―Aquí tienes ―Dereck le entregó una taza de chocolate humeante que había traído en una pequeña bandeja desde el mostrador. Alissa y Dereck fueron a parar en un pequeño café cercano a la carretera que llevaba al instituto.
La lluvia había cesado un poco, Alissa se mantenía tranquila ante los sucesos, con la mirada puesta en las gotas de lluvia que caían sobre el asfalto de la calle. Su vestido estaba roto, su pelo alborotado y su mejilla seguía teniendo un tono rojizo y una sensación latente que no podía manejar.
Alrededor, la gente clavaba la mirada sobre Dereck, eso desde que él y Alissa entraron allí, como si él fuese el culpable de la condición que presentaba ella en ese momento.
Dereck ubicó la taza de porcelana en frente de ella y otra frente a él.
Miró hacia todas partes, tratando de disimular, aunque fue muy obvio―Creo que deberías ponerte esto ―sugirió levantándose de su asiento y despojándose de su traje. Se inclinó y rodeó ágilmente a Alissa con la tela, cubriendole los hombros.
La nariz de Dereck se mantenía casi arriesgadamente cerca de la suave mejilla de ella mientras le acomodaba el suéter. Alissa seguía con su atención fuera de la escena, en absoluto silencio.
―No le digas nada a mamá ―suplicó moviendo su rostro hacia él, haciendo que Dereck se sorprendiera al sentir su aliento tan próximo a su rostro y notando que a su vez se mezclaba con su respiración, hasta el punto de convertirse en algo malo.
La visualizó a los ojos unos segundos que parecieron muy largos.―Aún no sé lo que pasó ―susurró sin apartar el rostro. Arrugó su frente―, ¿Y por qué me preguntaste si eras un monstruo? ―se mantuvo serio, retrocediendo en cámara lenta hasta estar sentado por completo.
―Hace rato dije muchas cosas―Alissa volvió a arrancar la mirada del frente cuando Dereck estuvo del otro lao de la mesa. Sorbió chocolate tibio del pozuelo entre sus manos y continuó mirando por el cristal de la cafetería.
Dereck la miraba concentrado y le seguía sorprendiendo lo difícil que era creer que solo tenía diez. Una niña de su edad estaría aterrada, fuera cual fuera la razón por la que estuviese así, chillaría a los cuatro viento y estaría realmente traumatizada. Quizás sí pareció asustada hacía un rato, pero en ese momento, mientras su mirada se perdía en la lluvia, no quedaba ni rastro de eso.
Él sonrió para sí, entornó los ojos y la miró como si sospechara de ella―Sí, dijiste muchas cosas, como que me amabas ―farfulló entre risas y tomó también su taza de café―. Eso nunca lo había escuchado salir de ti Alissa Wells ―agregó con una media sonrisa maliciosa.
La otra mejilla de Alissa, la que aún estaba pálida, se enrojeció casi alcanzando el tono de su mejilla lastimada―¡Yo no dije eso, debiste haber escuchado mal! ―ella no notó cuando se había alzado con ambas manos sobre la mesa, con los ojos bien abiertos y el corazón latiendo a una velocidad que le dificultaba el respirar.
La fuerte mascara de madurez que había forjado hacía segundos se esfumó en un suspiro, Dereck sabía perfectamente lo que había debajo de ella, una simple y predecible niña de unos diez. De más abajo de eso, no podía realmente opinar.
Dereck sonrió solo con los labios, eso provocaba que sus ojos miel se hicieran pequeños―Eso es lindo ―comento y siguió bebiendo.
Cuando Alissa observó a su alrededor vio cómo la gente disfrutaba entre murmullos del espectáculo, lo que la enrojeció aún más.
Volvió a tomar asiento cruzando los brazos, indignada y definitivamente avergonzada―¿Qué te parece lindo, tonto? ―inquirió volviendo su mirada a la lluvia y regresando a su estado de serenidad, aunque en ese momento se notaba mas fingido.
―Cuando haces berrinches ―él dio una sonrisa ―, y sí, tienes razón, seguro escuche lo que quería escuchar.
Luego de un rato Dereck se levantó y recogió los restos de comida que habían sobrado en la mesa―¿Terminaste? ―preguntó, antes de retirar las tazas de ambos. Alissa lo ignoró completamente, después de lo último que se habían dicho ella no había vuelto a mencionar nada, él tampoco.
Dereck se dio la vuelta con la bandeja plástica en manos, directo hacia el zafacon.
―Si lo dije ―confesó Alissa, en voz tan baja que pensó que solo ella lo había escuchado, y esperaba que así fuera.
―Ya lo sé ―Dereck masculló mientras se alejaba de la mesa, con una sonrisa de lado y mirando por sobre su hombro.
. . .
El camino de regreso a la casa se tornó silencioso. Alissa no salía de sus pensamiento ni un momento y Dereck le miraba desde el empañado retrovisor deseando con todas sus fuerzas que pudiese saber que pasaba por su cabeza. Moría por saber qué había pasado, en cambio se limitó a no mencionar palabra sobre el asunto, mucho menos después de la reacción que ella había tenido en la mañana, todo por unas simples pesadillas.
Alissa pensaba en que tan tonta debía de ser para haber caído en una trampa asi de obvia como esa. Tal vez había sido el horror de verse sola en un momento así, la desesperación de que el único que podía llamar amigo real sería alejado de ella, por las misma razones que se alejaban los demás. Porque ella era extraña, porque ella estaba loca, porque ella era la definición más dulce y adornada de un bicho raro, un hermoso monstruo.
Y después de todo tal vez sí lo era, tomando en cuenta que estaba preocupada solo por lo que le ocurrió, sólo por su bienestar, sin recordar que el que realmente había sido lastimado, con algo que tal vez no pudiese soportar ni olvidar, era su "amigo".
Editado: 19.05.2020