Alice y el Collar de Suller (saga #1)

Capítulo XLVII: Final

Dentro de cualquier tormento, siempre hallaras una calma...

—Alice, ¿vamos?—me hablo Jack del otro lado.

—Sí, ya voy—le sonreí y sople la vela dorada—. Nos vemos después—apoye mi mano en el cemento frío.

Camine entre las lápidas hasta el arco de piedra cubierto de lianas. Jack apoyado en la misma me sonrío.

—Vamos—tome su mano y caminamos fuera de dónde los muertos descansaban.

A veces suelen decir que la magia no existe. Pero eso no es cierto, la magia esta en las personas, las cosas, en ti mismo. La magia esta en todo el mundo, sólo hay que ser un poco más curioso para encontrarla.

—Oigan, miren Fax ya aprendió a volar—dijo Jimmy entre risas.

—Ya voy—se río Jack y corrió hacia ellos.

El mundo es fisgón, romántico, aventurero, miedoso e increíble.

Solemos temer de lo que no conocemos, pero si somos lo suficientemente valientes lo perseguimos, vamos tras esa insignificante cosa que puede provocarnos temor.

Hay que prestarle atención a la vida, porque aunque no nos demos cuenta, ella nos enseña todo. Es una aventura, una aventura de la cual tenemos la oportunidad de disfrutar, de vivirla.

El destino, no podemos elegir nuestro destino pero si manejarlo.

— ¡Alice, vamos, deprisa!—me hace señas Amín.

—Ya voy—sonreí.

La felicidad puede durar poco, pero mientras la tenemos, debemos considerarla un privilegio.

—Ven—Jack extiende su mano y la tomo.

Nosotros éramos felices, pero yo sabía tanto como Amín, Jimmy y Jack, que esta felicidad se vería perturbada pronto, y por esa razón, debíamos estar unidos.

Este no era el final, sino el comienzo de una amistad y un romance.

Volver a empezar. Esa era la frase clave que debíamos seguir, reconstruir Blidder, forjar alianzas y detener a las criaturas que podían seguir rondando.

Cuidarnos las espaldas. Cuidarme la espalda, desde ahora vendrían más enemigos, más enemigos que me querrían, matarme, quitarme esta piedra que se había vuelto parte de mí.

Pero yo sabía, y lo sabía mejor que nada. No estaba sola y no volvería a estarlo jamás.

Nuestro destino puede estar frente a nosotros, o, atravesando un portal. 

 

Fin de la primera parte

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.