Alice y el Collar de Suller (saga #1)

Capítulo XXIX: Un camino vigoroso

El camino bañado por la centellante luz de luna iba en silencio, excepto por Amín, quien no dejaba de musitar lo emocionado y aterrado que estaba. La brisa que surcaba apenas se sentía y los nervios de los tres, exigían salir. Ali iba en silencio, con esa mirada perdida y confundida que tenía. Cada vez que miraba sus ojos claros, un frío me recorría la espalda y me ponía los pelos de punta. Sabía que estaba asustada, aunque intentara parecer serena. Yo estaba aterrado por lo que pudiera llegar a pasar, Dark podía romperle el cuello con una sola mano y todo se acabaría. Intente evitar más de una vez que cruzara el portal, sólo para salvarla, para mantenerla lejos de este destino que la aguardaba. No pude, falle y ahora la estoy conduciendo a un lugar dónde todos y todo la quieren ahogándose en su propia sangre.

—Saben, estoy algo ansiosos de ver como es Oscuridad—habla Amín—. Digo, jamás he estado ahí.

—Créeme, ya no querrás volver a verla una vez que entres—le advierto.

Alice no dice nada. Sólo camina seria y respira entrecortadamente. Vacilo unos segundos y me adelanto un poco para quedar junto a ella.

— ¿Estas bien?—le susurro preocupado. Me mira y asiente con una sonrisa apagada.

—Lo estoy—responde en suspiro.

—Todo va salir como lo planeamos, Ali—le aclaro.

—Eso espero—me sisea.

— ¿Creen que Dark nos mate, si nos descubre?—duda Amín con la voz temblorosa.

— ¿Tú que crees?—dice Alice con una voz risueña.

—Bueno, estaba pensando en una teoría—apunta él— ¿Y sí Sorin, secuestro a Jimmy como una trampa?

— ¿Cómo una trampa?—vacilo.

—Exacto. Ya saben, para que Alice fuera directo a Oscuridad a buscarlo—ella me mira con un ceño, y luego levanta las cejas.

—Puede que tenga razón—dice con sus cejas aun levantadas—. Pero tarde o temprano yo tenía que ir hasta ella y cumplir la profecía—le dirige a Amín.

—Claro—resopla él—. Tienes razón.

Nos quedamos silenciosos unos minutos. Alice iba en medio de nosotros dos, se aclara la garganta y con un ceño pregunta:

— ¿Por qué los reinos sólo tienen un soberano?—nos mira a ambos.

—Explícale tú—me señala Amín. Ella me mira con una sonrisa.

—Bueno, los reinos constan de un soberano solamente, porque matan y se devoran a su pareja—le informo y sus ojos se abren como platos.

— ¿Qué?—expresa con la voz fina— ¿Cómo que matan y se devoran a su pareja?

—Déjame informarte—muevo mis manos—. Es tradición y obligación aparearse, al concebir un heredero para el trono, el rey o reina debe matar para luego devorarse a su pareja. Existen casos, como el de la reina Freidere, que pueden llegar a tener más de un crío—le aclaro.

—Wau—musita con un ceño— ¿Por qué deben hacer eso? Es algo irónico—opina.

— ¿Por qué sería irónico?—duda Amín.

—Porque...—lo mira—Sólo piénsalo, se supone que se aman y al final, uno termina devorado por el otro—resopla y Amín asiente pensativo rascándose el mentón—. Sigue, Jack—me sonríe.

—Según mi padre, esta tradición se ha hecho por milenos—le explico—. Pueden optar por hacer el desgraciado evento cuando ellos quieran, pero según los encantadores; si lo hacen después de que el heredero nazca, las fuerzas oscuras no tocaran el reino. Es por eso que la mayoría no conocen a uno de sus progenitores.

—Que necedades—resopla y rueda sus ojos.

—Oye, es tradición aquí—le aclara Amín.

—En mi mundo, eso sería un crimen—nos dice ella.

—Buen punto—suspiro.

La conversación se acaba, al darnos cuenta que el ambiente se ha vuelto pesado y frío, una niebla que me deja ciego, se mezcla entre nosotros. Vacilo para buscar a Alice.

— ¿Ali?—susurro temeroso.

—Estoy aquí—tose y toma mi mano. Le doy un apretón y suspiro al saber que está cerca.

— ¿Amín?—pronunció ronco.

—También estoy aquí, junto a Alice—me responde del otro lado.

—No se muevan—nos ordena ella. Aleja su tibia mano y oigo que hurga entre su armadura de cuero. Al instante, una luz cálida y disimulada, nació entre sus pálidas y suaves manos. El collar de Alied.

—Bien, con esto veremos lo que resta del camino—nos susurra. Se cuelga el collar y toma mi mano callosa, luego la de Amín. Empezamos a caminar en pasos silenciosos, saco mi espada ágilmente y la sostengo con la mano libre. Mi compañero, me imita del otro lado.

Nuestro alrededor estaba totalmente oscuro, la luz del collar era la única fuente para ver. La luna se había cubierto por las nubes oscuras. Se oían jadeos, susurros, gritos y lamentos. Mire hacia Alice con el rabillo del ojo y noté su mirada asustada, le apreté la mano y ella me miro, sólo sonrío y asintió, como si supiera lo que intentaba decirle. Caminamos dificultosamente por una media hora más, hasta que divisamos unas penumbrosas luces y oímos aleteos en el cielo. Alice me miro, le asentí con rapidez y nos separamos. Ella con Amín del otro lado, los tres con el pecho al suelo.

—Apágalo—le susurre con un ceño. Ella levanto la vista y apretó los dientes.

—No puedo—apenas la oigo. Vacila y mete el collar bajo su pecho y alcanzo a ver que baja la cabeza cuando los aleteos se acercan. Pego mi mejilla al suelo y con el rabillo del ojo observo paciente. Muevo mi cabeza un poco e intento divisar a mis amigos del otro lado, pero no lo consigo. Todo está oscuro y me asusta volver a estar otra vez, solo entre sombras.

—Jack—me susurra Alice. Abro mis ojos y la encuentro arrodillada junto a Amín—. Creo que ya se fueron.

Levanto la vista para confirmarlo y asiento. Me pongo de pie en un movimiento cauteloso. Miro a ambos.

—Llegamos a la frontera, debemos transformarnos—informo. Saco la bujeta dónde está la pócima cambia formas y se la paso. Él destapa el frasco con la sangre oscura.

—No puedo creer que vaya hacer esto—se lamenta. Ali ahoga una risa y se cruza de brazos—Salud—dice Amín levantando el frasco y llevándoselo a la boca. Rápidamente hace lo mismo con la pócima y su expresión es de asco. Me pasa el frasco y se pasa el dorso de la mano por la boca manchada.




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