemela de Carol, bueno yo no la llamo así, yo la llamo Cali, pero no soy ella, la estoy encubriendo y necesito tu ayuda o esto no saldrá bien.

—¿Cóomooo? —Mario no salía de su asombro ante mis palabras, echó hacia atrás su silla y pegó su cara a la mía para verme bien.

Me hacía gracia como me estaba mirando, como si pudiera ver alguna peca inexistente o algo que le confirmara lo que le acababa de decir, pero yo sabía que era muy difícil encontrar las diferencias. Si nos vestíamos y maquillábamos igual solamente mi madre podía reconocernos y aún a veces conseguíamos engañarla durante un rato.

Mario volvió a su silla bastante perplejo.

—¿De verdad no eres Carol?, ¿no me estás tomando el pelo?

—¡Más quisiera yo que estar en mi confortable vida y no en este sinvivir al que me ha arrastrado la loca de mi hermana! —me quejé.

—No puedo creerlo, es que sois iguales, ¿y dónde está ella?

—¿te contó que había conocido a un tío guapísimo y encima millonario en el bar de uno de esos superhoteles en los que se alojaba para hacer el reportaje de esta semana? —Mario asintió expectante— pues la invitó a irse con él de vacaciones para conocerse mejor, y ella ni corta ni perezosa, se fue sin mirar atrás. Y aquí estoy yo, sacándole las castañas del fuego como siempre.




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