Shin dejó a su novia con sus amigas para salir a caminar por el mercado que estaba cerca de su base. Alara estaba contándole sobre sus padres a sus amigas mientras Mirana lo seguía de cerca. Ambos estaban vestidos de imperiales, así que estaban mimetizados con el ambiente. La tarde estaba cayendo mientras él buscaba algo muy particular. Mirana estaba tocando su mano cada vez que podía, así que simplemente la apretó para no soltarla.
“Perdón…” Dijo sonrojada la guardia.
Shin simplemente sonrió.
“Faltan unos metros…” Agregó para mirarlo.
“Gracias por ayudarme, Mirana. Nadie conoce Kaas como tú.” Dijo sonriente Shin. “¿Crees que le gusten los anillos?”
“No lo sé, pero anda con se pendiente para todas partes. Me contó que se lo regalaste hace mucho tiempo…” Dijo celosa la guardia mientras apretaba su mano. “Tal vez pueda ponerlo con su pendiente si no quiere usarlo en su dedo… Yo se lo mostraría a todos.” Terminó de pronto.
“Miri…” Dijo divertido Shin mientras se detenían en una vidriera.
“Perdón, es difícil lo que siento.” Dijo avergonzada Mirana. “Eres el primer hombre que… he amado y es difícil verte con otra, incluso cuando nuestra relación ha sido estrictamente física.”
“Lo siento, Miri. Siempre he amado a mi Alara…” Dijo sonriente Shin. “Espero que encuentres a alguien que te quiera como quieres.”
“Preferiría tenerte a ti.” Dijo sin cuidado Mirana.
Su cara estaba roja.
“Eres perfecto.” Agregó para mirar lo que había frente a ella. “Si quieres darle un anillo tiene que uno simple, al final del día es una jedi.”
Shin soltó su mano para acariciar su costado, acercándola a él.
“Gracias por la honestidad, Miri.” Dijo sonriente Shin. “Entremos.”
Shin y Mirana estuvieron mirando anillos por un largo rato mientras el joyero los atendía como si fueran una pareja. Terminó eligiendo un simple anillo de oro, dentro escribió lo que sentía por ella y terminó tomando algo junto a su amiga, que estaba más celosa que antes.
“Si me das eso a mí…” Decía en voz alta Mirana.
“Miri.” Dijo sonriente Shin.
“Perdón, todavía pienso que puedo… no sé, conquistarte. Eres todo un caballero, Shin.” Dijo ofuscada la guardia. “Me gusta verte feliz, pero…”
“No tienes que quedarte con nosotros, Miri. Puedes hacer lo que quieras…” Dijo sonriente Shin.
“No voy a irme a ningún lado, Shin. Necesitas mi ayuda y me… gusta estar con ustedes.” Dijo avergonzada Mirana. “Solo tengo que aprender a ser… así, republicana.”
“¿Por qué no te unes a Shia?” Preguntó con curiosidad Shin. “Yo sé que no te gusta quedarte en el templo todo el día.”
“De hecho, me gusta quedarme en el templo todo día…” Dijo pensante la guardia. “Especialmente para pasar tiempo contigo…” Agregó sin cuidado. “No sé si estoy hecha para la vida de mercenaria.”
“Tú necesitas un trabajo un poco más digno.” Dijo jocoso Shin. “¿Qué te gustaría hacer?”
“Tu esposa…” Dijo divertida Mirana.
“Esa es Alara…” Dijo sin cuidado Shin. “Miri…”
“Perdón, no lo sé.” Dijo al aire Mirana mientras se apoyaba contra la silla. “No sé vivir sin… órdenes.”
“Quiero que seas feliz, Mirana. Prometo que voy a ayudarte.” Dijo sonriente Shin.
“Yo sé lo que estás diciendo, pero tú sabes cómo hacerme feliz, Shin.” Dijo jocosa Mirana. “Me gustaba mucho ser tu herramienta…”
“Ya no tengo herramientas, Miri. Tengo amigas.” Dijo sin cuidado Shin.
“Lo sé, lo sé… Te prometo que voy a ser feliz. Tal vez necesite que pase el tiempo, por lo pronto voy a encargarme de que no nos falte nada en el templo y entrenar a tus nuevos alumnos, si es que me lo permites.”
“Primero necesito alumnos, Miri. ¿Crees que debo abrir el templo?” Preguntó con curiosidad.
“Creo que lo necesitas hacer, Shin. Yo voy a cerciorarme que nadie indeseable venga a hacerse el perdido…” Dijo con decisión Mirana. “Incluso si te casas con esa jedi.”
“Gracias por el apoyo.” Dijo divertido Shin. “¿Me acompañas a comprar ropa? Quiero un traje para salir a comer con Alara, siempre nos miran raro cuando aparecemos con nuestras túnicas.”
“Haces demasiado por esa mujer…” Dijo celosa Mirana.
Shin iba a hacer felices a sus amigas también, ya que se sentía culpable de que hayan perdido su lugar en el Imperio.
Alara estaba mirando una camisa con cuidado mientras Vitti iba por todo el local juntando ropa. Dejó un gran pilón frente a ella para empezar a armar conjuntos. Su amiga era rápida y parecía que Artrisa estaba igual de perdida que ella. La chiss se sentó en un pequeño banco a mirar zapatos.
“No te veo con esos tacos, Artrisa.” Dijo para romper el hielo.
“Yo soy una mujer de botas, Alara.” Respondió sin cuidado. “¿Por qué quieres cambiar tu guardarropa?”
“No quiero cambiarlo, solo quiero algo más… normal, todo el mundo sabe que soy una jedi con esto puesto.” Dijo pensante Alara. “Además… quiero sorprender a Shin.”
Vitti la empujó al cambiador después de dejarle una muda de ropa en las manos. Alara cerró la cortina para cambiarse.
“¿Desde cuando eres tan reservada?” Preguntó divertida Vitti. “Siempre nos bañamos juntas.”
“No quiero que los empleados me espíen…” Dijo apenada Alara.
“Ellas están acostumbradas.” Dijo divertida Vitti.
Artrisa estaba mirando fijamente a la empleada, ya que había tratado con frialdad a su amiga. Shia entró sin su armadura para sentarse a su lado.
“Las mandalorianas no usamos este tipo de ropa, Vitti.” Dijo divertida. “No sé ni como caminar con esas cosas.”
“Son tacos…” Dijo divertida Vitti. “Te pondrías un vestido si pudieras seducir a Shin.”
“Esa sería la única razón, Vitti.” Dijo con malicia Shia. “¿Dónde está la jedi? Es raro estar ayudándola a que conquiste a nuestro alor.”
“Ya lo conquisté…” Dijo celosa Alara.
Shia sonrió divertida.
“Pobre maestra…” Dijo divertida Vitti.
Alara salió vestida y se sentía desnuda, llevaba un ajustado vestido rojo y mostraba mucha piel.
“Esto no es para mí, Vitti…” Dijo apenada.
“Nada es para ti, Alara. Has usado esas túnicas desde niña.” Dijo contenta Vitti. “Estás hermosa…”
“Ahí tenías las curvas…” Dijo divertida Shia. “Eres más bonita desnuda.”
Alara se metió al cambiador con otra muda de ropa.
“Gracias…” Dijo apenada mientras se cambiaba. “¿Cómo sabes qué elegir, Vitti?”
“Tengo buen gusto.” Dijo contenta la twi’lek. “Quiero vestir a Artrisa, pero está enamorada de esos pantalones… Solo se los saca para…”
“No me metas en esto.” Dijo con seriedad Artrisa.
“Eres aburrida…” Dijo divertida Vitti. “Soy la única que cambia de ropa, Alara. Shia está siempre con su armadura y estoy sorprendida de verla sin ella. Miri solo usa esos trajes para seducir a tu novio y lo mismo pasa con Artrisa.”
“A ningún hombre le interesa como te vistes, Vitti. Solo quieren quitarte la ropa…” Dijo al aire Shia.
“No es para ellos, es para ti… Me gusta sentirme bella y ponerme algo para pasear… Bosan no aplica porque tengo que usar toda mi ropa térmica.” Dijo pensante la twi’lek.
Alara apareció con algo que le agradaba un poco. Tenía unos pantalones ajustados y una camiseta blanca con un chaleco.
“Esto me gusta un poco más…” Dijo pensante.
“Creo que te quedaría bien una falda, esto…” Dijo divertida Vitti. “¿Qué más querías comprar?”
“Quiero... necesito algo para pedirle matrimonio.” Dijo desde el cambiador Alara.
Sus amigas estaban en silencio.
“Eh, se quiere llevar al jefe.” Dijo después de un rato Shia. “Ya era hora, Alara. Si no te casas pronto con él, voy a tomar que es un desafío y robártelo de las manos.”
“Miri debe estar paseando su gigantesco trasero frente a él para hacerlo.” Dijo con malicia Vitti.
“Deberías comprarle un anillo, Alara.” Opinó con seriedad Artrisa. “Es lo más común entre humanos, por lo que he visto. Siendo un espadachín, tal vez pueda usarlo con una cadena en su cuello.”
“Gracias, Artrisa…” Dijo apenada Alara mientras salía.
Su falda era corta y no le gustaba el escote de su blusa.
“Falda es lo tuyo… me gustan tus piernas.” Dijo al aire Vitti. “Yo soy del mismo tamaño que una niña.” Agregó celosa. “Toma esto…”
“¿Cuánta ropa agarraste?” Preguntó ofuscada Alara para meterse en el cambiador.
“Debería ser simple.” Aportó de la nada Shia. “A tu novio no le gustan las cosas llamativas, deberías escribirle algo bonito dentro… Ni kar'tayli gar darasuum.” Agregó apenada.
“¿Qué significa?” Preguntó con curiosidad Alara sin salir del cambiador.
“Te conoceré por siempre…” Dijo avergonzada Alara. “Es nuestra manera de decir te amo…”
“Ah, es hermoso…” Dijo sin cuidado Alara.
“Puede ser…” Dijo pensante Shia.
“Yo creo que el anillo está bien, Alara…” Dijo pensante Vitti. “Shin solo te quiere a ti, así que no creo que rechace nada de tu parte.”
Alara salió con un hermoso vestido de verano, estaba un poco apenada, pero estaba contenta con lo que veía en espejo.
“Perfecto.” Dijo contenta Vitti. “Podrías usarlo en el templo.” Agregó mientras se acercaba para mirarla. “Cuando pasean por la playa…”
“Puedes ser…” Dijo pensante Alara. “Me imagino que uno tiene distinta ropa para hacer distintas cosas…”
“Así funciona… Artrisa, para ser una espía no te cambias demasiado…” Dijo al aire Vitti.
“Soy más que nada una tiradora, Vitti. Si estoy haciendo bien mi misión, nadie debería verme.” Respondió con prestancia.
“Ah… tiene sentido.” Dijo pensante Vitti mientras dejaba unas sandalias frente a su amiga. “Deberías comprarte un par de cosas, Alara. Yo sé que te gustan esas calzas, pero…”
“Mara me compró mucha ropa interior…” Dijo apenada Alara.
“Eh, no sabe que hacer con ella.” Dijo jocosa Shia. “Yo prefiero usar mi piel para seducir…” Agregó mirando a Artrisa. “La espía debería hacer lo mismo con esos tonos azules que tiene.”
“¿Puedo comprarte algo para que le regales a Shin?” Preguntó sin cuidado Vitti. “Él también está enamorado de sus túnicas.”
“Yo quería comprarle algo…” Dijo apenada Alara. “Me dejó demasiados créditos.”
“Tu novio no tiene problemas financieros, Alara.” Dijo pensante la espía. “Deberías comprarle algo con lo que quieras verlo.”
Alara ya quería abrazar a su novio.