Alice

Capítulo 8

Desperté de ese sueño en el que los tragos y la adrenalina que la acción hizo explotar en mi me habían inducido, me dolía un poco la cabeza nada del otro mundo pero las pequeñas punzadas seguían atacando a mi cerebro, por un segundo no me percate de lo que estaba pasando, ni en donde me encontraba, estaba en ese punto en que tu mente regresa al ultimo momento que viste la noche anterior, recordaba a Alice sentada a mi lado, su rostro con una pequeña diminuta sonrisa dibujada en sus labios cuando le dije que se quedara fue lo último que se grabó en mi memoria.

El pequeño gran dilema es que yo recordaba estar en ese lugar lleno de chicas semidesnudas, de hombres con las hormonas al tope, con luces en colores morados alumbrando el lugar, con ella y su gesto de asombro, su cintura pequeña que sin querer examinaba cada cierto tiempo y piel que, aunque no toque estaba seguro de que sería tersa y tibia pero ahora, ahora no estaba allí, el sol me daba en la cara directamente, mi piel estaba caliente y mi garganta seca. Ahora estaba sentado sobre la acera de la calzada recargado en un auto cualquiera con la piel ardiendo por los rayos ultravioletas y confundido, muy confundido.

Metí las manos en mis bolsillos para rebuscar entre estos esperando encontrar mi celular y sí, para mi sorpresa allí estaba al igual que mi billetera ahora casi vacía por lo de la noche anterior, me levante del suelo examinando mi alrededor, por un segundo me temblaron las piernas por la ola de calor que me arrasaba, me retire la sudadera para no desmayarme gracias a una insolación, una vez de pie mirando las calles me di cuenta de que nunca en mi vida había estado allí, era desconocido, la gente pasaba y me miraba como si fuera un adolescente vago, drogadicto o lo suficientemente ebrio como para quedarme dormido en la calle pero no era así, no sabía que hacía allí si yo estaba recostado sobre un sofá en un tono oscuro y claro que estaba desorientado y hasta algo aturdido. Tome el celular y trate de encenderlo, pero estaba muerto.

-Maldita sea- dije entre dientes. Entonces abrí la billetera negra que mi madre me había dado en el día en que me dejo andar solo por la calle por primera vez, de eso ya tiene casi 3 años. La abrí para ver con cuanto contaba, 115 dólares, no era poco para nada pero no sabía donde rayos estaba, raro ya que conocía casi todo el pequeño pueblo de Memthsy pero aquel lugar estaba fuera de cualquier memoria que tuviera.

Camine un rato, se suponía que iría a la iglesia, vaya también se suponía que estaría en mi casa, que no estuviera expuesto al sol, que tomara el medicamento para la cortada que aun estando ya bien superficialmente seguía sin estar por completo sanada la herida, se suponía que no hiciera tantas cosas como escaparme de noche para ir a una escena del crimen, pero aun así estaba allí.

Llegue a un pequeño supermercado donde el aire frio de la ventilación me regreso un poco de fuerza pero a la vez me ocasionaba calosfríos por el choque con mi piel ligeramente sudada por él sol, camine por los pasillos apenas me vi en un espejo me di cuenta de lo rosa que se encontraban mis mejillas y lo cuarteado que estaban mis labios aparte de ello y de las insistentes ojeras que había en mis ojos me veía bastante normal, fui por una botella de té para poder tomar ya que moría de sed. Una vez en la caja le pregunte a la cajera la hora, las 9:00 am, mis padres me matarían y luego se me ocurrió preguntar la ubicación quedando en blanco y con los ojos abiertos de par en par al oírla.

Estaba en Arbet, ¡ARBET! Para ser mas exacto estaba a 2 y media horas de mi pequeña ciudad, estaba en el pueblo vecino.

-¿Todo bien?- pregunto la cajera de ojos oscuros y piel aceituna. La mire un segundo bueno mi vista estaba sobre ella pero mi mente no estaba ni cerca por lo que su ceño me demostró lo asustada que e incómoda que la hacía sentir, me sacudí el cabello para relajar un poco el momento antes de asentir con la cabeza como autómata, no me salían las palabras, solo no podía hablar era como si se hubiera puesto una barrera en mi garganta que me hacia imposible decir ni pio, la chica me miraba con ¿miedo? Y no me gustaba quise decirle que estaba bien solo desorientado, pero solo le dedique una pequeña sonrisa omitiendo la explicación que le habría dado y salí de allí aun con el impacto de la situación en el rostro.

Camine por las calles sin rumbo, la sed se incrementó junto a la ansiedad, casi había bebido toda la botella de té pero me sentía más seco que nunca, miraba a todos lados como un maniaco para localizar el teléfono público que necesitaba pero no encontraba ninguno y cada vez me sentía mas perdido, llegue entonces a lo que parecía una casa de cultura, recién entrando había una caseta de seguridad donde pude preguntar si había alguno en algún lugar y claro que había uno por lo que me sentí de lo más agradecido, llegue al patio un lugar lleno de bancas de madera antiguas enmarcando las paredes de piedra con un toque coloquial, con margaritas dentro de jardineras inmensas adornando el lugar, el olor era embriagante y en otras circunstancias estaría extasiado con aquello pero ahora esperando a que el teléfono fuera atendido lo que me dominaba era la imperiosa necesidad de regresar a mi casa, de saber como había llegado allí, de saber tantas cosas, de entender porque todo parecía tan raro, porque habían tantas muertes... ella, era por ella, algo en mi lo sabía, algo en mi tenia miedo pero no de ella, no, ella no me parecía alguien malo o quizás si lo era, quizás estaba loca y yo era un idiota quizás yo lo estaba aún más por querer acercarme pero es que aun sonando estúpido, aun sabiendo que no tenia conocimiento de nada quería saber que ocultaba, era una obsesión que no lograba entender y que aun con ello prevalecía.



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En el texto hay: asesinatos, misterio, romance

Editado: 18.03.2019

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