Aliados de la República

4 - Shin – 1

El jedi vio por última vez a su maestra cuando el ascensor cerró sus puertas. Tomó aire cuando se detuvo para esconderse en el pequeño lugar que había. Los guardas volvieron a ignorarlo por completo, pero cuando iba a empezar a caminar escuchó la voz de su maestra. Ahora necesitaba hacer una distracción. Los guardias hablaban sobre la visita de Darth Tudra mientras él intentaba escabullirse entre ellos. A pesar de su gran habilidad para esconder su presencia, Shin siempre había desconfiado de ella. Dio un cuidadoso paso hacia el pasillo para estar parado entre los guardias sin ser percibido. Los imperiales estaban a un paso de distancia. Sus miradas se cruzaron por un segundo, pero nunca se encontraron. Shin caminó por el pasillo hasta poder esconderse detrás de un cesto de basura. Cansado, limpió el sudor de su frente para luego mirar hacia el otro lado del pasillo en busca de una distracción. El puesto de vigía parecía ser el único lugar accesible para él, ya que las puertas no iban a abrirse con facilidad. Con la decisión tomada, Shin volvió al lugar por el cual habían entrado para correr hacia su nave. Keyfour estaba listo para despegar, pero él tenía otros planes.
“Lyrian…” Dijo Shin por la radio. “Yo sé que me estás escuchando.” Agregó ofuscado.
“Es más fácil hablar con tu maestra, muchacho.” Respondió divertido Lyrian. “Me agarraste a punto de salir…”
“Te necesitamos en una de las lunas del planeta, tenemos una base del Imperio en un cráter. Mi maestra va a liberar…” Empezó Shin.
“Y yo que quería disfrutar mi estadía en Ansion…” Dijo cansado Lyrian. “¿A quiénes van a liberar?”
“Esclavos…” Dijo ofuscado Shin. “Vas a necesitar hablar con la República.”
“Eh, no sé, Shin.” Dijo apenado Lyrian. “La República y yo no estamos en buenos términos en estos momentos…”
“Vamos a necesitar los refuerzos, Lyrian. Mi maestra está contando contigo.” Agregó para motivar al capitán. “Nos vemos luego…”
“Voy a hacer mi mejor esfuerzo, Shin. No te prometo a la República.” Dijo el capitán.
Shin miró a Keyfour para volver hacia la cara del cráter y entrar por la ventana al pasillo de los tiradores. Con cuidado, se ocultó detrás de un cesto de basura para poner al día a su maestra. Esta no dijo una sola palabra. Levantó la mirada para revisar la situación. El tiempo de sutilezas había terminado. Usó la Fuerza para levantar el cesto arrojarlo hacia los guardias. Estos saltaron para todos lados y levantaron sus armas para dispararle. Shin no tuvo que moverse un centímetro. El plasma pasó para todos lados mientras él caminaba había ellos. La sorpresa pasó cuando los guardias se dignaron a apuntar con sus armas. Shin saltó entre ellos para derrotarlos con sus manos. Entre los golpes, Shin permitió que uno de los guardias tocara el botón de emergencias. Todas las sirenas del lugar empezaron a sonar mientras el despachaba a sus adversarios, que terminaron atados en un rincón. El jedi se enfrentó al ascensor que ya se había marchado en busca de refuerzos. Sus instintos le hicieron dar un paso hacia atrás para que un disparo atraviese la sala por las ventanas. Los vidrios estallaron para luego cerrarse con las persianas de seguridad para que no se escape el aire. Un francotirador lo tenía en la mira. Es ascensor ahora estaba subiendo hacia él. Shin apretó las manos para saltar hacia el ascensor y pelearse con todos los soldados que estaban dentro. El lugar estaba atestado y terminó revolcándose con una soldado mientras intentaba bloquear las puertas. La mujer lo pateó en las costillas para hacerlo caer fuera del ascensor y dispararle tres veces. Shin rodó por el suelo para usar una silla de arma y desmayarla. El joven apiló a los inconscientes en el ascensor para dejarlo partir. Su cuerpo le dijo que tenía que correr, saltó con todas sus fuerzas hacia adelante. Un misil perforador explotó frente al ascensor y Shin solo pudo salvarse él mismo. El aire se estaba escapando por la ventana mientras él se ponía su respirador y gateaba hacia el pasillo. Los disparos pasaban entre las ventanas que se cerraban para mantener el aire dentro. El jedi encendió su sable para desviar los disparos que venían del ascensor. Shin saltó por una ventana para luego colgarse del borde y saltar hacia arriba. Tuvo que agacharse para esquivar el plasma que venía hacia él y luego saltar hacia adelante para esquivar otro. Corrió por el borde del cráter evitando disparos hasta que el resto de soldados empezó a aparecer por escotillas ocultas bajos sus pies. Usó la Fuerza para cerrarlas sobre sus cabezas, pero un par ya estaban disparándole sin cesar. Shin rebotó los disparos sin dejar de moverse, ya que los francotiradores estaban disparándole del otro lado del cráter. Una escotilla se abrió con una explosión para dejar pasar un torrente de humo. Seguido, una soldado apareció con un lanzamisiles para dispararle en el primer momento que pudo. En medio segundo, Shin se percató que el misil no iba a fallar, ya que parecía rastrearlo por calor. Tomó una decisión drástica y usó la Fuerza para desviarlo hacia abajo mientras saltaba hacia el cráter. Sintió la explosión a sus espaldas mientras patinaba por la cara del cráter. Cuando levantó la mirada pudo ver la nave de Lyrian tomando vuelo. Saltó hacia el fondo del cráter para esquivar los disparos que llovían sobre él, aterrizando donde había visto las primeras naves cuando llegaron al satélite. En el horizonte pudo ver dos cazas del Imperio volando hacia él. Shin solo pudo esquivar. Su cuerpo se movió entre el millar de disparos hasta que la nave de Lyrian empezó a dispararle a los cazas. Shin vio a su maestra y amigos partir mientras él decidía que iba a tener mejores oportunidades si podía cubrirse de los francotiradores. Zigzagueando y corriendo erráticamente, se movió hasta la entrada a la cueva donde estaba la Montaña Blanca. Los francotiradores no pudieron tocarlo, pero los disparos desde arriba no se hicieron esperar. Cansado, se refugió bajo la nave para notar que había soldados derrotados en el suelo. Los científicos lo miraban desde arriba mientras se sentaba a meditar un poco. El dolor de sus pies se esfumó cuando cerró sus ojos, como así sus percepciones sensitivas de sus alrededores. El jedi se puso de pie al cabo de unos minutos, ya que estaba rodeado de los soldados del Imperio. Todos los blasters estaban apuntando hacia él, los francotiradores ya estaban listos para rematarlo. Shin los había traído ahí por una razón. Mientras meditaba había aflojado todas las pasarelas que lo rodeaban. Dejándolas a un empujón de fallo. Encendió su sable para que todos preparen sus armas mientras sentía la tensión en el aire. Shin movió su brazo izquierdo para que las pasarelas que estaban detrás de él cayeran junto a los soldados que tenían encima. Seguido, lanzó su sable hacia los soldados que estaban frente a él para luego hacer un gesto con su mano derecha y hacer lo mismo de ese lado. Luego de un estruendo, todos terminaron atrapados entre el metal gimiendo de dolor o maldiciéndolo en básico. Antes de que su sable llegara a su mano, sintió la necesidad de correrse de lugar. Mientras se movía escuchó el aire ser cortado por un vibroblade. La mujer era rubia y llevaba una capa roja que se sacó en el instante que recuperó la postura. Su armadura era roja y estaba bastante percudida.
“Aquí está la otra rata.” Dijo con seriedad la mujer mientras se ponía en posición de combate.
Su espada la cubría de manera diagonal.
“No quiero lastimarte…” Dijo con seriedad Shin mientras hacía lo mismo.
“No puedes hacerlo, rata.” Dijo la mujer antes de lanzarse al ataque.
Su espada bloqueó el primer ataque, mientras daba un paso hacia el lado y esquivar el segundo. La mano de la mujer rozó su cara mientras se inquinaba para esquivar el puñetazo. Shin notó que su estilo era muy preciso y que le recordaba a su maestra. Con eso en mente, se puso esquivar sus golpes con el sable desactivado. La mujer se esforzó en sus ataques sin poder tocar al jedi. En uno de estos amplios ataques, Shin dio medio paso para esquivarla y dejarla pasar de largo por la fuerza que había tenido su golpe. La espada tocó el suelo mientras él giraba para darle una patada en la cabeza. La mujer perdió su arma mientras se tambaleaba un poco. Cuando recobró la compostura disparó rápidamente hacia él, pero el jedi sabía que el disparo no iba a tocarlo. Shin pudo ver la sorpresa en la cara de su contrincante cuando soltó el blaster para saltar hacia atrás y lanzarle una granada. La pequeña lata quedó entre ellos y explotó para cegarlo con una brillante luz blanca. Shin esquivó, a ciegas, hacia la izquierda para sentir la espada pasar a su lado. Esquivó hacia atrás para sentir un corte en su pecho sin poder recobrar la visión en sus ojos. Se agachó para que la espada pasara sobre él y tuvo que dar un paso hacia adelante mientras sentía un corte en su costado. Su frente dio de lleno en la nariz de la mujer, que tuvo que correrse del lugar sin poder atacarlo. Escupió sangre hacia un lado para mirarlo con ira en sus ojos. Sus ojos se reacomodaron a luz mientras la mujer corría hacia él, que bloqueó con fuerza el ataque para darle un puñetazo en la cara. La mujer lanzó un ataque lateral mientras daba medio giro que patinó sobre su sable. Shin sintió las alarmas del complejo apagarse.
“Tu alumna no te llega a los talones.” Dijo con seriedad la mujer mientras se limpiaba la cara con su guante.
“Mi maestra me ha enseñado todo lo que sé.” Dijo Shin mientras sentía que estaba en problemas.
“Por fin llegaron los refuerzos…” Agregó la mujer mientras se preparaba para pelear.
Shin notó a tres soldados de rojo aparecer por el ascensor. Uno tenía una pica de fuerza y los otros dos tenían vibroblades de un solo filo. Sabía que estaba en problemas. Cansado, se preparó para pelear mientras los soldados de rojo caían frente a él.
“¿Cómo este jedi puede estar dándote problemas, Mirana?” Preguntó con seriedad el soldado de la pica.
“Este jedi es especial…” Dijo ofuscada Mirana. “No he podido más que rozarlo y solo porque estaba ciego… La otra jedi parece haber escapado con los esclavos.”
“No podemos fallarle a Darth Tudra…” Dijo uno de los espadachines.
Shin apretó su sable.
“Intenten no matarlo, podría ser una buena recompensación para Tudra.” Dijo al aire el de la pica.
Shin saltó con todas sus fuerzas hacia arriba para intentar subirse a uno de los andamios que protegían a la Montaña Blanca. El soldado de la pica lanzó su arma detrás de él, Shin la esquivó al tocar metal, pero esta explotó en electricidad de manera inesperada. El golpe eléctrico lo hizo caer de rodillas mientras los espadachines saltaban hacia él. Su agilidad era magnifica y al cabo de unos segundos estaba intercambiando golpes con ellos. La pica era su mayor preocupación, ya que parecía poder derrotarlo con tan solo un toque. Shin usó su telequinesis para que una docena de fierros vinieran hacia ellos. Sus contrincantes terminaron atrapados entre estos mientras él atacaba al soldado de la pica. Este parecía tener mucha mejor técnica que el resto, ya que predijo su ataque con un paso al costado. Shin esquivó la patada mientras Mirana se lanzaba al ataque por detrás. Shin esquivó todos los ataques buscando una oportunidad de atacar. En lugar de atacar, Shin tomó el brazo de la rubia para interponerla entre él y la pica. La mujer salió despedida por el golpe. Humeando, aterrizó detrás de ellos. Los dos espadachines saltaron hacia él para enfrentarlo.
“Caballero, eres todo un jedi…” Dijo con seriedad el de la pica.
Mirana estaba humeando inconsciente en el suelo y Shin no sabía cómo iba a derrotarlos.
“¡Shin!” Escuchó en su comunicador.
La voz de su maestra era la salvación.



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En el texto hay: aventura y romance, starwars, star wars

Editado: 11.02.2023

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