XLI
―¡Madiciooooon! Una jodida llamada, solo una ―la voz de Dereck Moore inundaba todo el piso de la comisaría; se sostenía de los abarrotes con las esposas apresándole las muñecas, gritaba a los cuatro vientos, en una súplica por una llamada telefónica, pero sus exigencias eran ignoradas por el muchacho rubio que decoraba con ambos pies descansado sobre el escritorio y un periódico en manos.
―Yo estaría más preocupado por conseguir un buen abogado, pues dudo que salgas de esta amigo ―musitó el joven tras la mesa, con poco interés, sin siquiera darle una mirada.
El castaño daba vueltas dentro de la celda, se cubría el rostro, desesperado, la impotencia le recorría la complexión y con ella la furia por salir de allí. Inspiraba aire, en el intento por serenarse, pero no conseguía mucho, se abalanzaba desde una distancia considerable y se estrellaba contra los abarrotes de la cárcel, como si su débil hombro fuese a derrumbar aquellos pilares de metal que lo apresaban.
La misma reportera de cabello rubio cenizo de antes apareció en la pantalla de un televisor diminutos a un extremo del salón.
"Nos han informado, que el joven Dereck Moore, que se había dado a la fuga, ha regresado a la escena de su crimen...
―Mira, hablan de ti ―el uniformado dejó su lectura sobre el escritorio y arrastró el control remoto hacia sí mismo. Subió el volumen lo suficiente como para que resonara en todo el cuarto.
"No suficiente con el atropello de la infante, de la que aun lamentablemente no hemos recibido información, la policía ha encontrado esta mañana, en las afueras del edificio donde este hombre residía el cuerpo de Dannielle Steelle, antigua pareja de este hecha pedazos, y distribuida en bolsas plásticas dentro del contenedor de desechos, entonces nos preguntamos alarmados ¿A que nos estamos enfrentando? Un asesi..."
La botella de agua llegó tan fuerte a la pantalla que la rompió al instante, dejando salir chispas y humos, haciéndole un agujero y acabando con su funcionamiento, la pistola del rubio apareció de inmediato, apuntando directamente al hombre furioso que jadeaba, agradeciendo haber tenido la suficiente fuerza y puntería para lograr su cometido.
. . .
―¡Hey Crowel! Creo que Duch estaba preguntando por ti hace un rato, deberías ir a ver ―el rubio ladeó la cabeza hacia el pelinegro que acababa de entrar serio, miró hacia le celda y luego de regreso a Mitman.
Resopló― ¿Y qué hago con ese tipo de aquí? ―señaló momentáneamente con la barbilla.
―Tranquilo, yo me haré cargo ―musitó seguro, con un aire autoritario y decidido que realmente no era propio de él, aunque el oficial Crowel lo conocía demasiado poco como para saber cómo o no era el muchacho.
El uniformado dudó―Mejor espero a que termine mi turno aquí ―sugirió y volvió la vista al papel entre sus manos.
―Si yo fuera tú no haría a Duch enojar, ya sabes cómo es ―insistía Jayden, ubicándose en frente del escritorio, con brazos cruzados y una ceja enarcada.
Volvió a resoplar, resignado―Tienes razón ―puso lo que decoraba en sus manos sobre la mesa y se despegó de la silla―, ten cuidado con este tipo, está loco ―culminó dándole la espalda a ambos. Jayden no hizo ningún movimientos luego de que la puerta del cuarto se cerrara de forma automática, continuó con sus brazos cruzados hasta que pasaron unos cuantos segundos, luego su expresión facial volvió a ser la misma de siempre. Se aproximó velozmente al escritorio, abrió el primer cajón y hurgó en él encontrando el juego de llaves. Se volvió y a zancadas se dirigió a la celda, donde el castaño se encontraba sentado, aun en reflexión de los sucedido.
―¿Dereck Moore? Mi nombre es Jayden Mitman ―se presentaba mientras probaba llave por llave hasta encontrar la que abriera las puertas de aquellas rejas―, voy a sacarte un momento de aquí, no intentes nada, vine para ayudarte ―musitó sin apartar los ojos de la cerradura a lo que el ojimiel solo ladeó la cabeza y le miró desinteresado
―No quiero hablar con un maldito abogado ―rezongó regresando la vista a la pared, el sonido de apertura apareció junto suyo, y el pelinegro no lo pensó dos veces para ponerse de cuclillas delante del hombre y meter la pequeña llave en las esposas para liberarlo.
―No soy un "maldito abogado" ―aclaró con una media sonrisa, las esposas cayeron al suelo, y Dereck se frotó las muñecas para luego murar al muchacho frente a él. ―, soy un "Maldito investigador forense" y tenemos cosas que hablar.
...
Salieron cautelosos de la comisaria, con el aire más normal que pudieron con tal de no llamar la atención de nadie, se encaminaron al auto de Mitman y allí se dirigieron hacia un lote baldío, donde el pelinegro detuvo la marcha.
―¿Por qué haces esto? ―inquirió el castaño, mientras que su acompañante sacaba las llaves de la ranura, apagando el auto.
―Créeme que yo también me lo estoy preguntando ―confesó. Se abalanzó hacia el asiento trasero y jaló su cámara hacia él. La encendió sin hacer más comentarios y la foto que mostró antes los ojos de Dereck Moore lo dejaron con la boca abierta.
Editado: 19.05.2020