Alara estaba esperando a su alumno, este estaba siendo interrogado por los maestros del templo por enésima vez. Nadie sabía cómo funcionaban sus habilidades y tampoco creían demasiado en lo que había pasado. Kysho se detuvo a su lado para hacerle compañía. La maestra estaba molesta con el trato que le estaban a dando a Shin, ya que dudaban de todo lo que hacía. Sus alumnos meditaban del otro lado del hangar, donde podía ver la nave de la caballera siendo mantenida por su droide.
“Tu amigo está por aquí, Alara…” Dijo divertida Kysho.
“¿Qué amigo?” Preguntó sorprendida Alara.
“Tú sabes cual…” Agregó jocosa la maestra.
“Oh… Lyrian.” Dijo con seriedad Alara. “Justo ahora que Shin puede moverse.”
“Lo vi hace un rato hablando con uno de los caballeros.” Dijo pensante Kysho. “¿Van a seguir con su misión?”
“Sí, aunque me gustaría volver a casa…” Dijo pensante Alara.
“Nadie se ofendería si lo hacen…” Aclaró al aire Kysho.
“Lo sé, pero… No sé, creo que Shin necesita moverse un poco. Ha estado un poco deprimido estos últimos días y la verdad es que no sé cómo ayudarlo.” Dijo preocupada Alara.
“Hmm, tiene que hacerse a la idea de que tiene un talento único… Supongo que podría beneficiarse de estudiar un tiempo aquí.” Opinó la maestra.
“Por lo que escuché nadie puede ayudarlo… Lo que él hace no es meditación de batalla, tampoco es ese extraño estilo de combate que me nombraron.” Dijo pensante Alara.
“Tiene que haber alguien que lo pueda ayudar, Alara. La Fuerza se ocupará de ello, ya lo verás. Tu trabajo es ayudarlo con lo que sí puedes. Ese muchacho necesita mejorar sus técnicas vitales y creo que podría beneficiarse de aprender tus habilidades de… sombra.” Pensó en voz alta Kysho.
“¿Por qué nadie me llama sombra en la Orden?” Preguntó al aire Alara.
“Es una vieja historia, estas habilidades siempre han tenido una carga negativa en la Orden, más que nada porque el subterfugio y el engaño están emparentados con el lado oscuro. Yo no creo que sea el caso, pero así son las discusiones filosóficas. Siempre han existido las sombras y siempre van a existir. Es una parte de la Fuerza.” Respondió con prestancia la maestra. “Tú eres un caso especial también, ya que usualmente uno descubre su camino al recorrerlo. Tu naciste en él, tu naciste en las sombras… O más bien, la Fuerza te empujó a ese camino cuando más lo necesitabas.”
“Ya sabe casi todos mis trucos.” Dijo sonriente Alara. “Pero no son de su estilo, como suele decir.”
“Ayer me contó como rescataron a tu amigo de unos rufianes…” Dijo pensante Kysho. “Estoy orgullosa de que nada se le haya subido a la cabeza. Shin es un gran ejemplo de que no perdemos nada al entrenar adultos.”
“No había pensado en eso…” Dijo pensante Alara, que solo notó a Shin cuando se detuvo a su lado. “Padawan…”
Shin parecía cansado.
“Aquí estoy, me disculpo por la espera.” Dijo apenado.
“No te disculpes. Ya podemos marcharnos.” Dijo apurada Alara.
“Me crucé con Lyrian, te estaba buscando.” Dijo pensante el joven.
Alara gruñó en voz baja.
“Shin, cuando vuelvas al templo entrenarás con más exigencia que antes…” Dijo pensante Kysho.
“Entendido, maestra.” Dijo pensante el joven. “¿Ya se van?”
“Sí, estamos esperando a nuestros compañeros de viaje, seremos los encargados de darle la bienvenida a los nuevos aprendices.” Respondió con prestancia Kysho.
“Shin, ¿Cómo estás?” Preguntó con curiosidad Vatse.
“Ya te dije que bien.” Respondió divertido Shin. “Ya no me duele nada y esta mañana entrené con Thirin y Shura.”
Lira se acercó a mirarlo con curiosidad.
“Mi hermano sigue evitándote, Shin.” Dijo sonriente la padawan.
“Eso parece.” Dijo pensante Shin. “¿Cómo estás?”
“Bien, no te preocupes por mí, supongo que nos veremos en el templo, ahí vienen nuestros nuevos amigos.” Dijo divertida Lira.
Shin saludó a sus amigos para verlos subir a su nave con algo de envida, ya que iban a viajar en una de las naves más famosas de la República, El Guardián de Coruscant. Lira le dedicó un par de miradas mientras su maestra se escondía detrás de él. Lyrian apareció sonriente en el hangar para ignorarlo por completo y tomar las manos de su maestra.
“Al fin puedo encontrarlos, preciosa.” Dijo jocoso el capitán mientras Alara se separaba de él.
“Buenos días…” Dijo ofuscada la caballera.
“¿Cómo estás, muchacho? Espero que no estés dándole problemas a mi jedi favorita.” Dijo divertido Lyrian.
“Estoy bien, Lyrian. Maestra, deberíamos marcharnos.” Dijo sonriente Shin.
“¿A dónde están yendo? ¿Ansion?” Preguntó con malicia el capitán. “Mis puertas están abiertas.”
“No necesitamos tus servicios, Lyrian.” Dijo firmeza Alara.
“¿Esa es tu nave? Se ve que pasó por el mecánico.” Dijo divertido el capitán mientras Keyfour los recibía.
“Estuvimos haciendo algunas remodelaciones con Keyfour.” Dijo divertido Shin.
“Eh, tienes talento, Shin…” Dijo sorprendido Lyrian. “Deberían venir con nosotros de todas maneras, tendrían lugar para entrenar en mi hangar, incluso con la nave dentro.”
Alara sabía que tenía razón.
“¿Maestra?” Preguntó en voz alta Shin.
“¿Por qué nos quieres en tu nave?” Preguntó con seriedad Alara.
“Digamos que tu presencia… beneficiaria a mis negocios.” Dijo jocoso Lyrian. “Además me encanta tenerte cerca, preciosa.”
Alara miró a su alumno en busca de apoyo.
“Si mi opinión vale algo, preferiría viajar en nuestra nave. Quiero ver cómo se comporta en viajes largos.” Opinó pensante Shin.
“Eso puedes hacerlo a la vuelta, Shin.” Dijo sonriente Lyrian mientras se acercaba a abrazarlo. “Además puedo darte unas lecciones más con ese blaster tuyo…”
“Está bien…” Dijo de la nada Alara. “Iremos contigo, no necesitas sobornarlo.”
“Es una buena decisión, preciosa. Chup está encantado contigo.” Agregó divertido el capitán. “Ya eres popular en este lugar, Shin…”
“Lamentablemente…” Dijo ofuscado el jedi.
“Padawan… te encargo la nave. El capitán va a decirte donde debes llevar.” Dijo entre las quejas de Keyfour. “Ya es hora que la pilotee un rato, Keyfour. Mejor aquí en Coruscant, que en el medio de un grupo de asteroides.” Agregó para calmar a su mecánico amigo. “Yo voy a hablar con Shura y los alcanzo.” Terminó para marcharse hacia la salida.
“Ah, es toda una mujer…” Dijo jocoso Lyrian. “Eres un afortunado, Shin… A mí me encantaría pasar mis días a su lado.”
“No deberías hablar así de mi maestra, Lyrian.” Dijo con seriedad Shin.
“Eh, no eres tan respetable con Syo, muchacho.” Dijo jocoso el capitán. “El droide va a poder ubicarnos.”
Shin se subió a su habitáculo para empezar a volar la nave. Keyfour se quejó de todo lo que hacía, pero al cabo de un rato estaba surcando los cielos de Coruscant. La vista era magnífica y le hubiera gustado poder perderse entre los edificios de la ecumenópolis. La nave de Lyrian estaba estacionada sobre un gigantesco edificio comercial y parecía que ya estaba lista para partir. Cerca de la rampa estaba Chup, que lo ayudó a aterrizar junto a ellos.
“Buenos días, Shin.” Dijo pensante el drall. “Esa nave se ve mucho mejor que antes, ¿Arreglaste los problemas en las alas?”
Keyfour respondió primero.
“Ah, perfecto. Si las envainan no tendremos problemas en guardarla.” Agregó divertido.
“Chup, ¿Cómo estás?” Preguntó sonriente Shin. “Por fin me dejó pilotearla.”
“Eso parece. Venimos de una semana larga en Coruscant. Estoy pasando demasiado tiempo con Lyrian…” Dijo al aire su peludo amigo. “Tu maestra está dentro… Siento que odia viajar con nosotros.”
“Con Lyrian más que nada.” Dijo divertido Shin mientras Keyfour se bajaba de la nave para quejarse de algo. “No voy a rayarla, ¿Alguna vez se me cayó?” Agregó mientras cerraba los ojos.
Chup vio sorprendido como la nave flotaba silenciosamente hacia el depósito. Quedando poco espacio para moverse entre las cajas.
“Eh, estos jedis siempre te sorprenden con algo.” Dijo sorprendido mientras Keyfour lanzaba diversos pitidos. “Yo tampoco confío en la Fuerza, pero es bastante útil en ciertas situaciones… ¿Shin? ¿Me ayudas con esas cajas?”