Parte 1
—Por favor— susurre; solo debía decir eso y la espada era mía—. Por favor Alice, sé más cortés la próxima— dije entre dientes con algo de diversión.
Camine buscando la salida, el bosque ya me estaba dando miedo. Después de horas de caminar en círculos con la armadura y la espada que pesaban más que mil elefantes juntos; divise a una luz y sí, era la salida. La espada era muy pesada, la llevaba arrastrando. Salí del bosque y de mí nació un gran alivio; suspire y mire a mi derecha. Jack.
— ¡Eh mírate! — me sonrió mientras me acercaba—. Sabía que lo lograrías.
—Cállate— le musite dejando caer la espada—. Pudiste haber entrado y ayudarme, muchas gracias.
— ¿Ayudarte? Lo tenías bajo control— me dijo sereno. Yo lo empuje, pero solo logre tambalearlo.
— ¡Casi muero de un susto! — dije enfadada—. Ya vamos de regreso, andando; no soporto este lugar—. Monte y él me siguió. Ninguno dijo nada en el transcurso del camino. Al llegar al castillo; tomé mi nueva espada y me dirigí a mi habitación. Tomé una almohada y di un grito, lo más fuerte que pude. Me sentí mejor, liberar mi ira. Estaba enojada, no sabía si con Jack por llevarme a ese bosque o por nada. Me quité la armadura, me dolían los huesos de todo el cuerpo; me recosté en la cama y cerré los ojos.
Escuché la puerta; supuse que era otro día ya que en el momento en que cerré los ojos, me introduje a un profundo sueño.
— ¡Adelante! — me hice oír, restregándome los ojos. Entro Jack—. ¡Oh, miren quien es! –fruncí el ceño y me crucé de brazos.
—Oye...
—No quiero oír— lo interrumpí y me levanté de la cama.
—No me disculpe, lo siento— se apresuró a decir antes de que yo desapareciera por la puerta del baño. Me detuve antes de cerrarla—. Lamento haberte dejado sola en el bosque— casi no lo oí.
— ¿Disculpa, como has dicho? — seguía de espaldas, sentí que se acercó.
—Dije que lo lamento— me musito. Yo suspire.
—Pensare en si aceptarlas— agregue y cerré la puerta. Se disculpó, bueno, eso es bueno, ¿no?
Me remoje durante media hora; ayer cuando regrese, estaba tan cansada que lo olvide. Cuando salí del agua me encontré con mi armadura limpia y brillante. Eso era nuevo.
—Gracias— dije a la nada. Me vestí y cuando iba salir un brillo me cegó los ojos. Era la espada, la luz del sol bailaba sobre ella—. Supongo que quieres venir—. La tomé, que extraño. Ahora ya no era pesada como ayer.
Salí hacía el pasillo y me dirigí afuera. Jack estaba sentando observando a los demás guerreros practicando. Me acerque cautelosa y lo empuje; él cayo hacia delante de manos.
— ¡Oye que mie...! — volteo y ahí estaba yo; sonriendo.
— ¿Mierda? ¿Eso ibas a decir? — le extendí la mano. Él me miro con diversión y la tomó.
—Eso iba decir— se sacudió la arena de las rodillas—. Veo que estas de mejor humor, ahora.
—Sigo enfadada— dije seria— ¿Qué hacemos hoy? — me crucé de brazos.
—Pensaba en dejarte libre hoy— arqueo una ceja—. Pero es tu decisión.
—Prefiero terminar con tus pruebas, de una vez.
—Claro, entonces andando. Antes, ¿Ya desayunaste?— le hice una mueca.
Desayune y me aliste. Luego de que terminara, salimos a volar. De nuevo sentí esa sensación que no podía definir; era como estar en el campo con el olor a césped y tulipanes...
—Ya casi llegamos— Jack me saco de mis pensamientos.
— ¿Esta cerca? Pensé que saldríamos de la Corte— expresé.
—Oh, claro que no— me sonrío y bajamos. Era un prado, el ambiente estaba algo oscuro, pero no daba miedo como el Bosque de las Pesadillas. Era raro pero bello.
— ¿Qué hacemos aquí? –pregunte mirando el paisaje.
—Bueno, ya lo veras— me guiño el ojo. Me hizo señas para que lo siguiera, él daba pasos cortos y cautelosos.
—Oye aún...
—Shhh— me callo—. Agáchate y observa— lo miré extrañada, pero hice lo que me ordeno. Él se puso junto a mí.
— ¿Qué debo ver? — le musite. Él hizo un gesto de que hiciera silencio, esperamos unos segundos hasta que el agua se movió. De ella salió una figura escuálida pero bella. Era una sirena, como la de los cuentos que me contaba papá. Me acerque más, tenía ese poder de atraer, algo típico de las sirenas—. Esto es... es fascinante— le susurre a Jack sin quitar mi vista de la criatura. Era hermosa, extraña, pero a la vez fascinante.
—Tendrás que acercarte más— me dijo Jack al oído.
— ¿Más? — lo mire y él asintió—. ¿Nunca oíste las leyendas? Si te acercas, te llevan bajo el agua y ya no vuelves a subir.
— ¿Enserio? — Musito levantando ambas cejas—. Pues ellas tienen lo que debes conseguir.
—Oh aquí vamos, ¿qué debo conseguir ahora? — fruncí el ceño.
—Una perla— aclaró él, sereno.
— ¿Una perla? — repetí confundida—. ¿Para qué quieres una perla? — le susurre con ganas de gritar.
—Se paciente, ya lo averiguaras — cando intento irse, le tome del antebrazo.
— ¿Tres palabras?
—Dos— afirmo él—. Paciencia y valentía. La tercera, la descubres tú— me sonrío y se alejó.
¿Paciencia y valentía? Bien, puedo hacerlo. Salí del arbusto en el que me escondía y la criatura se sobresaltó.
— ¡No quiero hacerte daño! — Afirme desenvainando mi espada y dejándola en el piso—. Me llamo Alice— ella abrió aún más los ojos y lució aterradora. Ella se hundió en el agua, corrí hacia la orilla, pero no veía nada. Demonios.
—Alice— dijo una voz seductora y desconcertante, mire a todos lados; no había nadie. ¿Dónde estaba? Odio los juegos como estos, voces sin dueños—Alice— repitió. Bajo el agua, la voz venía de bajo del agua.
—No puedo creer que vaya hacer esto— suspire quitándome la armadura, me metí al agua hasta que llegó a mi cintura. Estaba helada—. Me debes esta, Jack— me sumergí. Abrí los ojos y me dolieron, de pronto unas de las criaturas se acercaron jalándome de la mano. Me llevaban más abajo, sentía como el aire se me escapaba. Sentí miedo, sentí desesperación. Sentí como me dejo el aire.