Alice. Un regalo para navidad

VI Conquistando a Julieta

Julieta estaba apresurada poniendo todo en orden, ya había finalizado su trabajo y guardó sus herramientas para recibir la navidad.

Ella se negaba a ir con su familia porque no dejaban de reprocharle su fracaso y recriminarle que no haya terminado la universidad, solo su hermano y su mamá la visitaban eventualmente.

Tocaron la puerta y ella se acercó a abrir,  sus ojos quedaron totalmente abiertos ante varios ramos de flores.

—¡¿Estás seguro que eso es para mí?! —dijo sin poder creerlo.

—La nota dice que es para Julieta Phillips...¿Acaso no es usted?

— Si, ¿y le dieron está dirección?

—Si señorita...

Ella no pudo evitar sonreir cuando  leyó.

<Te debo tantas sonrisas Julieta, gracias por decirme  que estabas embarazada en esa nota  y por hacerme el más feliz de todos los hombres>

—¡Qué loco que está este hombre! —dijo encantada y  tomaba cualquier sobre.

< Este ramo significa tanto para mí, debí enviártelo tu primer día de las madres, pero fui un tonto, soy tan feliz que seas tú la madre de mi hija>

—Claro, yo...es que amo mucho a mi Alice, es un loco su papá ¿Cómo hizo? ¿En qué tiempo?

Abrió cada sobre y olió cada ramos que parecía que su corazón albergaba esperanza, pero de momento reaccionó.

—¡No Julieta! ¡Tú no puedes bajar la guardia!

La doctora Anaís tocó la puerta y se encontró con tantas flores que terminó riendo.

—¡¿Julieta qué es ésto?! 

—¡Flores, muchas flores! — dijo aún contenta.

—No me digas que el italiano...

—¡¿Estás loca?! ¡No, no es él....te estuve llamando y nada que respondes!

—¿Qué pasa? Ayer no pude esperarte por eso dejé a mi sobrina con la chica que me ayuda en casa.

—El doctor Bastian Brown regresó...

—¡Nooo, no lo puedo creer! — saltó de la alegría — ¿y todo ésto lo envió él?

—¡Sí, y su conciencia,  y todos tienen un mensaje, están dedicado a cada evento que se perdió.

—Yo por menos que ésto lo perdono...no te hagas la dura que bien sabes que lo más que deseaste es que volviera.

—Es cierto... pero no olvido su abandono...

—Bueno eso sí, ¿y que te dijo?

—Que no había leído mi carta ¿Tú crees? Y que no me quitará a mi hija, que sabe que estamos unidas...

—Es posible que  haya cambiado...hoy no vendré aquí, es navidad y me toca guardia, es un día difícil, luego debes contarme todo en especial de mi Alice con su padre.

—¡Mami bendición! —dijo Alice mientras arrastraba su almohada— bendición tía Anaís...

Las mujeres al verla la tomaron en brazos y los mimos fueron su especialidad, se la comieron a besos y le dieron muchas bendiciones.

—Eres una consentida —dijo la doctora Anaís al atraparla solita en sus brazos.

—Y no queremos que seas mimada, pero no sé cómo controlarme cuando te veo así mi princesa — rió feliz Julieta.

—¿Y mi papi? — preguntó borrando la sonrisa de Julieta — Hoy es navidad y quiero mi regalo de santa para toda la vida.

—Alice, tu papi debe venir más tarde, él dijo que te ama tan grande como el cielo —la niña rió feliz al escuchar las mágicas y dulces palabras de su madre. 

Anaís se despidió y Julieta retomó los quehaceres de su hogar. Abrió su pequeño nacimiento y colocó junto a su hija los adornos de la navidad.

—¿Mami, puedo traer  la familia de osos para la cena? Ellos se portan muy bien — Julieta reía mientras sacaba rodando su arbolito de navidad.

—Alice, esos ositos no son tan comelones y además son muy educados, puedes traerlos.

Julieta abría el arbolito y escuchó el escándalo de la cesta de juguete cuando la vació en un rincón.

—Alice creí que me ayudarías con el arbolito…

—Ya voy mami, quiero ordenar la casa de mis osos para traer a Bastian —Julieta la miró y sonrió—  pondré la estrella en nuestro arbolito.

— Está bien pequeña.

***

La doctora Anaís estaba abrumada, un accidente dejó muchos heridos y no daba basto junto a sus colegas.

Se necesitaban cirujanos y ella no tuvo más opción que hablar con el director del hospital.

—¿Dices que el doctor Brown está en la ciudad? — preguntó el faculto sintiéndose en contingencia.

—Si señor...

—Lo llamaré de inmediato.

Bastián estaba haciendo algunas compras, cuando vió la llamada, no dudó en atender.

—Doctor Brown, necesitamos su ayuda…es una emergencia.

Bastián  recogió todo lo comprado y lo metió en su auto y algunos regalos los envió a casa de Julieta.

Llegó al hospital y lo recibieron  de inmediato. Lo llevaron hasta la sala de radiografía y allí le exponían los casos de emergencias.




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