Alice. Un regalo para navidad

III El papá que Alice sueña

El doctor Bastian hizo un recorrido por la ciudad, ya la universidad había cerrado sus puertas por lo cercano de la navidad, pero no estaba conforme y llamó a un amigo que podía darle información, y como su desespero fue notorio buscó ayuda para indagar en el asunto.

Días después los toques de la puerta se escuchaban muy seguros y con fuerza, Julieta volteó a mirar con un espasmo de sorpresa, pensó que era inusual. Caminó con ligereza y respiró profundo.

—Seguro es mi casero, qué hombre tan impertinente cada vez que me atraso en un pago.

Abrió la puerta y no pudo evitarlo, se puso blanca como un papel al merar frente a ella a Bastian Brown.

—¡Hola Julieta! —dijo, y ella sorpresivamente abrió sus grandes ojos.

—¿Uuussted? ¿Qué…hace aquí?

—Necesitamos hablar —dijo como si no deseaba perder el objetivo de su visita.

—¡No, váyase! — gritó temerosa procurando cerrar la puerta pero le fue inútil— ¡No entiendo a qué vino!

—Vine por una carta…. tú carta Julieta.

—¿Carta…?

—Julieta…sé que no me esperabas y que quizás creas que el tiempo ya pasó entre los dos  pero, necesitamos hablar…es urgente.

—No, yo no quiero hablar…váyase doctor. Hágalo como un día !o hizo...

—¿Tienes un hijo conmigo, Julieta? Leí tu carta y…

—Doctor Bastian, esa carta… la envié hace cinco años, ¿A qué vino? 

—Lo sé…no vine antes porque desconocía el contenido de ese papel…

—¡¿Qué…quieres…?!

—Quiero conocer a mi hijo —un silencio hizo Julieta mientras no podía dejar de mirarlo— sé que pudieras no comprender que…

—¡No hay hijo! —el corazón de Julieta se agitó al pensar que vendría para quitarle a Alice pero sus nervios la delataban— ¡Váyase!

—¡No me voy Julieta, no sin antes decirme qué pasó con tu embarazo! ¡No me ocultes nada porque bien sabes que igual voy a saberlo! 

Un silencioso espasmo de dolor se escuchó tras un sonido de aquel amargo y desesperante suspiro de descanso en un llanto agitado que soltó Julieta.

El hombre quiso acercarse y ella no lo aceptó, se sentía pérdida en ese momento.

—No pretendas quitarme a mi hija,  doctor Bastian yo…

—¡¿Es una niña?! — preguntó de inmediato— ¿Tengo una hija? — la joven mujer asintió con la cabeza mientras no dejaba de llorar— ¿No vas a dejarme entrar a tu casa?

Ella abrió la puerta haciéndose a un lado y el doctor Brown entró a la casa, era tan sublime la imagen de Bastian al conocer esa verdad, pero la angustia parecía no abandonar el rostro de Julieta, que este hombre buscó mirarla de frente.

—Yo no vine aquí con la intención de quitarte... a la niña, entiendo que eres su madre, ella debe estar muy ligada a ti, solo que…soy su padre y no puedes negarle ese derecho a ella de conocerme y que yo…

—No era mi intención, lo sabes...por eso le escribí cuando lo supe…usted se desapareció y no se despidió de mi, si tan solo me hubiese dicho que…yo solo era una de sus conquistas lo hubiese comprendido y al menos le hubiese dicho que en esta ciudad y en mi vientre dejabas un hijo. Fue muy duro enterarme que estaba embarazada y sola, lo supe el mismo día que se se fue de la universidad y parece que del mundo también.

—Es algo que no consideré necesario decirte,  fue una relación de dos adultos…

—¡No lo fue  de ninguno de los dos, yo por soñadora y tonta, y usted por no tomar las medidas necesarias, siendo médico no fue cuidadoso! ¿No lo crees?

—¡No hablaré del pasado! Julieta! ¡Nada cambia con eso y menos si tú sientes indignación por mi!

—Lo sé, y lo entiendo...usted no está aquí por mí, sino por mi hija…si no es porque lees la carta no hubieras venido, realmente si lo entiendo…doctor Bastian, ella ahora no está, la llevé con mi amiga mientras retiro unos pedidos, están en un paseo...

—¡¿Con una amiga?!

—Si, es Anaís, la única que no me dió la espalda convirtiéndose en mi hermana...

—No voy a irme de acá sin conocerla…

Julieta se sentó como si se desplomaba y él se sentó muy cerca de ella.

—Ella sueña con usted —dijo recordando la ilusión de su pequeña hija—su primera palabra fue papá aunque yo no le decía nada…es muy inteligente ¿Sabes?, aprendió a decir papá viendo y escuchando a mis sobrinas cuando llamaban papá a mi hermano.

El hombre reflejaba una mueca sonriente al escuchar sobre su hija, se sentía motivado por las palabras de Julieta.

—¿Hasta qué hora está la niña con tu amiga? — preguntó mientras observaba el lugar detallando su máquina de coser y algunos diseños ya listos y puestos en ganchos.

—En dos horas voy por ella, mi amiga va a trabajar y ya en ese momento creo que ya han retirado los encargos.

—Supe que ya no estás en la universidad, fui allá por ti…

—Tuve que retirarme antes de que naciera  Alice, no tuve quien me ayudara, mi familia hizo que me fuera de casa, los reproches a cada momento me hacían daño,  dejé todo para dedicarme solo a ella…




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