―Y esos son los pronósticos del tiempo. En otras noticias...―la voz del reportero fue desapareciendo a medida que Dereck presionaba el botón de volumen, en el tablero del coche.
―¿Todo bien? ―cuestionó observando con algo de desasosiego a la pelirroja, desde el retrovisor.
Alissa, con pelo trenzado y vestido avellana, asintió mirando a través del cristal con su barbilla sobre su mano, haciendo figuras con el dedo, en el cristal del auto oscuro.
―¿Ha ocurrido alguna cosa? Con lo que tu madre comentó hace poco... ―se mostraba interesado, con sus ojos miel viajando del retrovisor a la niña detrás y de regreso al camino―¿Has estado teniendo pesadillas?
Ella negó, desvinculandose por completo―Lo único que yo creo es que no deberías meterte en lo que no es asunto tuyo, para eso no te pagan ―agregó frunciendo el ceño.
―Wow, Solo quería saber si pasaba algo, pero veo que no estás de humor ―expresó con sorpresa. Le miró nuevamente por el retrovisor y resopló.
No pasó demasiado tiempo para llegar. Dereck se detuvo, y presionando un botón, quitó el seguro de la puerta por donde saldría Alissa.
Ella descendió del automóvil, comenzando a sentir el peso de sus palabras quemándole la garganta. Se dio la vuelta de inmediato, pero para entonces lo único que había era el polvo flotante que Dereck había levantado antes de marcharse.
Suspiró. Luego se disculparía.
. . .
Alissa se mantuvo unos veinte minutos de pie en la entrada del instituto, a la espera de Tommas, lo que no era nada usual, pues generalmente Tom era el que solía esperarla a ella.
Acostumbraba a ser muy puntual, todo gracias a los tratos estrictos de sus padres. Pero esta mañana era distinta, no había visto al niño por ningún lugar, cosa que la hizo componer un mohín de disgusto. Dio un último vistazo a las aceras fuera del edificio y maldijo entre dientes al no ver señales de vida por parte del chico, decidiendo al fin ir a su clase tras escuchar el timbre de entrada.
La mañana estaba muy tranquila, todos se dirigían a sus respectivos salones, era como si nada de lo que pasó con Christopher Clayton hubiese sido de gran importancia. Para ella realmente no lo era.
El mismo chico había visto a Alissa al llegar y se encargó de ignorar su presencia casi por completo. En cambio en su salón no era precisamente el mismo ambiente, allí todos clavaban su mirada al verle entrar.
La maestra de matemáticas, Loren, le invitó a sentarse, no muy contenta con su presencia. En realidad, ese comportamiento por parte de los demás podía parecer extraño para cualquier persona, pero definitivamente no para una tan acostumbrada como ella.
Alissa se encaminó a su mesa, dejó su bolsa resbalar al suelo y tomó asiento.
El pasar del tiempo era agobiante. Las agujas del reloj caminaban con lentitud, mientras Alissa miraba hacia el patio, sin ningún interés a la clase.
―Claro, puedes sentarte Tom ―Escuchó decir a la maestra.
La mención del nombre de su amigo la hizo volver la mirada a lo que pasaba en la entrada del curso. De pie en la puerta del salón se encontraba Tommas, con diversos moretones en su rostro y sus brazos que daban mucho de qué hablar, y tras él, sus padres, cada uno con una mano en el hombro del niño.
Su madre susurró algo al oído de la maestra quien de inmediato afirmó con la cabeza y se dirigió al final del salón. Caminó hacia uno de los alumnos, el niño en cuestión se puso de pie y tomó asiento tras Alissa, donde Tommas solía hacerlo.
Loren guió a Tom entre las mesas hasta el final del aula, donde se sentó afligido.
Sus padres se despidieron de él con la mano y lanzaron una mirada de muerte a Alissa, quien definitivamente no comprendía en lo absoluto. La maestra se despidió de ellos con una mirada de vergüenza, suspiró aliviada al verles partir, observó a la pecosa con el ceño fruncido y continuó la clase, como si todo lo de antes no hubiese pasado.
. . .
El aire era entonces tenso, y miradas escondidas se incrustaban sobre ella, que se giró para ver a Tom al fondo del cuarto, pero él solo bajó la mirada, evitándola.
El receso fue más aburrido de lo acostumbrado. Alissa comió su almuerzo en la soledad, sentada en la pegajosa mesa del comedor.
Buscaba a Tommas con la mirada sin dar con él. Luego de los veinte aburridos minutos de receso, ella regresó a su salón. Aún quedaba toda una tarde de clases aburridas a las que no les encontraba sentido, pero algo dentro de su bolsa llamó de inmediato su atención. Un trozo de medio arrugado de papel.
Esperaré por ti cuando todos se vayan a casa, tras el almacén del gimnasio. Algo ha pasado, mamá y papá no quieren que volvamos a hablar.
―Tom
Tomó el pedazo de papel y lo guardó nuevamente en su bolso, la maestra le observó sospechosa y Alissa le dio una sonrisa claramente fingida.
La preocupación crecía cada vez más en su interior, ¿Por qué los padres de Tom habían decidido tal cosa?¿Por qué todos querían huir de ella? No le había hecho nada en absoluto como para que tomen esa decisión, le parecía injusto que así lo hicieran, sin que siquiera les hubiese dado razones.
Esperaba con ansias la hora, tenía muchas preguntas que necesitaban respuestas, pero la que más afloraba era el saber que había pasado con los moretones en su cuerpo.
Editado: 19.05.2020