Alice y el Collar de Suller (saga #1)

Capítulo XLI: La cobardía de los reinos

Con los labios calientes al igual que el resto de mi cuerpo, la vi por una última vez. La vi alejarse, irse. Yo la aleje, la deje ir. Ese sentimiento de querer protegerla me invadía, y no podía ignorarlo, porque ella era mi prioridad, mi deber.

Trague saliva que se mezcló con un sabor a sangre. El viento me surco la cara y me quede viendo la pared vacía ante mí. Sentía como mis manos temblaban. El corazón se me lleno de un vacío lastimoso y la escena de ella yéndose, no abandonaba mi mente.

Cerré mis ojos unos momentos, suspire con dificultad debido a la herida que palpitaba a mi costado.

—Adiós, Alice—susurre jadeando a la nada con dolor y me di la vuelta caminando hacia mi corcel.

Me monte sobre el con la mano en el costado. Subí hacia arriba con dirección a luz, donde las tropas esperaban.

Ahora sabía que pasaría. Darklien tena los collares por lo que todos, estábamos perdidos. Iba luchar, aunque tenía esa predicción de que no triunfaríamos. Lo haría por Blidder. Por todos los habitantes. Por ella.

Maniobre hacia abajo, donde divise a los centinelas preparándose. El miedo podía sentirse en el ambiente.

Deje al corcel en manos de un mozo y camine hasta Amín que estaba de espaldas entre los hombres. Palmee su hombro y su expresión fue confusa.

— ¿Estas bien?—musito al notar que cojeaba.

—No—admití mirando mí alrededor que era un caos.

— ¿Ya se fue?—baja la vista.

—Lo hizo—respondí con frialdad.

—Enserio, lamento que no haya salido como queríamos—suspira.

Iba hablar, pero sentí como unas manos se aferraron de mi cintura con fuerza.

Jimmy.

—Hola—desparrame su cabello. Me sonrió pero esa expresión se borró cuando miro por todos lados con confusión.

—Jack—dejo la vista en mí— ¿Y Ali?

Sentí un dolor en la espalda.

—Jim...—suspire y me agache hasta quedar a su altura. Él frunció el ceño—Alice se fue, ya no va volver—le aclare.

— ¿Qué?—su rostro se volvió rojo— ¿De qué hablas? ¿Por qué?—sus mejillas se bañaron en lágrimas— ¿Hice algo malo? ¿Fue porque estuve en Oscuridad? ¡Lo siento!—me abrazo jadeando.

—No, no—recosté su cabeza en mi hombro y él no paraba de llorar profundamente—. Tú no hiciste nada malo. Ella tuvo que volver a casa—le musite pasando mi mano por su espalda.

— ¿Por qué?—sollozo— ¿Por qué se fue a casa?—lo separe de mi hombro y seque sus lágrimas.

—Porque es lo correcto—sonreí—. Ella debía volver con su familia, tú sabes que es estar alejado de las personas que quieres por tanto tiempo, ¿no?—restregó sus ojos.

—La voy a extrañar mucho—vuelve a llorar.

—Yo también amigo, yo también—le doy un abrazo corto.

— ¿Va volver algún día?—me susurra a la oreja.

—Yo...—su mirada me mostro desesperación—no lo sé.

— ¡Jack!—escuche a mis espaldas y me voltee deprisa— ¡Tienes que venir a ver esto, rápido!

Tome la mano de Jimmy y corrí detrás del soldado junto con Amín. Sentí un miedo en el pecho que se me subió a la garganta. Cruzamos la multitud que murmuraba y nos detuvimos al frente de todos.

— ¿Qué demonios es esa cosa?—susurra Amín con los ojos aterrados. Alzo mi vista y lo veo.

A lo lejos, una masa negra se expande hacia arriba. Criaturas. Son aladas y totalmente negras, ella las libero. Vacilo con la respiración dificultosa debido al golpe.

— ¡Amín!—lo empujo. Él me mira.

Estoy a punto de hablar, cuando un rugido furioso llega nuestros oídos dolorosamente. Me tapo ambos al igual que el resto de los presentes.

El Wolffen.

Había liberado al Wolffen también. Estaba desatando todas sus criaturas de las penumbras y con una única intención. Destruir todo y a todos.

—Tenemos que movernos—me sisea y asiento deprisa. Miro abajo, a Jimmy.

—Escucha—le tomo de los hombros—. Necesito que vayas al escondite donde te enseñe, ¿recuerdas?—él asiente—. Bien, no salgas hasta que yo vuelva, ¿de acuerdo?

—De acuerdo—susurra y se lanza sobre mí en un abrazo profundo.

—Vete, ahora—me separo—. No salgas de allí, en cuanto regrese iré por ti—vuelve asentir y corre, despareciendo entre la multitud.

—Listo—me dice Amín agitado—. Las tropas están listas.

—Bien—meneo la cabeza y miro hacia Oscuridad—. Andando.

Con los soldados detrás, me alce por el cielo listo para lo que venía. Aunque el dolor era insoportable para mí, defendería mi reino hasta el último aliento que tuviera. Cruzamos el pueblo, desde lo lejos, divise a las criaturas aladas. No tenían rostros, eran de aspecto escuálido y sus uñas eran largas.

— ¡Amín!—grite tan alto, para que me escuchara. Él maniobro y se acercó hasta mí con un ceño.

— ¿¡Qué quieres que haga!?—mira hacia adelante.

— ¡Tú y la milicia que tienes al mando bajen al pueblo, yo y Caiel iremos hasta Oscuridad!—le ordeno a lo que él asiente deprisa.

Con un gesto de manos, surca hacia abajo como una flecha y sus soldados por detrás. Caiel menea la cabeza del otro lado y asiento haciendo un gesto hacia nuestra dirección.

Avanzamos hasta llegar a las fronteras y en ese momento, di órdenes para que bajáramos. Fui el primero en desmontar, espere unos segundos.

—No hay peligro—miro hacia arriba y el resto baja.

Camino hasta el punto donde Oscuridad choca con el bosque, el cual era reino de los silfos, ninfas y demás criaturas. Suspire y el costado me punzo.

—Jack—habla Caiel y volteo.

—Dime.

—Las tropas de Verano están aquí—me señala y diviso a Siker con una armadura de oro al igual que una diadema en la cabeza.

—Bien—palmeo su hombro y me abro paso hasta la multitud—. Príncipe—digo en tono alto para llamar su atención.

—Ya comenzó—me sisea él acercándose.

—Sí—suspiro mirando el alrededor.

—El ejército de Invierno debería estar aquí pronto, ¿los esperamos o atacamos?—duda y siento la carga sobre mi espalda—. Por mi parte, creo que deberíamos atacar.




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