Alara notó que todo el equipamiento que estaba sobre el casco de la nave estaba siendo trabajado por Imperiales, así que supuso que los esclavos deberían estar trabajando en otra parte de la excavación. Caminó con cuidado por el borde del pasillo siguiendo el largo de la nave. Los Imperiales no estaban esperando un ataque, ya que los encontró jugando una mano de pazaak en las barracas. Su tarjeta no podía abrir esa puerta. Sus silenciosos pasos la acercaron a los armarios de los soldados, en los cuales encontró unas cuantas tarjetas de seguridad. Los hombres estaban a los gritos en el fondo del lugar. Alguien había perdido sus pantalones. Alara se acercó a la puerta notando que alguien venía por el otro lado. Con un salto cayó silenciosamente en el cambiador de las mujeres, donde no había nadie por el momento. Un grupo de científicos se dispersó en los cambiadores, donde ella quedó atrapada. Una mujer se quitó su mameluco sin percatarse que ella estaba a su lado, oculta solo por una toalla. Alara saltó sobre el divisor para esquivar las miradas de las mujeres y caminar directo hacia la puerta. Un frío pasillo, solo protegido por cámaras y un astromech de limpieza, terminaba en una puerta doble. Sintió un escalofrío cuando una helada brisa pasó al abrirse la puerta. La parte trasera de la nave todavía estaba enterrada en el cráter y por lo que podía ver solo la punta había sido descubierta. Los esclavos estaban trabajando en lo que parecía ser una mina. Alara se percató de que su plan no iba a servir para nada, ya que no tenía manera de sacarlos a superficie sin que se sofoquen. Sintió unos pasos a su izquierda cuando saltó hacia la cueva. Se escondió entre unos andamios desarmados para hablar con Shin.
“Padawan…” Dijo mientras tocaba su comunicador.
Solo sintió unos golpes.
“Entendido. Solo escúchame. Hay unos… treinta o cuarenta esclavos a la vista. Están desenterrando la Montaña Blanca. No he pensado mucho en esto, pero mi plan tiene un par de huecos. Necesito que hagas una distracción para que Lyrian pueda ayudarnos con nuestros amigos.” Agregó para recibir dos golpes en su comunicador. “Te veo en la superficie, Shin.”
Alara no recibió nada, podía ser que Shin estuviera ocupado. Se asomó de su escondite para pensar que hacer. Había muchos soldados, pero estaban esparcidos por el lugar. La mina parecía haber encontrado una parte de la nave y estaban excavando solo en tres puntos al mismo tiempo. Alara decidió que iba a tener que derrotar a los soldados para ayudar a esas personas. Primero se escabulló por lo que parecía ser un campamento para encontrar a una Imperial custodiando unos baños. La atrapó por la espalda para ahorcarla y desmayarla. La miró con detenimiento pensando si podía disfrazarse con su uniforme, ya que nadie iba a poder reconocerla con ese casco. Lamentablemente tuvo que olvidarse de ello, ya que un grupo de personas venían hacia ella. Con un salto se paró sobre un contenedor para dejar a la mujer fuera de la vista del resto. El grupo estaba conformado mayormente por esclavos, que venían siendo custodiados por tres soldados. Saltó detrás de ellos para atrapar al que iba detrás con sus brazos y lanzarlo contra una pared. Uno de los esclavos notó su presencia y empezó a hablar con los otros dos para distraerlos. El soldado resistió en silencio sus brazos para terminar inconsciente en el suelo. Seguido, saltó entre los otros dos para empujarlos con la Fuerza. Noqueándolos contra las paredes del lugar. Los esclavos la ayudaron a esconderlos detrás de las tiendas para luego meterse a lo que parecía ser un comedor.
“Maestra jedi.” Dijo un twi’lek. “Nunca pensé ver a una de ustedes en este lugar…”
“¿Hay alguna especie de alarma?” Preguntó con seriedad Alara mientras miraba la tristeza en la mirada de sus nuevos amigos.
“Está junto al ascensor.” Dijo con seriedad el twi’lek.
“Voy a necesitar su ayuda…” Dijo la jedi.
Alara explicó su plan para luego preparar su trampa. Entre los esclavos había muy pocos humanos y la mayoría parecían ser twi’leks. La gente se ocultó detrás de la tienda mientras ella esperaba por el resto. Los soldados aparecieron después de los gritos de ayuda que había dado uno de sus nuevos amigos, allí encontraron a uno de los soldados inocentes en el suelo, el señuelo había funcionado. Los soldados se pusieron a revisar los alrededores mientras rodeaban a su compañero. Alara usó la Fuerza para desarmarlos. Solo el que parecía el capitán pudo resistir con el arma en su mano. La jedi saltó hacia él para patearlo con fuerza, desparramándolo por el suelo. Sus nuevos amigos ya estaban armados y listos para la acción. Alara volvió a sentir un escalofrío, pero este no era por el frío. El ascensor venía hacia ellos y traía peligro en él. Con un solo grito, Alara escondió a sus amigos y sus prisioneros justo a tiempo. La puerta dejó pasar a una persona con una brillante armadura roja. Su casco era completo y su visor oscuro. Era un Guardia Imperial, un soldado de elite entrenados personalmente por la Emperadora. Estos solían liderar las tropas de los Sith Lords del Consejo Oscuro. Esta persona se acercó al centro del campamento para revisar todo con la mirada. Alara supo que tenía que salir para que no lastimen a nadie. De cerca, pudo ver el arma que llevaba prolijamente en sus manos. Era una vibroblade doble. Su silueta era femenina y era un poco más alta que ella.
“Había olor a rata.” Dijo con su afilada voz la guardia.
“No pueden tratar a estas personas así.” Dijo con firmeza Alara.
“Esta es mi excavación, jedi. No voy a permitir que nada atrase el trabajo que estamos haciendo para Darth Tudra.” Respondió mientras se preparaba para pelear.
La postura de su enemiga era formidable. Con un rápido giro, la espada cortó el aire frente a ella, ya que había dado un rápido paso hacia atrás para esquivarla. Contraatacó con su espada al dar un giro. El metal del arma de su oponente parecía poder competir con su sable. Su contrincante tenía un estilo muy peculiar y le dio una patada en la cara que la hizo perder el balance para luego recibir un corte en su antebrazo. Se recompuso con una estocada, que cortó un pedazo de la armadura de la guardia. Sus pasos eran ágiles y sus movimientos medidos. Alara pudo reconocer la técnica, era Echani. Su oponente leía sus movimientos para contraatacar con firmeza. Sus espadas chocaban con frecuencia y sus técnicas de ataque eran muy parecidas. Sus movimientos de pie también eran parecidos, ya que ambas usaban el mismo tipo de arma. La guardia bloqueó su ataque desviándolo hacia un lado para luego rozar su cara con el filo opuesto de su arma. Ambas dieron un salto hacia atrás para intercambiar una mirada.
“Has sido bien entrenada, rata.” Dijo con seriedad la guardia.
“Hace mucho que no peleaba con alguien que practica Echani.” Dijo con seriedad Alara mientras se rodeaban caminando.
“Estás preocupada por estos esclavos…” Dijo con firmeza su enemiga. “No deberías preocuparte por ellos, solo tendrán que trabajar doble turno por tu interferencia.”
Alara sabía que era cierto, sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de su alumno.
“Maestra, Lyrian está en camino. Tuve que apresurarlo para que hable con alguien de la República.” Dijo rápidamente Shin. “Estoy en camino a la superficie para crear una distracción.”
Alara no movió un músculo mientras miraba a su contrincante.
“Ten cuidado…” Terminó Shin para dejarla en silencio.
Alara saltó hacia adelante para que la guardia bloquee su golpe con el mango de su arma. Seguido pateó con todas sus fuerzas en el lugar donde había roto su roja armadura para luego girar lejos de los filos de la espada de su enemiga. La guardia dio una media pirueta para lanzar un ataque descendente que esquivó al dar medio paso al costado. Su larga capa roja estaba sucia y no había conseguido lastimarla demasiado. Alara estaba empezando a pensar que debería esforzarse cuando escuchó la alarma activarse en todo el complejo. Las sirenas llamaron la atención de todos. Solo quedaban un par de guardias en la mina, que se acercaron listos para dispararle. La guardia levantó la mano para detenerlos.
“Esta es mi presa.” Dijo con firmeza la guardia. “Vayan a dar apoyo.”
Los soldados no dudaron en seguir sus órdenes.
“Jedi, no podrás derrotarme peleando de esta manera.”
Alara ya estaba pensando en su alumno.
“Supongo que encontraremos otra rata en la estación…” Agregó la guardia para lanzarse al ataque.
Alara bloqueó los ataques con firmeza mientras pensaba en que hacer. La guardia giró para recibir una silla con la cabeza. La distracción le permitió a jedi atacar con todas sus fuerzas, cortando el casco y la hombrera de su adversaria con facilidad. La guardia se arrancó el casco y el pedazo de hombrera que le quedaba para develar una larga y rubia melena. Sus afilados ojos azules se posaron sobre ella mientras una mesa volaba hacia su adversaria. Esta la saltó con mucha agilidad para luego dispararle dos veces con un blaster que tenía oculto detrás de su capa. Alara esquivó los disparos para recordar a sus nuevos amigos. Cuando levantó la mirada notó que su contrincante tenía el cinturón lleno de diversas granadas. Detrás de ella estaban todos sus protegidos y algunos de los guardias. La mujer lanzó la granada directo hacia la tienda donde todos estaban. Alara usó su telequinesis para desviarla lejos, repentinamente sintió un corte en su pierna. Evidentemente la guardia sabía cómo pelear con alguien como ella. La determinación de Alara se endureció mientras esquivaba otro ataque, notando una segunda granada yendo hacia sus nuevos amigos. Su telequinesis movió la granada mientras ella daba una pirueta hacia atrás para pararse sobre una mesa. La espada de su adversaria partió al medio la mesa mientras ella pateaba su cabeza. Su bakuuni dio en el clavo y desmayó a su contrincante mientras su nariz explotaba en sangre. Las granadas explotaron repentinamente al mismo tiempo. Sacudiendo todo el lugar. Luego de revisar a sus nuevos amigos, se preparó para abordar el ascensor. Ella y un grupo de esclavos fueron los primeros en subir, encontraron el pasillo desierto. Luego de custodiar un par de viajes del ascensor ya estaban listos para seguir su camino. Las sirenas nunca habían dejado de sonar. Alara los guio por las instalaciones hasta que llegaron al cruce de seguridad. La tarjeta de la Guardia Imperial abría todas las puertas. Los cambiadores estaban despejados y pudieron pasar sin problema alguno. Una explosión sacudió el pasillo donde estaban e hizo que Alara apurara el paso para llegar a la punta de la nave. Los científicos estaban siendo custodiados por un pequeño grupo de soldados que no se percataron de su presencia. Cuando Alara iba a saltar hacia ellos, la nave de Lyrian entró directamente hacia la cueva. La brillante barrera la dejó pasar como si perteneciera al Imperio. La distracción le sirvió para atacar por detrás a los soldados del Imperio, que poco pudieron hacer contra ella. Lyrian la recibió sonriente mientras enfundaba sus blasters.
“Preciosa… Veo que has hecho nuevos amigos.” Dijo sonriente el capitán mientras hacía una reverencia. “Sean bienvenidos a mi nave.”
La gente empezó a subir guiada por Chup mientras ellos custodiaban la rampa.
“Gracias por venir, Lyrian…” Dijo con seriedad Alara. “Pensé que irías a desaparecer cuando Shin nombrara a la República.”
“Nunca te dejaría varada en un lugar como este, preciosa.” Dijo sonriente Lyrian.
“¿Has visto a Shin?” Preguntó preocupada Alara.
“No, escuché unas explosiones, pero…” Dijo al aire el capitán.
“Tenemos a todos a bordo.” Interrumpió con prestancia Chup. “Deberíamos marcharnos antes de que aparezcan los refuerzos.”
“Llamamos a tus amigos de la República, Alara.” Dijo jocoso Lyrian. “Fue difícil convencerlos de que tenían que venir hasta aquí…”
“¿Qué hiciste?” Preguntó ofuscada Alara.
“Nada que una hermosa jedi como tú no pueda arreglar.” Dijo divertido Lyrian. “Busquemos a tu padawan…”
Alara tenía un mal presentimiento de lo que estaba pasando.