Alissa

Capitulo XXI

XXI

      —¿Dereck? —la voz de Arthur Rowlling inundó el teléfono móvil de Dereck Moore, no mucho después de que el adulto partiera del consultorio de la Dr. Anna Becher.

       —Hasta que te dignas a aparecer —contestó cascándose los dientes, el castaño caminaba de un lado a otro al borde de la carretera que llevaba a la casa de la familia Wells, el auto oscuro decoraba con la puerta del conductor abierta de par en par y el chofer pintaba solo con la franela que llevaba bajo el smoking elegante.

       —¿Donde está Alissa? —preguntó Arthur entre una interferencia

       —Eres un...en el manicomio, ¿No era lo que querías? —casi gritaba

       —Aunque no lo creas es por su propio bien, un día se dañará a sí misma y estoy seguro de que eso no te va a gustar

       —¿De verdad?¿La carta de padre preocupado? ¡Por Dios santo!

       Resopló—Como quieras Dereck, ¿Laura como se lo ha tomado?

       —No, ni pienses que yo voy a decírselo, en el momento que ponga un pie en esa casa sin Alissa a un lado estaré en grandes problemas, tuve una última advertencia, una feroz, en cuanto se entere que como todo un idiota me he dejado llevar por tus palabras no me la voy a acabar

       —Está bien, yo le diré, tu vete a tu casa, puedes llevarte el auto no te preocupes —se escuchaba agotado, y no era para menos, el solo pensar en la reacción de Laura Wells provocaba más de una reacción incomoda en su cuerpo.

       —¿Es lo que quieres que haga? ¿Simplemente irme a mi casa? Recostarme a ver la televisión y olvidarme de todo como si nada, que sepas que yo no soy tú, no podría pegar un ojo de pensar en lo que Alissa está pasando

       —Lo que quiero que hagas es que dejes las cosas así como están, todo se pondrá mejor, solo vete a casa y más tarde te daré unas instrucciones, para que puedas ver a Alissa sin levantar sospechas —dijo—, no quiero ni un solo comentario a Laura, trataré de no involucrarte.

       —Arthur...—la llamada había desaparecido, la pantalla del aparato mostraba la imagen de inicio y en una rabieta el castaño mandó el teléfono a volar entre los árboles y terminó por dar un golpe en la brillante piel del automóvil junto a él, si había un sentimiento insoportable, frustrante y casi incontrolable ese era en definitiva la impotencia.

. . .

        —Señorita Wells es para usted —invadió la muchacha pasando el teléfono inalámbrico a la mujer que con tranquilidad cocía un vestido.

       —Gracias —sonrió y cogió el aparato en sus manos.

       —Laura —la sonrisa compuesta anteriormente se deformó al escuchar la voz de su ex marido, que nunca era esperada.

       —Arthur —nombró volviendo a su afán de costura.

       —¿Cómo están tu y Abbie? —preguntó tragando saliva pero con normalidad en su tono de voz.

       —Arthur si tienes algo que comentar puedes hacerlo ahora las formalidades no van contigo —aclaró la pelirroja entornando una media sonrisa.

       —...Yo...debo ser sincero, no sé por dónde empezar

       La mujer neutralizó la expresión de su rostro, ¿Qué era tan importante que su irresponsable ex marido no podía soltar a la ligera? Con dificultad —debido a su pesado estomago— se levantó de la silla y apretó el aparato un poco mas—¿De qué hablas?

       —Bueno, lo diré rápido para ahorrarnos como dices tú "las formalidades" realmente innecesarias —tomó un buche de aire—, he hecho lo que hace tiempo debí hacer, tomar mi papel como padre y buscar el bien de la hija que tenemos en común

       —... ¿Disculpa?¿Eso que quiere decir?

       —He enviado a Alissa a una institución psiquiátrica, no pienso darte nombre y mucho menos dirección, solo quería que no te preocuparas cuando la niña no llegara a casa

       Ella tragó saliva y al instante sintió un nudo formarse dentro de su estomago—¡¿PERO TU TE HAS VUELTO LOCO?!

       —No, creo que soy la única persona cuerda de todos nosotros, sabías que esto tarde o temprano iba a pasar, y mejor ahora que está pequeña, sino terminaría en una correccional por su mala conducta o quizá terminaría muerta

       —¡TU NO ERES NADIE PARA DECIDIR NADA! —las criadas de la casa se alarmaron al escuchar los reproches de la mujer pero sin inmutarse continuaron en sus labores. —, ¡Dime donde está!

       —Laura, tienes que calmarte, podrías hacerte daño y a la niña también, comportémonos como adultos —dijo con calma.

       —¡Dime donde está ahora mismo! Maldito, Tomaste una decisión que no te correspondía, sin siquiera consultarme

       —No lo hubieras aceptado

       —¡Ni voy a acertarlo tampoco!

       —Nuestra hija está enferma

       —¡Tu eres el que está enfermo! Mi hija está perfectamente bien y ahora mismo voy a ir por ella, dime donde está ahora mismo o te juro que llamaré a la policía —Laura había cogido las llaves de su automóvil y en cuestión de segundos ya se encontraba dentro y en movimiento sin dirección aparente.

       —Puedes llamar a quien quieras, está en ese lugar legalmente —la mujer dio un golpe con la palma sobre el volante.

       El cielo empezaba a tornarse gris y unos cuantos rayos aparecían de forma fugaz entre las nubes oscuras, la brisa aumentaba y una que otra gota se estrellaba contra los cristales del medio de transporte y sobre el asfalto caliente.

       —¿Dónde está Dereck? Él debía estar a cargo de ella

       —Dereck no tiene nada que ver, déjale fuera de esto, porque aunque suene extraño él es el único que realmente siente algo por ella, no es un secreto ni para ti ni para mí.

       —¿Pero qué dices? Yo amo a mi hija, tú eres el que nunca la ha querido, ni cuando nació

       Resopló—Sabes lo que quiero decir pero como siempre tu...—soltó un resoplido aun mayor—, en fin solo quédate en casa, ella va a estar bien



#9879 en Thriller
#5583 en Misterio
#3945 en Suspenso

En el texto hay: detective, secretos, paranormal

Editado: 19.05.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.