Capítulo XXXIV: El regreso

Un dolor penetrante palpitaba al costado de mi cabeza, oía murmullos. Abrí los ojos lentamente y todo se veía borroso. Escuche las voces a lo lejos, haciéndome eco.

— ¡Alice!—oí cerca. Entreabrí los ojos y la luz me cegó unos instantes. Hice una mueca e intente levantarme.

— ¡Señorita Alice!—fruncí el ceño llevándome la mano a la parte trasera de la cabeza. A unos metros de mí, veía una figura borrosa. Parpadee un par de veces, hasta que logre ver a un niño.

— ¿Jimmy?—brame.

—En realidad, me dicen James—susurra.

El niño se acercó deprisa y al instante la sangre se me helo y abrí los ojos como platos.

— ¿Qué demo...?

James III de Devonshire. Cabello marrón claro, ojos verdes, era pálido y lleno de pecas. Llevaba una sonrisa impresionada y algo orgullosa con un traje verde musgo que hacia juego con sus ojos. Retrocedí un poco con confusión, asimilando todo hasta que me lleve la mano a los labios recordando lo que había pasado.

— ¡La encontré!—informo llevándose las manos al costado de la boca para así, lograr que su grito sea más audible— ¿Esta bien, señorita?—vuelve a mí agachándose.

—Eh... yo—arrugo la nariz y noto que estoy cubierta de hojas y llevo mi vestido azul pálido del inicio y todo se vuelve más confuso. Toco mi rostro para asegurarme que no es un sueño, James me mira con un ceño.

— ¿Señorita Alice?—canturrea una voz gruesa y me giro para encontrarme con Simón I de Devonshire. El cabello oscuro caía sobre su rostro. Corrió deprisa hasta nosotros— ¿Se encuentra bien?—dice preocupado y me toma de la mano. Yo solo puedo devolverle un ceño, pero al instante, respondo asintiendo.

—Sí, yo, estoy bien...—musito achicando los ojos. Él sonríe ligeramente.

— ¡Oh, casi muero del susto!—Darling. Aparece junto a otros llevándose la mano al pecho y suspirando.

— ¿Cómo llego tan lejos?—duda Isabella.

—Permítame—habla Simón y yo vuelvo asentir a lo que él me ayuda a levantarme. Me quito las hojas secas del cabello y vestido paseando mi vista por los presentes, quienes me miran aliviados. ¿Qué demonios había pasado?

—Espero que no te hayas hecho daño—se acerca una señora mayor, que reconozco como la madre de Darling. Yo hago una mueca.

—Me encuentro bien—aclaro y las palabras me hacen eco—. Gracias—sonrío a Simón quien asiente apartándose.

Estudio el lugar y la mayoría de los invitados de la fiesta se hallaban aquí. Asimile todo, y la piel se me erizo. Parecía ser que estábamos en la fiesta de la reina, pero, ¿cómo era posible? Yo me había ido a Blidder casi una luna y era imposible que el tiempo no hubiera corrido. Mis pensamientos confusos se dispersan, cuando me encuentro a mi tía Dorothy, haciéndose paso entre la multitud agitadamente.

— ¡Querida!—se lleva la mano al pecho— ¿Estas herida?—me revisa con la mirada preocupadamente. Mi respiración es entrecortada y mantengo mi vista en la de ella. En este momento debería abrazarla como nunca, pero un sentimiento de odio me invadió al saber que quizás ella sabía todo.

—Estoy bien—susurro subiendo el mentón—. Gracias a todos por preocuparse—sonrío y empiezo a caminar entre ellos como si estuviera hipnotizada.

Todo era aún más incierto para mí. Los ojos se me humedecieron y me quite el pelo de la boca. Mire los árboles del bosque, en verdad estaba de vuelta. La rabia se me acumulo en el pecho por todo lo que había pasado. Por los secretos, verdades, problemas y por Jack. Apreté los dientes, pasando el dorso de mi mano por mi mejilla que estaba caliente. Suspire cerrando los ojos y mire hacia arriba.

— ¿Por qué, Jack?—le susurre al cielo.

Camine entre el laberinto que me había llevado al bosque, sentí nostalgia. Luego de volver a la fiesta, mi tía decidió que nos iríamos debido a que yo podría estar cansada. La reina nos dio buenos deseos e invito a tomar el té próximamente. Subimos al carruaje en silencio, ella frente a mí. Me cruce de brazos con un ceño y mire hacia la ventana con la intención de no hacer contacto visual con ella, tragando todas las lágrimas e intentando deshacer el nudo en mi garganta. Fue un viaje silencioso e incómodo. Al llegar, me apresure a bajar e ir a mi habitación.

Entre a la casa y mire todo. Para ellos me había ido por unas horas, pero para mí fueron semanas. Suspire y no aguante, el agua salada surco mis mejillas, empecé a subir las escaleras. Me sentía pesada, el cuerpo me dolía al igual que la cabeza. Llegue a la puerta de mi habitación, la mire unos segundos hasta que gire la perilla de la puerta y crucé. Todo estaba como yo lo había dejado hace un mes o mejor dicho, esta mañana. Me recosté en la puerta, deslizándome hasta quedar sentada con mí vista hacia las puertas del balcón, que estaban abiertas.

Blidder.

No dejaba de pensar en Blidder.

Golpee mi cabeza contra la puerta despacio y cerré los ojos. Respire hondo y mire el techo. Todo me dolía, cada verdad que había descubierto, el saber sobre mi origen, la traición de Lissard y Jack.

— ¿Qué le parece este?—me sisea Emily mostrándome un vestido amarillo.

—Sí, es bonito—respondo secamente desde el marco de la puerta del balcón.

—Bien, buscaré un corsé—sonríe y acomoda el vestido sobre la cama.

Mi tía me esperaba para desayunar, ayer cuando habíamos vuelto yo no baje a cenar y me quede en la habitación hasta ahora. Emily me ayudo quitándome el camisón transparente. Luego con el corsé y después con el vestido. Me hizo señas para que me sentara en el tocador y así lo hice, me acomode y me vi frente al espejo. Las cicatrices ya no estaban y trague saliva.

— ¿Está todo bien?—pregunta Emily tomando el cepillo del tocador.

—Sí, lo está—asiento y le doy una sonrisa de labios cerrados.

Ella termina con mi cabello y le agradezco. Camino hacia la puerta y me detengo cuando la veo empezar acomodar mi cama.

—Emily—digo volteándome, ella me mira—. Puedes dejarlo, lo haré yo misma—me acerco tomando las sabanas.