Alice y el Collar de Suller (saga #1)

Capítulo XXXIII: El portal II

Mis pies ardían y amenazaban con hacerme tropezar en cualquier instante. El sudor caía sobre el costado de mi frente. Ya casi llegábamos hasta el bosque, lo cruzaremos para encontrar a la milicia. Jack iba con los ojos cerrados y la cabeza gacha, sus manos estaban calientes y no frías como debía ser. Respiraba con dificultad, caminaba ayudándome pero sabía que estaba por desmayarse en cualquier segundo. Tenía una mano presionando la herida, pero la sangre no hacia el favor de quedarse allí. La espalda me dolía, mis labios estaban secos y tenía sed. De tanto en tanto miraba hacia atrás o a mis lados para divisar a Sorin, pero no estaba en ninguna parte. Tenía ese miedo de que estuviera cerca con la intención de hacernos daño.

—Jack...—jadee y él entreabrió los ojos—Allá—señale el bosque—, ya casi llegamos, anda—gruñí acomodándolo.

Mis pasos fueron un poco más rápidos al cruzar la frontera de Oscuridad. Me deje caer con Jack a mi lado, quien estaba mojado por completo y sus labios estaban blancos. Suspire cerrando los ojos, tratando de asimilar todo lo que había sucedido. Me oculte las lágrimas de rabia, había perdido los collares, todos. Ahora ella tendría a Blidder en sus manos y todo por mi culpa. Había fallado, a todos e inclusive a mí misma.

Me pase la manga de mi camisa por la frente y mire a mi compañero, su pecho apneas subía y bajaba. Con la poca fuerza que me quedaba, me levante jadeante y camine hasta él.

—Vamos, falta poco—le suplico, cruzando su brazo por mi cuello. Se queja dolorosamente pero logra ponerse de pie, apoyando su cabeza sobre la mía. Suspiro y empiezo a caminar por el mismo camino que cruzamos anteriormente.

—Alice...—me susurra.

—Dime—digo en el mismo tono.

—Me hubieras dejado allá.

— ¿Otra vez con eso?—espete.

—Ellos tenían razón, yo te mentí—musita y me quedo en silencio por unos segundos.

—Tú no debías decirme nada, mi padre y tía fueron los que me lo ocultaron—aclaro suspirando.

—Pero yo también lo hice, y en verdad, lo lamento—solloza y puedo sentir su frente caliente sobre mi cuello y sólo asiento.

—Está bien, no estoy enojada contigo—le confieso.

— ¿En verdad?—pregunta en un tono apagado y con la voz ronca.

—Claro que no, si lo estuviera, ¿crees que te hubiera traído conmigo?—lo miro. Él ríe con dolor.

—Supongo que no—sonríe. Yo lo imito.

Caminamos un trecho largo hasta que por fin, pudimos ver las banderas doradas flameando. Había una milicia enorme, habían instalado tiendas. Algunos soldados se encontraban yendo de aquí a allá y otros practicando o afilando sus espadas. Desde la entrada de la tienda más llamativa, el muchacho de cabello blanco que me había guiado a la cocina, se percató de nosotros.

— ¡Ayúdenme!—brame con mi último esfuerzo y sin vacilar más, caímos al suelo. Yo del cansancio y Jack del dolor. Me perdí en el cielo gris. Escuchaba las voces a mí alrededor.

— ¡Rápido!—ordenaba. Con un zarandeo delicado me volvió a la razón— ¿Estas bien?—me miro con preocupación, busque a Jack, quien lo cargaban en una especie de camilla—Tranquila, lo llevaran con un Alzen—posa su mano sobre mi espalda.

—Agua, por favor—susurre.

—Dámelo—extendió su mano hacia un chico que se quitaba una cantimplora. Me la acerco y la tome con rapidez—. Despacio, tranquila—me palmeo la espalda. Limpie mi boca y suspire con cansancio. El chico me sonrío.

—Gracias—le regreso la botella.

— ¿Te encuentras bien o estas herida?—yo niego.

—Estoy bien—suspiro. Él hace un gesto para que me ayuden a levantarme. Despacio dejo el suelo con ayuda—. Gracias—sonrío a medias.

— ¡Alice!—la voz de Jimmy me hace abrir los ojos. Está a unos metros de mí y corre con rapidez. Frena con un abrazo que yo recibo con seguridad. Apoyo mi mentón sobre su cabeza. El chico de cabello blanco me hace un gesto y nos deja solos.

—Gracias a todas las ninfas—Amín aparece de repente.

— ¿Dónde está Jack?—Jimmy se separa y mira el alrededor. Yo vacilo.

—Alice, ¿está todo bien?—Amín apoya su mano sobre mi hombro y yo niego con la vista nublada.

—Jack esta con un Alzen—sollozo.

— ¿Qué?—exaspera Jimmy— ¿Qué le paso a mi hermano?

—Fuimos atacados, lo acaban de llevar—respondo con dificultad. Él no duda y empieza a correr en busca de su hermano. Yo y Amín nos quedamos en un silencio doloroso.

— ¿Qué paso allá, Alice?—yo intento formular una respuesta pero sólo me salen lágrimas.

—Lissard...—trago saliva—Ella nos traiciono.

— ¿De qué hablas?—apoya ambas manos sobre mis hombros.

—Todo fue su plan desde el principio, buscar los collares, los poderes—intento no quebrarme y lo miro—. Ya no tengo los collares, Amín—lloro y él expresa miedo y asiente abrazándome.

—Tranquila—me susurra—. Todo va estar...—suspira—bien.

—Lo siento, les fallé a cada uno—limpio mis ojos.

—No, tú no nos has fallado—levanta mi mentón—. Sigues aquí, estas a salvo y eso es lo que cuenta—aclara.

—Amín...—miro el campamento y un pensamiento sombrío me invade—Deben levantar las tiendas e irse, ahora—miro el alrededor—. Dark tiene los collares y en cualquier momento...—él entiende todo y sin dejarme terminar corre hacia los soldados y lo persigo.

—Escuchen—brama y algunos lo miran, se aclara la garganta y sube a una tarima— ¡Escuchen!—grita más fuerte. Todos lo miran en confusión, él resopla—Debemos levantar el campamento, ahora e irnos.

— ¿Qué?—habla un muchacho pelirrojo—Debemos esperar al batallón de Verano e Invierno, tenemos ordenes de la princesa.

—La princesa deserto—interrumpo y algunas me dan un ceño.

— ¿Deserto?—duda.

—Oye, tú eres la portadora—dice una voz de fondo— ¿No se supone que deberías estar en Oscuridad?—duda y todos empiezan a hablar. Amín me mira y yo suspiro.

—Escuchen—ordena Amín pero nadie hace caso. Subo a la tarima despacio.




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