Alice. Un regalo para navidad

VIII Capítulo final

—Doctor Brown…

—Voy de salida —dijo mientras muy apresurado retiraba el uniforme que usó en la cirugía — ya es tarde, Julieta y mi hija  me esperan... —Al poner la bata leyó la marca que cayó visible: "Alice", y sonrió.

—No dispondré de mucho tiempo —dijo el director del hospital— venga conmigo.

Salieron apresurados y al entrar a la sala, Julieta estaba allí con su pequeña Alice, lucían hermosas con sus abrigos.

El doctor Bastian Brown se paralizó,  unas lágrimas rodaron por su mejillas, era todo lo que necesitaba.. 

El abrazo más hermoso sintió Bastian cuando Alice corrió a sus brazos, y él se acercó a Julieta.

—Gracias Julieta —dijo en un susurro perdiéndose en su mirada pero ella volteó  y luego volvió  a él.

—Alice te extrañaba mucho, ha sido un día muy largo y…

—Eres maravillosa, sé que no es fácil para ti — susurró— Quiero volver a ganarme tu corazón.

Anaís entró y fue directo a donde estaba Alice, la niña se despegó de su padre y la abrazó fuerte.

—Alice vamos a dar un paseo, hay unas luces fabulosas que te encantarán, dejemos a tu papá que necesita hablar con tu mami —salieron felices.

—Julieta...—ella lo miró — sé que no merezco nada, que fuí un patán contigo al irme de esa manera…perdóname.

El doctor Brown estaba conmovido y sus lágrimas bajaban mientras Julieta escondía su rostro llorando para no mirarlo.

—¿Qué quieres?

—Que me perdones, que me des la oportunidad de estar a tu lado…ver crecer a nuestra hija juntos.

—No puedo, ésto es más fuerte que yo doctor Bastian —quizo salir apresurada pero él la detuvo— no digas más, usted nunca me amó y si ahora está aquí, es solo por Alice...

—Al principio fue por Alice, pero tú eres mi amor aunque yo me lo haya negado... creí que era imposible pero no es así...todo lo eché a perder, lo sé...

—Si lo hizo...me lastimó mucho...

—Escuchame...fuí, egoísta,  aunque algo especial me unía a ti, yo creí que irme era lo mejor, no me despedí porque sabía que no iba a poder, tú tenías que terminar tu carrera...fuí un cobarde, temí a lo que sentía por ti…creí que era debilidad, era tan arrogante..me equivoqué, perdóname Julieta.

—Quisiera que ésto  que yo siento fuera distinto pero…

—Voy a repararlo todo, cuando te volví a ver me sentí nuevamente enamorado…y sentir esa fuerza, ese ímpetu con nuestra hija…yo creo fielmente que no hay otro lugar en donde deba estar  que  contigo...

—Eso es imposible...

—No Julieta, no hagas como yo…

—Yo no fui ni soy cobarde — abrió la puerta y salió.

El doctor Brown fue tras ella que iba en dirección a donde estaba Alice.

La niña al verlo los tomó a ambos de las manos, quedando en el medio de los dos, y sin preámbulo se despidió de su tía Anaís que debía permanecer en el hospital.

***

—Mami ven —dijo adormecida y se abrazó a ambos en la cama como lo hizo con la familia de oso.

Ninguno de los dos quiso moverse cuando ya estaba a punto de sonar las doce campanadas, aunque Julieta ni lo veía, había cerrado sus ojos para no hacerlo, a diferencia de Bastian, él no quitaba su mirada de ella.

—Feliz navidad Julieta —dijo el doctor Brown al escuchar las campanadas, pero el sueño la había vencido.

El doctor Brown bendijo y besó a su hija, y fijó sus ojos en Julieta hasta dormirse.

***

Julieta despertó con el olor del café, recordó la noche anterior y se levantó sobresaltada .

—¡Dios, me quedé dormida! — caminó con cuidado y lo descubrió haciendo desayuno. 

—¿Por qué no se ha ido? — preguntó melancólica.

—¡Feliz navidad mi amor! —dijo él— No seas malagradecida...mira yo...

—Enfocate solo en Alice...ella merece tu atención...

—Julieta, las quiero a las dos en mi vida.

—No es cierto...

—Cuando te vi pensé que te habías vuelto a enamorar... me puse una coraza...no lo has hecho, me sigues amando a mi...lo sé, Anaís me lo dijo.

—Loca es lo que está Anaís,  yo...ella piensa que debo darme una oportunidad, piensa que usted cambió pero, yo no lo creo...

—Tu me amas Julieta y yo a ti, fuí un tonto...pero quiero...necesito una oportunidad, hazlo por nosotros, por Alice...

—¿Por qué sigues aquí? ¿Crees que el abandono se perdona? 

—Dejame demostrarte que ustedes son mi vida..

—¡Usted parece que no piensa, son cinco años de ausencia, yo lo necesite, deseaba que usted viniera y...! —el llanto de Julieta fue lo más parecido al amor reprimido.

—¡Perdóname Julieta, te juro que será diferente...

—¿Hasta cuándo doctor? ¿Será hasta que quiera devolverse sin decirme nada? 

—Nunca voy a irme, no  sin ti y sin mi hija...




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.