Alice y el Collar de Suller (saga #1)

Capítulo XIX: La historia de Hiram

Las cenizas de la fogata subían hacia arriba, bailando con el viento y entre ellas. Haca frio, pero es soportable cerca del fuego. Jack estaba tirado con un brazo sobre la frente, lo observaba con atención. Su pecho subía y bajaba con aceleración, junto a él estaba Fax, envuelto en su capa. Me acerque en silencio hacia ellos, y me recosté junto a él. Apoyado mi cabeza en la palma de mi mano.

— ¿Estas dormido? — susurro. Sus labios se curvan.

—Lo estaba.

—Mentiroso, no lo estabas—le empujo con el codo y él ríe.

Quedamos en silencio unos minutos, las estrellas brillan sobre el cielo nocturno de Blidder. Se ven hermosas desde aquí.

—Quiero saber algo—sisea Jack.

—Adelante—lo miro. Sigue con su brazo en los ojos.

— ¿Qué harás, cuando todo termine?— suspira. Cuando todo termine, su tono fue miedoso. Yo me había puesto a pensar que haría realmente, sabía que debía volver; eso estaba seguro.

—Yo supongo, que me iré a casa— musito con mi vista perdida en el cielo oscuro.

— ¿Supones?— remarca.

—Sí, quiero decir, tengo que volver—respondo. Él se levanta y toma sus rodillas. Yo lo imito.

—Te voy... te voy a extrañar—confiesa con su vista al frente.

—Apuesto a que ya quieres deshacerte de mí—hago una mueca. Él niega divertido.

—No, me gusta estar contigo— me mira y yo me pierdo en sus ojos brillantes—, eres buena compañía Alice.

—Eres el primero que me lo dice—indico y apoyo mi mentón sobre mis rodillas.

—Pues es la verdad, me hiciste dejar de sentirme solo aquí.

—Lo dices solo porque me tienes a lado—chisto la lengua.

—Claro que no, es una verdad.

Yo sonrío. Pienso sobre sus palabras, Jack es diferente en cualquier sentido a los caballeros de mi mundo. Es amable y atento, pero tiene algo que lo hace distinto, no estoy segura que es, pero me atrae descubrirlo.

— ¿Por qué dices que te sientes solo? Tienes a Lissard, Jimmy y tus amigos... —él vacila.

—Bueno, no sabría explicártelo—responde tembloroso. Suspiro, él vuelve a recostarse.

¿Me gusta Jack? Pienso y hago una mueca ante la pregunta que me ronda la cabeza. La respuesta sería un no, preciso. Lo conozco hace poco tiempo, las aventuras a las que me lleva y sus puntos de vista divertidos. Diría que es guapo, físicamente, ¿emocional? Parece ser pasivo y melodioso. Su forma de ser es única, me acaba de confesar que le gusta estar conmigo. Digamos que por mi carácter no soy muy querida entre los míos, debo fingir tanto cuando estoy ahí. Fingir ser la chica perfecta, refinada y educada que todos esperan, pero, ¿a qué costo? Al costo de que en cuanto cumpla los diecisiete deberé entrar a mi primera temporada, conseguir un esposo como toda la sociedad quiere. Debo ser diferente en ese lugar, vestir de acuerdo a la ocasión, no correr, cubrir mi boca al reír y tapar lo que soy realmente. Ahora mismo me encuentro sola con un chico en medio del bosque helado, río al pensar la reacción de esas aburridas señoras, si se enteraran. Sin mencionar mi aspecto, sucia, el pelo pegado al cuerpo, sin darme un baño hace dos días y vestida como un soldado. Jamás olvidare esta aventura que se me cruzo.

—Nunca te voy a olvidar—susurra la voz ronca de Jack. Yo miro hacia su ubicación.

— ¿Qué dijiste? — sonrío apoyándome en una mano.

—No fui yo, fue Fax—abre los ojos y me mira.

—Así que Fax—aclaro con una mueca.

—Dice que no te va olvidar, yo tal vez lo haga el primer día que te vayas—ríe.

—Hazlo, no quería que me recordaras de todos modos— expongo con un poco de enfado. Me recuesto y le doy la espalda.

—Bien, como quieras—me empuja. Yo no le hago caso y finjo que me dormí cerrando los ojos—. Deberías practicar más tu actuación—siento su aliento en mi oído—, mentirosa— abro mis ojos y levanto mi cabeza con violencia, provocando que él se lastime la respingada nariz—. No era cierto—aclara, con la mano en la misma. 

—No importa—bufo.

—Dije que te voy a extrañar, y al decir que te extrañaría significaba que no voy a poder olvidarte—aclara.

—Dos veces—afirmo.

— ¿Qué? — frunce su ceño.

—Dos veces—asiento—, usaste dos veces la palabra extrañar— lo corrijo.

— ¿Y eso qué? — se encoge de hombros. Yo ladeo la cabeza poniendo mis ojos en blanco.

—Que no puedes usar la misma palabra dos veces—bramo seria.

—Es lo mismo—se cruza de brazos.

—No lo es—le siseo.

—Lo que digas, presumida—me hace una mueca.

—Solo juagaba, aburrido—alargo la ultima palabra y le lanzo una risa.

—Ajá— musita.

—Ya duérmete—ordeno y vuelvo a mi posición. Cierro los ojos buscando el sueño, pero no lo encuentro. Escucho la respiración entre cortante de Jack, estoy muy cerca de él.

—No puedo dormir—confiesa susurrante. Yo abro mis ojos y me coloco boca arriba, llevando mi mano al abdomen.

—Yo tampoco, cuéntame una historia—lo mire.

— ¿Una historia? — su ceño se arruga.

—Una historia—repito siseando.

—Bien, pero no soy bueno en eso—yo resoplo con desgano.

—Anda, hazlo y yo te digo si me gusta—me coloco más cerca de él.

—Bueno, aquí voy—se aclara la garganta—. Había una vez una princesa, llamada Hiram, era conocida por ser cruel con sus súbditos y familiares...

— ¿Por qué era cruel? — dudó.

—Porque así se la describe en la historia—mueve sus manos—. Un día...

— ¿Y eso porque? ¿Es cruel sin razón, alguna? — interrumpo.

—Ali, deja de preguntar y escucha—levanta su cabeza con enojo.

—Bien, de acuerdo, lo siento— musito y me apoyo en una mano—. Continúa...

—Un día, despertó y empezó a llamar a sus súbditos para que la asistieran. Cuando se dio cuenta que nadie venia, se levantó con furia y fue en busca de los que la desobedecieron. Pero ya no había nadie, grito en cada rincón con fuerza los nombres de sus sirvientes y familiares, en vano pues nadie la socorría. No encontraba ni a su padre o madre. En pena y dolida, se dejó caer en una de las torres más altas, se retorcía en las lágrimas, provocando un charco de las mismas. Sus ojos se cerraron y de ella empezaron a crecer lianas mágicas, que se expandieron por todo el castillo y la envolvieron en una prisión verde y solitaria...—hizo una pausa reflexiva.




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