Alara entró a la pequeña casa con curiosidad, allí estaba lo que buscaba, una silla fuera de lugar. Cuando la acomodó, una pared se abrió para dejar a la vista un ascensor. Luego de un par de minutos, la puerta se abrió para dejarla en un concurrido salón. Había monitores por todos lados y los agentes del SIS se movían por el lugar sin prestarle mucha atención. Llegó a una pequeña sala de reuniones para saludar a Mirabella. Esta oscureció las ventanas para ganar privacidad. Seguido, sin decir nada, prendió un emisor para mostrar un peculiar video. Allí había un arenoso cañón en Tatooine, ya que dos soles iluminaban la escena, donde alguien iba caminando. De repente, cada una de las rocas, cada cueva y cada sombra se convirtió en un tusken. La gente de las arenas empezó a disparar hacia el hombre vestido de negro. La toma se acercó para mostrar que no era otro que el famoso Ihsahan. Alara vio con curiosidad como los disparos no tenían efecto en él. La toma era lejana y no sabía como estaba deteniendo los disparos. Mirabella tocó un botón para detener la imagen sobre la máscara del sith.
“¿Qué piensas?” Preguntó con curiosidad la espía.
“No lo sé…” Dijo pensante Alara. “¿Qué me estás mostrando?” Preguntó con curiosidad.
“Tendimos una trampa para ese sith, atrapamos un general y lo ocultamos en las arenas. Los tusken solo… estaban allí.” Respondió ofuscada Mirabella. “Anchorhead era un caos hasta hace poco, hubo una guerra entre los poderes que manejan la ciudad.”
“Sigo sin entender…” Dijo pensante Alara.
“Este sith llegó a la ciudad y… acabó con todos los problemas. Asesinó a todas las bandas de la ciudad frente a todos, destruyó los droides del Sindicato, destruyó los soldados de los hutt y acabó con la milicia de los bandidos de las arenas, todo en un preciso movimiento. Es el héroe de Anchorhead.”
Alara la miraba con curiosidad.
“Mis superiores quieren saber que tan peligroso es y no sé por dónde empezar.” Agregó preocupada.
“Si tengo que adivinar con este video, me parece que este sith puede absorber energía.” Dijo al aire Alara. “Si estuviera… repeliendo o esquivando habría marcas en el suelo, en cambio, parece que está recibiendo los disparos con su cuerpo, pero no tienen efecto en él.”
“¿No es extraño?” Preguntó sorprendida Mirabella.
“Nada es imposible con la Fuerza. Nosotros tenemos técnicas de ese tipo, nosotros las englobamos como Tutaminis, yo puedo absorber la Fuerza de los relámpagos sith, por ejemplo.” Dijo pensante Alara. “De todas maneras, con el hecho de que derrotó a la Maestra Kysho debería ser suficiente para anotarlo como un adversario poderoso.”
“Mi información dice que Kysho era una bibliotecaria.” Dijo con simpleza Mirabella.
“Archivista, son cosas muy diferentes.” Dijo con seriedad Alara. “Kysho era una gran usaría de la Fuerza.”
“Este sith va a cambiar la galaxia, Alara… No sabemos qué hacer con él.” Dijo con seriedad Mirabella.
“¿Es cierto que es un héroe?” Preguntó la jedi.
“Lo están llamando el Guardián del Imperio.” Dijo al aire Mirabella. “Hace poco se cruzó con uno de los suyos en un planeta nuevo, Aridus.”
“Escuché a Nundo…” Dijo pensante Alara. “A ustedes no les agradó que decidiera retirarse.”
“Fue la decisión correcta, los hubiera matado a todos.” Dijo con seriedad Mirabella. “Pero los militares no saben lidiar con ese tipo de decisiones.”
Alara vio el siguiente video con mucha curiosidad. Ihsahan estaba siendo seguido por un dron dentro de lo que parecía ser una base militar. El sith no tuvo piedad contra sus defensores, pero solo masacró a los que quisieron pelear con él. Sus pasos eran firmes y su movimiento era fluido. Nunca encendió su sable y solo usó sus manos para derrotar a todos en la base. El escuadrón que lo enfrentó poco pudo hacer con él, ya que sus relámpagos los acabaron en un instante. La imagen cambió por completo para mostrar el centro de Anchorhead. Una batalla campal estaba sucediendo en ese momento. La gente corría para todos lados siendo atacada por los disparos que volaban por el aire. Ihsahan protegió a los que huían mientras decimaba a sus enemigos. Alara se sorprendió al ver como compactó uno de los modernos droides del Sindicato solo con apretarlo con la Fuerza. Su telequinesis era formidable, pero así también sus reflejos. Ni un solo disparo tocó su túnica y al cabo de unos minutos, todo había terminado. El sith ahorcó al que parecía ser el líder de una de las facciones para luego dejar a un aqualish en manos de la multitud. El sith nunca se había detenido y siguió por la ciudad directo hacia al Mar de las Dunas.
“Su reputación se queda corta, Mirabella…” Dijo con cuidado Alara.
“Nuestra proyección es que pronto será parte del Consejo Oscuro…” Dijo ofuscada la espía. “Queremos detenerlo antes de que eso suceda.”
“Nosotros no hacemos esas cosas, Mirabella. Lo detendremos si nos cruzamos en su camino, pero no vamos a asesinar a un sith que está… protegiendo al Imperio.” Dijo pensante Alara.
“Es un monstruo… y por más que parezca que…”
“Si queremos ser los buenos, tendremos que defendernos cuando sea necesario.” Interrumpió la maestra. “¿Quieres que hagamos un escuadrón para matarlo?” Preguntó sin cuidado. “¿Que enviemos a tres o cuatro maestros a pelear con él y vuelvan siendo los héroes de la República?”
“Yo… no lo sé…” Dijo ofuscada la espía. “Siento que este sith es más peligroso que el resto, que va a potenciar al Imperio a tal punto que vamos a tener deserciones y sus números van a inflarse…”
“¿Quiénes somos nosotros para impedir que… mejoren?” Preguntó en voz alta Alara.
“Ningún sith es una buena persona, maestra.” Dijo con seriedad Mirabella. “Simplemente están amasando poder para destruirnos…”
“No lo sé, Mirabella… ¿Qué pasaría si en realidad quisieran hacer las cosas de otra manera?” Dijo pensante Alara. “Ese sith… Ha estado es mis visiones últimamente, pero no puedo decidir si lo que se avecina es por su culpa o si es el único que está haciendo algo al respecto.”
“Solo quería conversarlo contigo, maestra. Usualmente me das una perspectiva que no suelo conseguir en mis círculos. Las visiones… mi jefe dice que siempre tienen alguna verdad en ella, pero que nunca deberíamos depender de ellas.”
“Las visiones no son… exactas ni precisas en la mayoría de los casos.” Dijo pensante Alara. “Por eso no las compartimos con ustedes, pero Ihsahan ha estado en nuestras visiones por un tiempo, anunciando un cambio en la mayoría de los casos y en otros viene anunciando una silenciosa destrucción.”
“Entiendo, bah… en realidad no lo hago, pero…” Dijo al aire Mirabella. “Probablemente el ejército hable con ustedes, no sé si les va a gustar lo que tienen para decir.”
“Estoy enterada, no vamos a unirnos a la guerra a menos que ellos hagan lo mismo.” Dijo pensante Alara. “Nos costó mucho recobrar la confianza con la gente de la galaxia después de las Guerras Mandalorianas y no queremos ser igual de temidos que los siths. Especialmente ahora que parecen querer ser héroes de la galaxia.”
“Entiendo, no sé si ellos van a hacerlo. Investigué a tus… aliados. Tienen el visto bueno del SIS. Parece que son todo lo que dicen ser.” Dijo con seriedad la espía. “Tienen muy buena reputación el Outer Rim y han trabajado en el centro de la galaxia también. Por alguna razón tienen fama de rescatistas también.”
“Erdos me comentó que han ayudado en algunos desastres naturales, supongo que podría ser eso.” Dijo pensante Alara. “Nosotros no tenemos problemas con trabajar con ellos.”
“Lo tendré en cuenta.” Dijo pensante Mirabella. “¿Cómo estás?” Preguntó con cuidado. “Me imagino que debe ser difícil vivir por estos tiempos…”
“Es… difícil.” Dijo apenada Alara. “Pero es nuestro deber hacer que su sacrificio no sea en vano…”
“Si necesitas algo, solo tienes que pedirlo…” Dijo pensante la espía.
“Suena extraño eso de ti, me imaginaba que tenían las mismas reglas que nosotros sobre los lazos y amistades.” Dijo pensante Alara.
“Es cierto, pero… Supongo que quiero encargarme que la maestra de Shin esté bien.” Dijo apenada Mirabella. “Me ha hecho demasiados favores que no he podido devolver…”
Alara sintió celos otra vez, cosa que siempre la sorprendía.
“No eres la única…” Dijo apenada Alara. “Me siento igual la mitad del día…”
Mirabella la miraba con curiosidad.
“Bueno, ¿Qué te parece comer algo caliente? Conozco un buen lugar para que pruebes en tu primera visita a Anaxes.” Dijo divertida Mirabella mientras caminaban hacia la puerta.
Alara estaba pensando en Shin, pero ahora quería recorrer Anaxes, ya que no iba a tener muchas oportunidades como esta.