La casa de Shin era hermosa, era un piso en las alturas de un edificio con una magnífica vista a la ciudad. Vitti era su guía mientras el resto juntaba sus pertenencias en todas las habitaciones. La twi’lek estaba contándole historias y un poco sobre lo que hacían en su tiempo libre cuando terminaron en el balcón. Estaban protegidas de la lluvia y podía ver la Ciudadela en la distancia.
“A Miri siempre le gustaba sentarse a mirar la ciudad…” Decía divertida Vitti. “Artrisa siempre estaba espiando a alguien.”
“Es más bonito de lo que esperaba.” Dijo pensante Alara. “¿Todas vivían juntas?”
“Sí, a Shin le gustaba tenernos cerca. Más que nada para que no nos metamos en problemas… creo.” Respondió pensante Vitti. “¿Estás bien sin él? Pasan mucho tiempo juntos…”
“Sí, sé exactamente dónde está gracias a nuestro enlace.” Dijo sonriente Alara. “Aunque ya lo extraño un poco…”
“Yo siempre estaba preocupada cuando se iba en su caza a salvar al Imperio…” Dijo apenada Vitti. “Perdón…” Agregó apenada.
“No te disculpes…” Dijo sonriente Alara. “Las entiendo… incluso cuando estoy celosa.” Agregó mientras se apoyaba contra la balaustrada.
Mirana apareció para mirarla con curiosidad.
“Vitti, ve por tus cosas. Hussan apenas usó la cocina, así que está todo en dónde en su lugar.” Dijo pensante.
Vitti se fue corriendo para perderse en una puerta.
“Me recuerda a Tori.” Dijo sonriente Alara.
“Siempre fue así… Cuando la trajo solía pasarse el día insultándome…” Dijo pensante Mirana.
“Supongo que tienes buenos recuerdos de este lugar.” Dijo sin cuidado Alara.
“No lo sé, creo ahora estoy disfrutando más de la vida en general…” Dijo pensante Mirana. “Tengo que admitir que siempre me gustó trabajar para él… Sin contar el sexo.” Agregó divertida.
“Me imagino…” Dijo ofuscada Alara. “No sé si puedo imaginarlo en este lugar.”
“Siempre llegaba para bañarse…” Dijo pensante Mirana. “Vitti siempre le daba un masaje… y bueno, tú sabes. Yo usualmente lo ponía al día con todo y seguía para la Ciudadela o la Academia.”
“¿Pasaba mucho tiempo aquí?” Preguntó al aire Alara.
“Más que nada en el dojo, siempre estaba dándonos una paliza con su bo.” Dijo pensante Mirana. “Recuerda que no dormía, la cama era más que nada para…”
“Me imagino…” Dijo celosa Alara.
“No puedo disculparme, Alara. Era la parte favorita de mis días…” Dijo divertida Mirana. “Ahora eres la única que puede… complacerlo. Espero que lo estés haciendo.”
Alara se sonrojó al instante.
“No tienes que responder, Alara. Uno pensaría que una mujer adulta podría hablar de sexo con sus amigas.” Agregó con malicia.
“Estoy haciendo lo mejor posible…” Dijo apenada la jedi. “¿Por qué siempre terminamos hablando de esto?”
“Somos guarras, Alara…” Dijo jocosa Mirana. “Tienes suerte que Shia se calmó un poco, siempre aparecía en los momentos menos apropiados.”
Vitti entró para dejar una botella entre ellas junto a un trío de copas.
“¿Encontraste todo?” Preguntó con curiosidad Alara, ya que no quería seguir con el tema anterior.
“Sí, mi ropa y mis bombas favoritas.” Dijo contenta Vitti. “Encontré una Caricia.”
“¿Qué más hay que hacer?” Preguntó con curiosidad mientras Mirana abría la botella.
“Depende de Hussan.” Dijo al aire Vitti. “Creo que va a venir con nosotras.”
“Ese es nuestro trabajo secundario.” Dijo divertida la guardia. “Shin quería que viniera al templo.”
“Tenemos que convencerlo.” Dijo con energía la twi’lek. “¿En qué piensas, Alara?”
“Estaba intentando recordar algo de la ciudad…” Dijo pensante Alara. “No recuerdo mucho, debería… ¿Esconderme?”
“No lo veo necesario, van a asumir que eres una sith.” Dijo pensante Mirana. “No te preocupes.”
“Entendido… espero no ser muy conocida.” Dijo al aire Alara.
“Solo un par siths te reconocerían, Alara.” Dijo Hussan mientras entraba al balcón. “Si pasa algo solo tienes que… desaparecer.”
“Entendido.” Dijo pensante Alara. “¿Artemios y Artrisa van a estar bien?”
“Los tengo vigilados.” Dijo pensante el espía.
“Artrisa lo tiene bien cuidado, Alara. No te preocupes.” Dijo divertida Vitti. “Era su trabajo antes de que aparecieras.”
“Ah, yo… No sé, es distinto para mí, estoy protegiendo a mis amigos.” Dijo pensante la jedi.
“Es lo que estamos haciendo todos en estos momentos.” Dijo sonriente Mirana. “¿Ya tenemos todo?”
“Estoy lista.” Dijo contenta Vitti. “Este vino es delicioso…”
“Es cierto.” Dijo pensante Alara. “¿Y tú? ¿Encontraste todos tus trajes?”
“Sus trajes de zorra.” Dijo con malicia Vitti.
“Todo está empacado…” Respondió ofuscada Mirana. “No debería beber antes de conducir.”
“Tenemos que esperar por Artemios y Artrisa, así que tienes tiempo.” Dijo pensante Hussan.
Alara miró su copa mientras extrañaba a su novio.
Luego de una siesta en la vieja cama de su novio, Alara se despertó para pasear por la ciudad junto a sus amigas mientras esperaban por Artemios y Artrisa. Mirana la dejó frente al edificio de sus padres, donde iba a esperar por Shin. Estaba un poco más nerviosa de lo que esperaba y tuvo que sentarse un rato, ya que podía tardar un rato y todavía estaba en la Ciudadela. La vida de la ciudad pasaba a su lado ahora que la lluvia había cesado un poco. La humedad era bastante molesta y estaba contenta de haber traído sus botas. Levantó la mirada para encontrar un pequeño bar en una esquina y terminó sentada en una mesa. Shin había poblado sus bolcillos con créditos y había comprado algo frío para tomar. Su holo tenía mensajes de sus alumnas y muchas acusaciones de sus compañeros de la Orden, cosa que ya ignoraba por completo. Extrañaba mucho caminar por el templo de Karastros con sus padawans. Thirin estaba ocupado organizando la compañía para visitar la Joya junto a Mirabella y parecía que iba a estar a cargo del grupo de jedis. Sus amigos del templo eran un poco más amigables que la gente de Coruscant, pero la trataban con mucha más frialdad que antes. Su novio tenía razón, ahora era una sith para ellos, así que, frente al delicioso jugo que tenía enfrente, decidió que iba a ser una de las Grises. Gracias a Artemios ahora podía sentir a los siths que la rodeaban con mucha más facilidad que antes y estaba sorprendida con los pocos que había cerca de ella. Sus pensamientos fueron interrumpidos por una voz.
“Buenos días, milady.” Dijo un joven mientras se inclinaba para saludarla. “Espero no estar molestándola.”
Alara sabía que estaba tratándola como si fuera una sith.
“Buenos días…” Dijo pensante. “¿En qué puedo ayudarte?”
“No me atrevería a semejante cosa, milady. Solo quería decirle que estaba fascinado con su belleza.” Dijo sonriente el joven.
“Gracias…” Respondió pensante Alara.
La maestra estaba pensando en cuanto le había servido escuchar los halagos de Lyrian en ese momento. El muchacho estaba esperando algo de ella.
“Me gustaría invitarla a un lugar más… privado.” Dijo con gracia.
“Estoy esperando a mi… esposo.” Dijo sin cuidado Alara.
La maestra levantó la mirada para encontrar a Shin detrás del joven, llevaba un traje negro y parecía un oficial del Imperio. Sonriente, se quitó la gorra para besar su mano con mucho cuidado.
“Buenos días, milady.” Dijo mientras le guiñaba un ojo. “Está encantadora en su túnica nueva.”
Alara se sonrojó al instante.
“Ah, parece que tengo competencia.” Dijo pensante le joven. “Mi nombre es Daneil Do…”
Shin sonrió divertido mientras se sentaba a su lado.
“Este es mi esposo…” Dijo avergonzada Alara.
Shin apretó su mano para luego besarla.
“El oficial se sacó la lotería…” Dijo al aire el joven. “Una lástima, si se aburre del plebeyo solo tiene que buscarme, milady.” Agregó para marcharse.
Alara se lanzó a los brazos de su novio.
“Todo te queda bien…” Dijo apenada. “No sabía que hacer… El único que me hablaba así era Lyrian.”
“Estabas bastante bien, preciosa. Aquí todos asumen que las siths van a tirarte a la cama si le gustas, así que los jóvenes como él se arriesgan con sus avances…” Dijo sonriente Shin. “¿Cómo estás? ¿Compraste algo?”
“Estaba esperándote…” Dijo contenta Alara. “Ahora estoy mucho mejor… Eres mi oficial ahora…” Agregó mientras acomodaba su gorra. “Pareces un Imperial más… ¿Cómo lo haces?”
“Por algo era el Cipher más requerido de Inteligencia, hermosa. Hasta tenía un alter ego estable, Bryce Hertz. A veces soy un diplomático, a veces un oficial…” Dijo sonriente Shin.
“Ahora eres mi espía favorito…” Dijo encantada Alara. “Tú eres el que trae noticias.”
“Yo estoy encantado de ser tu esposo, preciosa.” Dijo jocoso Shin.
“Es lo que me salió… No respetó mucho lo que dije…” Dijo apenada Alara. “Eres… prácticamente eso…”
Shin sonrió encantado.
“Soy tuyo, Alara.” Dijo contento.
Alara ya quería escuchar las historias de su novio.