—¿Arthur Rowling? —preguntó la mujer que antes había hecho unas cuantas preguntas a la pelirroja, interrumpiendo aquella escena de afecto entre ambos.
—Oh, no, Dereck Moore—aclaró el castaño desenredado a la ojiazul de entre sus brazos, sintiendo la falta de su presencia casi de inmediato. Se puso de pie y con una sonrisa de alivio le ofreció la mano, la mujer hizo el mismo gesto y ambos miraron a la chiquilla.
—Nena, ¿Me dejas hablar un ratito a solas con Dereck? —propuso la adulta, la niña asintió sin rodeos volviendo a vista a sus uñas.
—Prometo no tardar—masculló el hombre alborotando las ondas rojizas pero casi anaranjadas que la chiquilla poseía por cabello.
—Es usted es su...—dijo la mujer mientras cerraba la puerta.
—Soy su chofer, bueno, el de su madre también
—¿Por qué no ha venido ella con usted?
—Está un poco enferma
—¿Qué le pasa?
—Está embarazada, hoy tuvo un malestar muy fuerte y se encuentra en cama
—Entiendo. Esta clase de situaciones son muy difíciles de digerir, principalmente para los padres, ¿Qué digo? Más para los padres que para cualquier otra persona.
—Yo aun no se dé que habla, Arthur no me dio detalles en ningún momento, solo me dijo que contactara con usted, que usted se encargaría de explicarme, pero la verdad ni siquiera me interesa, ya la vi a ella, está completa y eso es suficiente para mí.
La mujer sonrió tierna ante la actitud protectora del castaño.
—Comprendo su sentimiento, pero no es tan fácil como aparenta ser. No es la primera vez que el padre de esta pequeña contacta conmigo, estuvimos en comunicación meses atrás y he estado al tanto de los comportamientos que Alissa puede mostrar y que pueden catalogarse como preocupantes.
Dereck juntó ambas cejas extrañado, ¿Arthur Rowling buscando ayuda? Eso era casi imposible de creer. Una persona por lo general ajena del todo a la situación, desconectado de todo aquello que le vinculara con los comportamientos inusuales de la niña. Los comentarios de la doctora eran muy claros, pero el castaño no sabía si sentirse seguro o si sentir miedo de lo que podría empezar a ocurrir de ese momento en adelante.
Tragó saliva antes de hacer otro comentario, ¿Qué podía ser tan trágico como para que la pálida terminara en la comisaria?
—A mi me gustaría saber... ¿Qué es eso tan grave que ha ocurrido como para terminar en el departamento de policía y para que usted que es ... doctora tuviera que venir a socorrerla?
—Oh, discúlpeme, tanto ajetreo me tiene de un lado a otro y pierdo incluso la formalidad, soy la Dr. Anna Becher psicóloga infantil, y terapeuta familiar —dijo la mujer sonriendo ampliamente.
—Un gusto—contestó el castaño por igual pero torciendo un poco la comisura de sus labios—. Pero aun no contesta del todo mi pregunta
—"¿Qué es lo que ha ocurrido?" —repitió ella
El ojimiel asintió
—Señor Moore, es una verdadera pena pero esos detalles han pasado inmediatamente a información confidencial y ya no está en mí poder tener la capacidad de mostrársela, a menos que sea usted algún familiar, pero por lo visto no lo es
Por un lado aquella mujer castaña mentía, no solo era porque dicho caso se había convertido en información confidencial a los ojos de la policía, también Arthur Rowlling había rogado de que aquello se quedara entre ambos. Avisó de que el castaño aparecería pero si se le decía con detalle lo ocurrido podría hacer que eso pasara a los oídos de Laura Wells y tal cosa lo comprometía directamente.
—Pero...
—Por otro lado la niña puede relatarle lo que pasó si usted lo desea, eso deja de ser asunto de la policía e incluso mío
—Entiendo—contestó resignado.
—Ahora, el "Por qué" de mi presencia. No solo estoy aquí porque el señor Rowling se haya tomado la molestia de llamarme, estoy aquí para realizar una serie de estudios de los cuales usted puede ser participe, Arthur ha firmado previamente un permiso que lo mantiene en una postura de protector de esta pequeña así que si me acompaña el proceso será mas rápido
La mujer asomó la cabeza nuevamente en el cuarto y con unos cuantos ademanes pidió a la chiquilla que saliera.
. . .
La castaña introdujo su juego de llaves en la ranura de una puerta que marcaba su nombre y profesión en un plaqueta metálica adherida a ella. Invitó a pasar a sus ambos acompañantes y sin rodeos pidió que pasaran a una sala que se encontraba detrás, decorada por una mesita de colores con algunas sillas y algunos muchos juguetes regados por todo el suelo.
—Los siguientes estudios son sumamente básicos y muy simples como he mencionado anteriormente, se trata de unos chequeos generales y preguntas que la niña debe tomar y de las cuales usted debe aclarar si ella miente, no digo que sea una mentirosa —dijo la mujer observando a la ojiazul—, solo digo que es una niña pequeña y a veces a esa edad se crean realidades alternas en la cabeza de los niños, distorsionando acontecimientos de su realidad
—Entiendo perfectamente
—¿Estás lista cariño? —inquirió de forma tierna hacia Alissa quien con los labios apretados asintió
—Perfecto —sonrió de oreja a oreja la adulta—. Las enfermedades mentales graves no aparecen de la nada, podría darse tal vez un caso o dos, pero yo no creo que así sea, tal vez esos casos que no cumplen con el requisito de tener una causa concreta es porque no se ha estudiado lo suficiente, pero lo normal es que haya un detonante detrás de todo —explicaba mientras que de sus cajones sacaba unas libretas y unas cuantas lapiceras.
—En muchos casos son los maestros, amigos, compañeros de trabajo o de la clase los que primero detectan que algo no va bien con esta persona. Los episodios psicóticos pueden desarrollarse muy gradualmente y pueden permanecer sin diagnosticar durante extensos periodos de tiempo, lo que hace más complicado vuelve el proceso, Arthur me estuvo comentando de que estos comportamientos vienen desde que Alissa era aun más pequeña.
Editado: 19.05.2020