Me desperté sola en la cama, con un tremendo dolor de cabeza.
Recordé que había bebido mucho. ¿Dónde estaba Dinito? Lo llamé, pero no acudió. Traté de recordar si le habría dicho a Sandra que se quedara con él después del paseo, pero me parecía que no, que se lo había llevado mientras me preparaba para la fiesta, pero que luego iba a traerlo. Quizás ella había decidido quedárselo para que no estuviera solo toda la noche.
Me levanté porque estaba muerta de sed, me di cuenta de que llevaba puesto uno de los escasos saltos de cama de Cali, eso sí que me extrañó. ¿Cómo había llegado yo a casa anoche?, ¿por qué llevaba ese corto conjuntito y no una de las camisetas viejas y extragrandes con las que yo solía dormir?
Salí a la terraza a despejarme mientras bebía un vaso de agua helada. Llevaba allí un rato cuando oí como se abría la puerta de la calle y Dinito entraba como una exhalación buscándome. Posé el vaso a buen recaudo antes de que me lo derramara y me agaché a hacerle mimos y evitar que se me abalanzara encima, pensé que venía con Sandra, pero quien entró detrás de él fue Andrés.
Me levanté de golpe tratando de cubrirme los senos.
—Cariño, esa falsa modestia está de más ¿no crees? Te he visto desnuda un montón de veces, además, ¿quién crees que te quitó la ropa anoche? No llegaste en muy buenas condiciones.
A mi cabeza acudieron imágenes mezcladas como en un caleidoscopio, recuerdo que estaba bailando, pasándomelo muy bien, con Andrés y Mario y otro chico con el que Mario había ligado. Me vi bebiendo, incluso subiéndome a un Karaoke con Mario, quería morirme de vergüenza, si por algo me caracterizo es por rebuznar más que cantar, seguro que fuimos un dolor de oídos para todos los que estaban en la sala. Pero aún fue más terrible el siguiente escenario que apareció en mi mente, yo vomitando en un baño inmundo y Andrés sujetándome el pelo por detrás. Había tocado fondo.
Le miré con pesar.
—Lo siento mucho, algo de lo que comí tuvo que sentarme mal —dije tratando de justificarme, ya que recordé en el último momento, que mi hermana era capaz de beber toda la noche sin que aparentemente le afectara.
Andrés se rio, sin darle importancia.
—Anda, no te preocupes, así al menos ya sabes lo que nos pasa a los demás mortales cuando nos pasamos de copas, menos mal que yo tuve cuidado y no bebí demasiado o no hubiera podido traerte a casa.
—Pero nosotros no….
—¿No qué?, ¿no nos acostamos quieres decir?, cariño me ofendes, yo nunca me aprovecharía de ti en esas circunstancias, creía que lo sabías —Andrés se estaba divirtiendo de lo lindo a mi costa, bueno a costa de Cali, creyendo que por primera vez le había afectado el alcohol.
—Bien, me alegro, porque no creas que todo ha quedado perdonado entre nosotros. Anoche me tendiste una encerrona y manipulaste un poco la situación, sabías que no podía rechazarte si me besabas en el estrado frente a todos.
—Pues imagina qué hubiera pasado si hubiera sacado un anillo, ¿me habrías dicho que sí? —me preguntó Andrés de muy buen humor.
Mi cara de horror solo de pensarlo no la pude disimular. Sospeché que Andrés había barajado esa opción, pero seguramente le había parecido muy arriesgada, por eso se las había ingeniado para conseguir la reconciliación con un beso.
—Te hubiera matado si lo hubieras hecho allí delante de todos, me habría muerto de vergüenza. —contesté— Si alguna vez me lo pides, quiero que sea de la manera más romántica que se te ocurra, pero que estemos a solas, porque será un momento muy especial para nosotros, no quiero compartirlo con nadie. Pero te lo advierto, aún falta mucho para que yo te acepte, si quieres que volvamos a estar juntos vas a tener que ganártelo.
—Pues voy a empezar ahora mismo —contestó muy complacido enseñándome una bolsa de la que emanaba un olor riquísimo como a pasteles—, tus favoritos, bollos suizos y croissants, imagino que me he ganado un beso ¿no?
Yo me aparté rápidamente, aún no me había lavado los dientes. Y claro, no olvidemos que es el novio de mi hermana, me repetí. ¡No debo besarlo! Pensé justo a tiempo.
—Voy a ducharme, ese ha sido un buen punto, pero aún te faltan muchos más. No hay beso.
Dinito se quedó con Andrés oliendo muy interesado la bolsa de pasteles, ¡el muy traidor!
Al pasar cogí el móvil, y ya en el baño le envié a mi hermana un mensaje de texto con toda urgencia:
“las cosas se están descontrolando, ¡Vuelve ya! No puedo mantener alejado a Andrés. ¡Tengo que contarle toda la verdad!”
Me di cuenta mientras me duchaba que no encontraba una excusa plausible para echar a Andrés del piso. Él estaba intentando recuperar la relación con mi hermana, y parecía muy satisfecho con los avances que estaba logrando. Se notaba que había perdido la tensión que soportaba cuando lo conocí. Ahora se le veía juguetón, relajado. Con el premio que les habían otorgado la noche anterior había conseguido, mantener la independencia de la revista, al menos temporalmente, por lo que Andrés ya no se sentía tan acosado y presionado.
En estas circunstancias, yo no podía seguir manteniendo la farsa. Además, no me parecía bien. No quería seguir engañándolo. No se lo merecía. Le había tomado mucho aprecio, lo admiraba por todo lo que había conseguido, por ser un jefe justo, participativo, que tenía en cuenta las opiniones de todo el equipo, por su integridad en los temas que escogía para la revista y por su carácter afable, a pesar de la presión que había estado sufriendo.
No quería ni pensar en lo que iba a pasar cuando se lo contara todo. Sentía que su decepción iba a ser enorme. Mi hermana se había comportado de una manera muy mezquina y egoísta, casi cruel, despreciando los sentimientos que Andrés tenía por ella y yo había sido su cómplice, era tan culpable como ella. No había perdón para nosotras.