Capitulo 6

Los años pasaron, pero el amor entre Alice y Edward nunca se desvaneció. Su vida estaba llena de pequeños momentos de felicidad, pero uno de los más grandes llegó un día de otoño, cuando Alice sintió que su corazón latía con una intensidad diferente. Estaba esperando un bebé.

La noticia los llenó de alegría. Alice, que había pasado su vida buscando su propio camino, ahora se sentía más completa que nunca. Edward, siempre atento, nunca dejó de cuidarla, y juntos comenzaron a preparar el hogar para su hijo. La pequeña casa junto al mar, que había sido su refugio de todo lo que alguna vez los atrapó, se convirtió en un verdadero hogar.

Nació un niño hermoso, con los ojos de su madre y el cabello oscuro de su padre. Lo llamaron Lucas. Desde el momento en que Alice lo sostuvo en sus brazos, supo que su vida había dado un giro completo. Ya no se trataba solo de ellos dos, sino de una familia construida sobre el amor, el respeto y la libertad.

Alice regresó a dar clases, esta vez con Lucas en brazos en ocasiones, mientras Edward, siempre al lado de ella, continuaba su trabajo como profesor. Su vida era tranquila, pero llena de propósito. Los días los pasaban entre risas, bailes improvisados en el salón, paseos por la playa y la rutina de una vida sencilla, pero profundamente feliz.

La calma que encontraron en su nuevo hogar, lejos de las presiones del pasado, era la que ambos siempre soñaron. La vida les regaló lo que más deseaban: libertad para amar, para ser ellos mismos, y para vivir sin las cadenas de un destino impuesto.

Alice, sentada junto a Edward una noche tranquila, mientras Lucas dormía en su cuna, miraba al mar y pensaba en todo lo que había dejado atrás. Pero ya no sentía nostalgia, solo gratitud. Porque ahora, con Edward a su lado, había construido una vida llena de amor, y esa era la única verdad que necesitaba.

"Lo logramos", dijo ella suavemente.

Edward la miró, sonriendo, y la abrazó con cariño. "No solo lo logramos, Alice. Lo vivimos."

Juntos, miraron las estrellas en el cielo, sabiendo que, sin importar lo que el futuro trajera, ya no había nada que los pudiera separar.

Fin