Alice

Capítulo 7

Los siguientes días pasaron muy lento, estaba allí en una especie de bucle donde todo se veía igual y se movía a una velocidad relativa lento pero pasaba sin darme cuenta, me sentía encerrado en mi vida aun sin estarlo, quizás estaba atrapado dentro de mis ideas, de mí mismo y de mi cerebro que me mantenía en un estado similar al de un zombie, me sentía sumamente estresado sin saber el motivo parecía que era un virus esparcido en el aire, a partir de esa tarde en que el nombre de la chica y la su fotografía se hiciera publica en una hora familiar para la televisión todo cambio, no solo para mí, para todos, el ambiente se sentía pesado en la escuela y en las calles, la policía ahora estaba a la hora de la entrada y salida en todas las instituciones educativas sin importar el grado. El rumor que Jennifer había inventado ahora estaba pasado de moda ya nadie hablaba de eso para alivio mío, ahora la paranoia vagaba en las calles de manera evidente.

Yo, por mi parte me sentía intranquilo, busque a Alice por toda la escuela los siguientes días pero no logre encontrarla ni el miércoles, ni el jueves, ni el viernes por lo menos no directamente ya que podría jurar que la había visto más de una vez pasar a lo lejos pero al tratar de alcanzarla se desaparecía como el arcoíris, juraba que escuchaba su risa en algún lado aun sin haberla oído reír nuca, ella aparecía en todos mis sueños como si me asechara sin hacerlo, me estaba volviendo loco por todas las teorías que formuló mi imaginación incluso comencé a creer de nuevo que mi mente había formado todo, cada una de las veces en que había interactuado con ella yo estaba solo o había gente que no conocía pensé también que quizás el nombre de Alice era Rebeca realmente y que estaba loco. Eso tampoco me permitía estar en paz, ya podía dormir era un avance, pero solo lo hacía por lapsos, despertaba inquieto, me tranquilizaba volvía a dormir y despertaba otra vez a las pocas horas, así se repetía él proceso una y otra vez, me sentía cansado, pero no demasiado.

Taylor por otro lado se sentía increíblemente tranquilo su padre llegaba tan agotado a su hogar a horas tan tardías que apenas lo vio en esos días, pero yo sospechaba que su repentino cambio de humor se debía más a que cierta chica se había estado juntando con nosotros, más con él que conmigo, eso me hacía feliz pero ese sentimiento seguía allí ese mal presentimiento que no podía olvidar.

Ahora es de noche, sábado por la noche, todos en la casa están dormidos, por todos me refiero a mis padres y mi abuela que venía a visitarnos cada fin de semana, todos estaban descansando hasta el perro, menos yo que mantenía la vista puesta en el techo apenas visible gracias a la luz de la luna que me hacía poder ver las sombras de los objetos en la habitación, Cockroach estaba a los pies de la cama echado, su respiración era lenta y profunda me gustaría decir que la mía era igual pero no. Era profunda, sí pero también rápida, había dormido gran parte de la tarde por lo que ahora mismo no tenía sueño, pero aun si lo tuviera mis pensamientos eran una colmena que se conectaba punto a punto sin permitirme descansar, necesitaba aire fresco ya que el espacio dentro de mi habitación me había comenzado a parecer diminuto.

Me levante de la cama para quitarme los pantalones de franela que eran mi única y gran pijama, en mi abdomen la marca de la puñalada seguía cicatrizando pero ya no me molestaba en lo absoluto al caminar o levantarme, la sentía como cualquier cortada al paso del tiempo, me puse unos jeans de mezclilla al igual que la primera playera que encontré, me puse rápidamente mis vans de domino en blanco y negro, tome las cosas indispensables en una mano, luego me dirigí a la sala Cockroach trato de acompañarme pero podía comenzar a ladrar si lo dejaba libre por la casa así que lo deje encerrado en mi cuarto para que nadie se enterará de que saldría a caminar, sabía que era peligroso, pasaba de las 12:00 de la noche y probablemente regresaría en un largo rato pero quería hacerlo y no planeaba ir a cualquier lado, sabía exactamente a donde iría, tome mi sudadera negra que estaba colgada sobre el perchero al lado de la entrada y me la puse antes de abrir la puerta y sentir el aire frio chocando contra mi piel.

Tarde alrededor de 20 minutos en llegar a mi destino, las calles eran oscuras, frías y tétricas, solo alumbradas por la luna que adornaban el azul oscuro cielo estrellado y por las bombillas eléctricas dispersas en el espacio que le daban un aspecto un tanto peligroso y delictivo al lugar. Leí uno de los señalamientos que informaban los nombres de las calles para ver si me encontraba en el lugar correcto.

-Pinos...- leí en voz baja, la piel se me erizo un segundo y sentí un pequeño escalofrió en la espina dorsal recorrerme entero, estaba en el mismo lugar donde se había encontrado a la chica, era una calle larga que casi parecía una avenida estaba justo al inicio de esta, la escena del crimen se encontraba al final por lo que tenía entendido cada cierto tiempo algunas patrullas paseaban por el lugar pero la calle ya no estaba cerrada, no era una zona particularmente segura, podía notar algunos indigentes en las esquinas calentándose con el fuego que brotaba de los botes de fierro, chicos drogándose en las esquinas y para desgracia de mis ojos encontré una escena bastante íntima y sexual dentro de un auto estacionado junto a la vereda haciéndome caminar más rápido con un gesto de asco en el rostro, más nadie me había obligado a estar allí, fui por mi propio pie y me estaba arriesgando completamente consciente. Me puse la capucha de mi chamarra como medida de seguridad para que no fuera identificado, agradecí que toda mi ropa fuese oscura, hice las manos puños preparado para cualquier cosa y empecé a recorrer la calle lentamente con la mirada aparentemente al frente cuando en realidad miraba a los lados por el rabillo del ojo.



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En el texto hay: asesinatos, misterio, romance

Editado: 18.03.2019

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