Era un gran pozo que se extendía a lo largo de unos sesenta o setenta metros en la redonda. En su interior, yacía una de las torturas más horribles que yo había visto.
Jaulas.
Había jaulas debajo de nosotros. Y dentro de ellas, hadas. Los soldados. Nuestros amigos.
Encerrados como animales, pero de una forma atroz. Algunos tenían las manos atadas y otras mordazas en la boca. Eran brillantes, eran mágicas. Sus armaduras desgarradas e inclusive, ensangrentadas.
—Jack—tartamudeo Jimmy y me sacudió—. Tenemos que bajar.
Yo estaba en shock. La manos me temblaban al punto de que las piernas también. Los ojos se me llenaron de lágrimas, la voz de Jimmy se desvaneció en mi mente. No podía quitar la vista de la escena que tenía en frente.
Estaba quieta. Muerta.
Alice. Alice. Alice.
Trague una bocanada de aire al escuchar las voces. Y ahí supe. Supe que ella estaba cerca. Nos estaba observando. Pero no se atrevía a mostrarse.
Yo no le tenía miedo. Ya no.
Muchas cosas me habían destruido.
Sobreviví a la peor depresión. Sobreviví a la verdad, las mentiras, las confusiones y esto, esto no era mi fin. Aprendí que si supe vivir con todo lo que me había pasado, esto no era nada; sobreviviría a esto, a todo lo que viniese a continuación.
— ¿Alice?—escuche con desesperación y me voltee a verlo.
—Tenemos que bajar—volví a repetir.
Él asintió y estiro sus alas oscuras que desprendían espolones de magia. Abrí los brazos y él me sujeto. En un aleteo rápido, aterrizamos en el agujero.
Se oían gemidos y unos ojos nos miraron. Me gire y alcance la jaula más cercana que tenía. Me aferre a los barrotes.
—Oye, oye—intente no quebrarme— ¿Puedes oírme?
Pero el soldado que yacía en el suelo no respondía.
No por favor, tienes que estar vivo.
—Vengo ayudarte—busque como abrir la jaula y encontré una cerradura—. Aguanta—me gire— ¡Jimmy!—le hice señas y él corrió.
—Oh no, es Xleir—murmuro.
—Podemos abrirlas, con las espadas—le indique.
—Tienes razón, ayúdalos, yo iré por los demás—asentí muy deprisa y desvaine mi espada.
Coloque el filo en la cerradura e hice fuerzas para romperla. En un crujido agudo, esta se rompió con una facilidad que no esperaba. Tire la espada y me arrastre hasta él. Di vuelta su cuerpo y apoye mi oído en su pecho.
Estaba vivo.
— ¿Puedes oírme?—lo sacudí delicadamente.
Él tenía los labios secos y sangre en la cabeza. Su pecho estaba rasguñado e imagine lo peor.
— ¿Xleir? Por favor—le susurre quitando su cabello ondulado de la cara.
Al ver que estaba demasiado inconsciente. Lo arrastre fuera de la jaula y deje apoyado en la misma. Tome mi espada y le prometí volver enseguida.
Busque a Jimmy entre las jaulas, algunas haya estaban abiertas así que deduje que él lo estaba haciendo. Todos los soldados estaban inconscientes y eso no se podía debatir, estaban demasiado lastimados.
Camine entre ellas y encontré a Jimmy hablando con un soldado. Uno que si estaba consiente. Corrí hacia ellos.
Este apenas me vio, tomo de mis hombros y me sacudió balbuceando.
—Tranquilo, tranquilo—forcejee con él para que se calmara y lo logre.
—He estado intentado hablarle pero solo tartamudea—me explico Jimmy. Asentí.
— ¿Cuál es tu nombre?—dije despacio.
—Agnar—respondió en un susurro.
—Bien, Agnar—deje mi espada en el suelo—. Soy Alice y él es Jimmy—señale.
—Lo... sé—su boca tembló.
Vacile unos segundos mirando el entorno.
— ¿Cuál es tu batallón, Agnar?
—Segundo—aclaro.
—Ese es el batallón de Amín—informo Jimmy.
—Amín—refresque mi memoria— ¿Dónde está él?—me dirijo a Agnar.
Él miro alrededor tembloroso para luego poner su vista en mí.
— ¿Agnar?—levante las cejas.
—Él debe estar entre estos...—señalo con su dedo el entorno.
— ¿En una de las jaulas?—siseé.
Asintió muy deprisa.
—Bien, bien—me lamí los labios— ¿Crees poder ponerte en pie, Agnar?
Volvió asentir.
Intento levantarse con la poca fuerza que le quedaba así que Jimmy y yo lo socorrimos.
—Toma—le extendí una de las espadas que tenía—. Así puedes ayudarnos a sacar a los demás—le señale. Él vacilo en si tomarla pero lo hizo temblorosamente.
—Sigamos—hablo Jimmy y se dio vuelta.
Los ojos de Agnar se abrieron al punto de parecer que se le escaparían retrocedió, tropezando con la puerta de la jaula.
—Oye, tranquilo—me acerque y Jimmy intento hacer lo mismo pero él se asustó.
—Bestia—lo apunto.
Mire a Jimmy y sus ojos esmeralda se volvieron brillantes al igual que su expresión que cambio a una más triste y retrocedía.
—No—lo mire—. Él no es una bestia, es Jimmy.
— ¿No... lo ves? Tiene la marca—titubeó.
—Son alas, no marcas—apreté los dientes—. Jamás podría hacerte daño, tiene el corazón más puro que yo conozco—fruncí el ceño— ¿Alguna vez alguno de ellos te ha hecho daño?
Él negó deprisa.
—Entonces, ¿por qué lo señalas como si fuera una alimaña?—le brame.
—Te lo dije—escuche a mis espaldas.
—No, tú no eres una bestia y nunca lo serás. ¿No es así, Agnar?
Este vacilo con la mirada para luego asentir.
—Entonces, ¿vas ayudarnos?—le remarque.
—Sí—asintió y volvió a levantarse con mi ayuda.
—Jimmy—me acerque y le sonreí a lo que él hizo lo mismo.
—Gracias—me susurro.
—Vamos, tenemos que sacarlos—les recordé a lo que ellos asintieron.
Me metí entre las jaulas en busca de Amín. En busca de Jack.
Revise y revise. Abrí todas jaulas que pude, pero la mayoría de los soldados estaban desmayados. No me había dado cuenta que me aleje de Jimmy y Agnar al punto de que ya no los vi a mis espaldas.
Suspire y seguí caminando. Apreté la espada contra mi muslo.
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Editado: 20.11.2021