Extraído del dosier de casos no publicados de “El cordobe errante y otros cuentos” extraviado en los sótanos no catalogados de la policía de la provincia de Córdoba – Argentina @ytusarg
Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia
Alienados
El escaso aire movido por las aspas del viejo ventilador de techo no alcanzaba a atemperar el tórrido interior de la sala.
La mortecina luz irradiada por la lámpara eléctrica, que colgaba de su eje, tampoco ayudaba en nada disminuir la sensación de agobio.
Bajo ella, en el centro de la desnuda habitación, dos hombres conversaban, uno sentado en un endeble taburete, justo en el centro del cono de luz, el otro parado frente a él, medio oculto por las sombras.
Un tercero, unos pasos más atrás cerca de una de las paredes, escuchaba displicente mientras golpeaba su puño derecho contra la palma de la mano izquierda, haciendo correr gotas de sudor por la frente del hombre que lo observaba con temor.
- No se lo volveré a preguntar – escuchó que le decía el individuo frente a él, obligándolo a mirarle. – ¿Quiénes son sus cómplices? –
- Oficial, ya les he dicho que no tengo nada que ver. No conozco a nadie, se lo juro –
El hombre parado junto a la pared se puso alerta, mirándolo fijamente.
- En serio solo estaba haciendo la cola para entrar a comprar un pan, nada más –
El oficial le miro acusador.
- ¿Y cómo explica que es el único que salió ileso del atentado? –
- Pero, ya se los he explicado miles de veces – gimió el acusado.
- ¿En serio quiere que le creamos que se salvo por que su móvil estaba roto? –
- Pero, si es la verdad, cuando el camión se quedo sin frenos el único que lo vio venir fui yo – insistió – por eso me pude correr antes de que alcanzara a todos los que estaban mirando sus teléfonos en la cola –
El hombre de la pared se acercó, mientras el oficial se retiró unos pasos para ver si tenía algún mensaje nuevo en el WhastApp.
© Omar R. La Rosa
12/12/21