Alice y el Collar de Suller (saga #1)

Capítulo XXI: Verano- Parte 1

Nos encaminábamos hacia una nueva y ultima de nuestras aventuras. El momento de buscar los collares había llegado, según me informo Jack. Primero iríamos hacia Verano, luego Invierno y por ultimo Oscuridad. Estaba algo aliviada, pero me sentía triste porque esto significaba una sola cosa, volver a mi mundo, a mi realidad y a mi vida. ¿Quería irme? Estaba pensando mucho en que hacer, pero solo tengo una opción razonable y es regresar. No pertenezco a este lugar, además era muy peligroso.

Jack volaba a mi lado, su rostro estaba mezclado con una expresión de miedo y tristeza.

—Vas callado—le susurro divertida. Él mueve su cabeza apenas y me dedica una corta sonrisa torcida.

Opte por ya no hablar, él me estaba evitando y me di cuenta. Sé que no quería que me fuera, pero no puedo quedarme. Tengo una vida que seguir, y aquí no estaba segura sí podría. Él era bueno, me conto secretos y una historia. Definitivamente jamás me olvidaría de su rostro, amistad y sobre todo, su confianza. Me dedico horas de paciencia y miradas, me conocía lo suficiente y sólo quizás, yo también.

—Debemos bajar, ya casi llegamos a la frontera—me comunica con la voz apagada.

—De acuerdo—agrego y lo miro con un poco de indiferencia.

Surcamos hacia el suelo, y se sintió como el aura y viento cambio a uno más árido y cálido. Las hojas de los arboles eran de un color verde intenso y por sus troncos se trepaban rebeldemente el musgo y algunas enredaderas.

Baje del caballo y me adelante a observar el bosque portentoso, sin dudas cada parte de Blidder era una obra de arte.

Me di la vuelta y Jack se acercaba con las riendas de los corceles en ambas manos. Me tenía mal verlo con esa expresión, como si su alegría, brillo y ser, se hubieran esfumado; dejando ver un alma triste, callada y solitaria. No quería ser la mala en este cuento, pero él debía entender que yo debía volver a mi hogar. Después de todo, solo habíamos estado juntos casi un mes. Tome mi caballo y nuestras manos se rozaron. Las suyas estaban heladas.

—Oye, ¿alguna vez has estado en este reino?—pregunto para sacar conversación, mientras caminamos.

—No, es la primera vez—responde secamente.

Su distancia hacia mí me estaba molestando.

—Juguemos a algo, ¿quieres?—le empujo con el codo.

—Claro—me sonríe y yo me alivio.

—Bueno, ¿conoces el juego de yo estoy viendo?

—No lo conozco—sisea con su vista al frente.

—Bien, te explicare las reglas. Yo diré las palabras yo estoy viendo una cosa frondosa que empieza con la letra A—sonrío—. Tú debes adivinar que es.

—Interesante.

— ¿Entendiste?

—Creo que algo, empiezas tú—me señala.

—De acuerdo, yo estoy viendo...—mire mi alrededor buscando algo que no sea difícil de adivinar y lo encontré—, una cosa realmente inmensa que empieza con la letra C—lo miro. Él frunce el ceño y empieza a estudiar el entorno.

—Algo con C—vacila unos segundos—. Lo tengo.

— ¿Y bien? Adelante—río.

—Es el cielo, ¿cierto?—levanta ambas cejas y mira hacia arriba.

—Es el cielo—aclaro—. Te la he puesto fácil por ser principiante—chisto la lengua.

—Sí claro—ladea la cabeza con diversión.

—Ahora te toca—le informo y él asiente.

Yo estoy viendo, una cosa increíble que empieza con la letra T— frunzo el ceño pensativa y vuelvo a revisar nuestro alrededor.

No encontraba nada con esa letra, realmente me la había puesto difícil el idiota. Seguí buscando e incluso con disimulo revise en nuestra vestimenta, pero no encontré algo que coincidiera.

—No hay nada con esa letra, ¿te lo inventaste?—lo miro divertida y él niega— Entonces, ¿qué es?

—Pensé que era más inteligente—me mira profundamente—. Eres —sonríe y yo me pongo incomoda.

—Eso, es decir, yo no soy una cosa—aclaro, intentando calmar mi tensión.

—Claro que sí—musita con una risa.

—Debe ser algo que este en nuestro alrededor—le informo.

—Tú estás a mí alrededor, así que cuenta—una torcida sonrisa de labios cerrados se le forma.

—De acuerdo, tú ganas sonrisitas—bramo con un poco de gracia.

Seguimos en silencio y noto que Jack, ya no esta tan apagado como en el inicio. Caminamos un trecho extenso y frente a nosotros se levantó una muralla de piedra, cubierta de algunas flores de lo más peculiares y lleno de musgo.

Jack se paró en frente y observo curioso. Yo me quede atrás, esperando. Se quedó inmóvil por unos segundos hasta que coloco sus manos sobre la piedra y las choco cinco veces, provocando un grujido en estas. La muralla se empezó a rajar y el suelo vibraba.

Se dejó ver un paisaje realmente hermoso, acompañado por la misma brisa que surco el bosque. El sol brillaba con furia en esta parte de Blidder, los árboles eran aún más verdes y los caminos que se extendían eran de una piedra oscura y brillante. Había cabañas en cada colina, pequeñas y coloridas con cascadas por detrás. En el centro, descansaba un castillo color gris claro.

—Esto es hermoso—suspiro y él me mira.

—Vaya que sí—aporta.

— ¿Cómo hiciste que se abra?—arqueo una ceja. Él ve la muralla y luego a mí.

—Un truquito que aprendí antes de venir—guiña un ojo y yo me río con ganas.

Entramos por los senderos brillantes, hasta llegar a un puente que nos separaba del pueblo. En cada columna poseía una piedra turquesa, brillando con intensidad.

— ¿Qué son?— los señalo y miro a Jack.

—Zafiros del guirigay—responde y pongo expresión confusa—. Cuando en algún reino hay un periodo venturoso y extenso, se los coloca en cada parte del territorio para así, informar a las hadas que las festividades empezaron—me informa.

—Fascinante—jadeo.

Seguimos por el puente y noto que no hay un alma, más que nosotros.

— ¿Dónde estarán los habitantes?—dudo mirando el alrededor.




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