Mirabella lo estaba mirando con curiosidad. Su holograma estaba quieto y parecía estar pensando en algo, a su lado estaba Alara, que también lo estaba mirando con peculiaridad.
“Yo sé que no puedes ver los colores, pero esa túnica gris le queda perfecta.” Decía divertida su novia.
“Es solo la capa superior, quiero que podamos elegir lo que usamos.” Dijo divertido Shin. “¿Sabes si puedo registrarme en algún lado para tener el mismo estado galáctico que la Orden Jedi?”
“No sé si me estás hablando en serio o no, Shin.” Dijo pensante la espía. “Yo los llamé por otra cosa…”
“Lo siento, Mirabella. Alara quiere ver resultados…” Dijo al aire Shin. “Como te decía hace un rato, voy a darte las coordenadas cuando sepa que están listos. Te dije que no hicieras un comité.”
“Pensé que yo era la espía.” Dijo ofuscada Alara. “Shura se metió en el medio y…”
“Lo sé, no te preocupes. El Imperio se está preparando.” Dijo sonriente Shin. “Por lo pronto, nosotros iremos a estudiar el lugar apropiadamente. ¿Cómo fue la primera junta?”
“Un desastre. Ese Tiberius no tiene ni una gota de diplomacia en su sangre y esto va a tener para rato…” Dijo al aire Mirabella. “Mi jefe dice que tienen tanto miedo de ti que van a hacer lo que sea para complacerte.”
“Los siths tienen una capacidad extraordinaria para saber cuándo están en desventaja, Mirabella. Recuerda esto, esos dos que me crucé estaban usando palabras grandes, pero estaban temblando bajo sus túnicas. Tiberius también, solía ser el lamebotas más grande del Ministro de Guerra, lamentablemente estaba en el templo y debo haberlo matado en su momento…” Dijo pensante Shin. “Eso nos da tiempo a entender un poco el lugar e intentar tener algo preparado para ustedes.”
“¿Quién puede ayudarnos desde el Imperio?” Preguntó con curiosidad Alara.
“Artemios no es el único estudioso del Imperio, preciosa.” Dijo sonriente Shin. “Es el más sensato, probablemente.”
“Rohus era como tu… archivista.” Dijo pensante Mirabella.
“Exactamente, por lo que vengo escuchando hay una elegida para el puesto, el problema es el destacamento militar, ya que todos quieren estar ahí. Probablemente quieran saber lo que aprendimos de Revan.”
“Entiendo, tienes que llamarnos primero, Shin.” Dijo con seriedad la espía.
“En este caso no tengo favoritos, Mirabella. Recibirán la información al mismo tiempo, tú, en cambio, estás invitada a venir a estudiar con nosotros.”
Mirabella se cruzó de brazos para pensar.
“Vatse ya viene con nosotros, Mirabella. ¿Conoces a alguien en la Universidad de Kaas?” Dijo sonriente Alara.
“Sí, pero… me odia profundamente.” Dijo divertido Shin. “Promoví demasiado la educación y las ciencias, mis sucesores han revertido todos mis cambios y me culpa por todos sus problemas.”
“Podríamos invitar al profesor.” Dijo sin cuidado Alara.
“¿Uzuri?” Preguntó al aire Mirabella.
“No sé si el período es de su agrado, Ali…” Dijo sonriente Shin.
Alara sonrió divertida.
“Así me llama mi madre, ¿Cuándo vienes, Mirabella? Tengo mucho para contarte.” Agregó mirando a su amiga.
“Allí estaré… Invita al profesor.” Dijo ofuscada Mirabella. “Nos vemos pronto.”
Mirabella desapareció dejando un silencio entre ellos. La sala de comunicaciones tenía muchas maneras de conectarse a la galaxia y desde que Vitti lo ayudaba con las reparaciones todo estaba en perfectas condiciones. Shin apretó a su novia para besarla.
“Ese fue un golpe bajo.” Dijo con malicia.
“No sabe cuándo dejar de trabajar… Como alguien que conozco.” Dijo al aire Alara. “¿Tienes que hablar con la gente del Imperio?”
“Cuando te vayas…” Dijo sonriente Shin mientras se ponía su máscara.
“Te espero para entrenar, Artemios va a ser un maestro de esgrima cuando termine con él.” Dijo contenta Alara.
La jedi metió sus manos dentro de la túnica de su novio.
“Después te voy a quitar esto…” Agregó divertida. “No sé cómo sonar sensual como Miri o Shia…”
Shin la apretó con fuerza.
“Es cuestión de práctica, preciosa. Todavía ocultas tus sentimientos inconscientemente…” Dijo pensante Shin. “No sé si darte cariño con esto puesto…”
“Por lo que me dicen eras algo distinto a cariñoso…” Dijo con malicia Alara.
El comunicador empezó a sonar.
“Te salvó la campana…” Dijo divertido Shin.
“Te estoy esperando, Casanova…” Dijo divertida Alara para marcharse.
La mujer estaba mirándolo con fijación desde el primer instante, Cólerus, en cambio, estaba esperando a que hablara.
“Saludos, imperiales.” Dijo con prestancia Shin. “Ya no soy su superior, no necesitan permiso para hablar.”
“Cierra la boca, jedi.” Dijo con seriedad Akilina. “Estamos aquí por la información.”
“Están aquí porque los convoqué, Akilina.” Dijo con prestancia Shin. “Están aquí para ponerme al día.”
“¿Crees que puedes darnos órdenes?” Gritó ofuscado Cólerus.
Shin quería mostrarle su sonrisa, pero no podía permitirse poner en peligro a sus amigos. Cólerus empezó a patalear en el aire, sintiendo el agarre de su poder. Akilina estaba más que impresionada. Apenas tenía que cerrar su mano para apretar su cuello, estaba a poco de romperlo, como si fuera una rama para el hogar.
“El equipo científico está listo, el Ministerio de Logística ya tiene todo preparado y ya hemos elegido a las naves para la misión, milord.” Dijo con prestancia Akilina.
Shin soltó su mano para que Cólerus cayera aparatosamente en el suelo, respirando profundamente y tosiendo por el dolor en su garganta.
“Solo resta decidir cuáles siths acompañarán a la comitiva.” Siguió como si nada.
“Buen trabajo, esto no es una misión militar.” Dijo con seriedad Shin.
“Estás blando, Ihsahan…” Dijo con dificultad Cólerus. “Esta es mi segunda falta.”
Akilina estaba a punto de decir algo cuando Shin rompió el cuello de Cólerus. Shin sabía que era necesario y que la galaxia no necesitaba otro sith como él, pero ya no quería ser Ihsahan.
“Te recomiendo que elijas mejor a tus aliados, Akilina.” Dijo con severidad Shin. “Recibirán las coordenadas cuando sea prudente. Pronto recibirán información sobre mis descubrimientos.”
“Entendido, milord.” Dijo nerviosa la sith. “¿Quién sería el indicado?”
“Necesitas un experto en historia galáctica y lenguajes perdidos.” Dijo con severidad Shin.
La comunicación se cortó de repente mientras se sentía ruin. Shin guardó su máscara junto a su armadura para ir hacia el dojo. Alara estaba enseñándole una forma a Artemios mientras le gritaba algo a Mirana, ya que su movimiento había sido muy alto. Shin no se merecía estar a su lado y se quedó mirando todo desde las sombras.
“¿Qué haces escondido ahí?” Gritó contenta su jedi. “No puedes ocultarte de mí.”
En sus ojos, Alara era la más bella de la galaxia.