XXXV
Nunca esperó que una respiración se sintiese tan cómoda detrás suyo, un brazo la rodeaba, se sentía segura, a la vez que el tibio aliento le rozaba los mechones del cabello; se sentía acogida y confiada completamente, una sensación de comodidad la hacía querer quedarse en cama pero la luz cálida que entraba por la ventana le molestaba, la hacía querer evitarla a toda costa, de alguna manera le penetraba a través de los párpados, provocándole un fastidio lo suficientemente fuerte como para hacerla despertar del todo, de golpe.
Se frotó el rostro, mientras miraba el tejado, se sentía como si hubiese dormido por toda una eternidad, o como si hubiese vivido en la oscuridad por mucho tiempo, y estaba algo segura de la segunda. Su melena estaba hecha un revoltijo, los mechones rojos adornaban por alrededor de su cabeza, como latigazos de sangre en las cercanías a su cráneo.
Una sonrisita se le escapó de los labios, justo al ladear la cabeza y encontrarse con el rostro de Dereck Moore, su cabello estaba alborotado y los ronquidos le daban un toque muy cómico, la niña apretó los labios divertida y sin pensárselo mucho empleó toda su fuerza para con sus pies hacerle caer de la cama, puesto que no faltaba demasiado para ello, el impacto lo hizo incorporarse de regreso con su exterior, la pelirroja fingió dormir, pero la risita se le salía por la comisura de los labios.
—Gracias por eso —comentó el ojimiel poniéndose de rodillas.
Alissa se encogió de hombros bajo las sabanas y se cubrió los labios con ambas manos—No he sido yo, estoy dormida
El castaño resopló gracioso y culminó lanzándole una almohada que impactó contra la espalda delgada de la pecosa—Me vengaré —finalizó mientras se arrastraba sobre sus propios pies a la salida.
. . .
Era extraño recuperar la privacidad, estar en una ducha, a solas, sin un montón de ojos coloridos por todos lados, sin jugueteos de otras niñas, sin enfermeras metiches. El día anterior no se había duchado, tenía planes de hacerlo, pero luego de tanto ajetreo el solo ver aquel colchón bien arreglado la dejó rendida de inmediato. Estrujó su cabello enjabonado, varias veces, y cuando lo enjuagó, todo ese polvo acumulado salió todo junto, con el agua. Su cuerpo se limpió del todo, secó su cabello con una toalla que adornaba junto la ducha y regresó al cuarto, frunció el entrecejo, una camisa azul se encontraba sobre la cama y ella seguía envuelta en el trapo, sin más opciones se vistió, pero con pocas ganas de caminar al exterior solo se recostó nuevamente, para mirar como la ramita de hojas verdes chocaba con el cristal de la ventana. Interesante para ella tener la libertad, o algo parecido, y no saber realmente que hacer con ella.
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Se incorporó velozmente en la orilla de la cama, demasiado veloz, dejando de ser una oruga entre las sabanas y dejando al descubierto la niña despeinada que era en ese momento, ese olor, ella lo conocía perfectamente, huevos beneditc, sonrió de oreja a oreja, estaba emocionada, y el estomago le rugía; a Dereck le encantaba esa receta, y más de una vez, cuando Laura no estaba en casa y Alissa no quería lo que las criadas preparaban, el castaño preparaba aquel sencillo pero exquisito platillo, y la pelirroja sabia lo bien que lo hacía.
No lo pensó dos veces, bajó de un solo saltito de la cama y corrió, haciendo resonar sus piecitos descalzos por todo el corredor, llegó a toda velocidad a la cocina, Dereck la divisó un segundo, apartando la mirada de la comida y luego regresó la vista a su afán, pero no si antes reír.
—Esa ropa te queda muy bien —soltó burlón en medio del sonido del sartén caliente, el humo y el aroma a tocino.
—Ja ja —expresó la ojiazul con énfasis y una mueca de sarcasmo, Dereck Moore volvió a reír, hizo que ambas tiras de tocineta volaran en el aire y volvieran a caer en la sartén como si nada, los labios rosados de la niña se hicieron agua y el hombre vio como su lengua pasó sobre ellos de forma inconsciente.
—Ya casi están listos —musitó, Alissa se ubicó sobre uno de los taburetes en frente del desayunador y se encontró con una magdalena, que tenía una velita en medio, era adorable, estaba envuelto en un papelito delicado, de un color lila, y tenía crema encima, en forma de florecitas que incluso parecían reales, el olor acaramelado le llenó las fosas, y aunque los dulces nunca fueron su afición no se encerraba en la idea de no comerlos.
Moore se volvió de pronto, sacó un mechero, cuidando con la mano de que el viento no apagase la flamita se dirigió a ella y encendió la velita—Feliz cumpleaños atrasado —Alissa sonrió de forma rápida. Se sentía afortunada, dos velas, dos deseos, en un solo cumpleaños.
—Oye Lissa ¿Podrías probarte eso mientras termino de preparar el desayuno? —inquirió, señalando un vestido sobre el sofá tras ellos; color, ropa con color, hacia meses que su cuerpo no era cubierto por ropa con color.
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—Fuera de que cocinas genial creo que eres un incompetente —disparó la ojiazul, Dereck servía el desayuno a la vez que se quitaba el delantal de cocina.
—¿De qué hablas?
—Solo mira, has estado conmigo por años y ni siquiera eres capaz de comprar algo de mi talla —aquel vestido color pastel dejó entrar su cuerpo a duras penas, para terminar pareciendo una blusa muy ajustada, dejando al descubierto casi todos sus muslos, el ojimiel inclinó la cabeza, como los cachorros cuando tratan de comprender alguna cosa, la recorrió con la mirada y apretó los labios, cosas extrañas pasaron por su cabeza, pero de inmediato se recompuso, para terminar divisando el semblante incomodo de la niña.
Editado: 19.05.2020