XLIV
La noche se acercaba, y para su suerte ya se encontraba a una calle de su hogar, estropeado, y con el brazo sangrante otra vez, pero estaba demasiado cansado para siquiera notarlo.
El primero en salir del coche fue el cachorro feroz que lo acompañó todo el día, pero que parecía aun tener energía de sobra, a diferencia del muchacho. Corrió disparado hacia la casa mientras que Jayden sacaba sus cosas de detrás, resoplando. Caminó hacia la puerta con fastidio. A medida que el cielo se iba oscureciendo los faroles de la calle se encendieron uno tras otro hasta iluminar todo, incluido los frentes a su casa.
El perro daba vueltas alrededor de un paquete en la puerta, lo olfateaba y soltaba ladridos, a la vez que intentaba rasguñarlo con las pezuñas.
—Hey, tranquilo muchacho, ya veremos que nos han traído —musitó inclinado, frotando la cabeza del cachorro.
Era una caja enorme, envuelta por completo en cinta adhesiva. Sin afán se acercó para empujarla, pesaba más de lo esperado, y le sorprendía el hecho de que hasta donde recordaba no recibiría ningún paquete esa semana. Cerró la puerta y encendió la lámpara del salón, soltó su mochila sobre el sillón y camino hacia la cocina en busca de un cuchillo.
Una notita decoraba sobre la caja envuelta, puso el cuchillo a su lado y agarró el papel, con una sola mano no podía permitirse demasiadas funciones.
"Los haré caer uno por uno, como peone; soy el rey y he venido por mi reina."
No entendió exactamente a qué se refería aquello, su frente se arrugó al instante y luego arqueó una ceja con interés. Tomó el mango del cuchillo con fuerza e hizo unos cuantos cortes en las ranuras cubiertas de cinta. Ubicó el objeto punzante sobre la mesa, metió un dedo en los espacios abiertos que él mismo había creado y lo dudó un poco antes de levantar la tapa, pero al final lo hizo.
Dio un paso instintivo hacia atrás, sus ojos se avivaron, y el corazón le latía a tal punto en que quería salir disparado de su pecho. La sangre coloreaba todo el interior del paquete, de una forma desastrosa, la peste salió de golpe, formando una nube de mal olor en el rostro del hombre, y la cabeza de Arthur Rowling, ensangrentada y perforada por la bala de acero, le miraba directamente a los ojos mientras que las demás partes de su cuerpo destrozado le hacían de almohada bajo suyo.
...
No se tomó la molestia de llamar a la policía, pues él lo era, ni siquiera él mismo comprendió como pudo subir aquel paquete sorpresa a la cajuela, pero lo hizo, y con una rapidez inexplicable.
—Necesito ver a Dereck Moore —exigió, estampando la puerta de la oficina del sargento contra al fina pared, provocando un estruendo que hizo a Duch girarse a la defensiva.
—Maldición Mitman, no puedo seguir con lo mismo —disparó en medio del susto—, hago todo lo posible para encontrar a Arthur Rowling, pero el hijo de puta se nos ha ido de las manos...
Jayden soltó la caja sobre el escritorio y con ella deslizó la nota hasta que chocó directamente con el vientre del robusto moreno.
—¿Qué mierda es eso? Apesta a infierno —balbuceó el superior dando un paso hacia atrás.
—Ábralo, su prófugo está mas cerca de lo que cree
...
Se adentró en el cuarto sin siquiera tocar la puerta, el rubio saltó de la silla y no lo pensó varias veces para sacar su arma y dirigirla a quien sea que haya irrumpido de esa forma.
—¿Dónde está Moore? —inquirió Jayden sin más, registrando el lugar con la mirada.
—No Mitman, me he metido en un problema con Duch por tu culpa —bajó el arma aliviado. La devolvió a su lugar, pero sus palabras mostraban recelo, y con toda la razón. Pero a Jayden no le interesaban sus reprimendas, mucho menos en un momento como ese.
—Está bien Crowel, déjalo —se introdujo el superior, tan serio como siempre, y quizás un poco mas esta vez.
—Sí señor —se resignó sereno y le dio las llaves de la celda al pelinegro frente a él.
—¡¿Que ocurrió?! —inquirió Dereck en un sobresalto, temiéndose lo peor. Se levantó velozmente del banquito en la celda y se aproximó a la puerta mientras Mitman se encargaba de abrirla y luego de quitarle las esposas.
—Arthur Rowling fue asesinado —soltó rápidamente el pelinegro, Duch y Crowel solo miraban la plática a un lado de la sala. —, pero eso no es lo preocupante, sino que lo envolvieron y me lo entregaron como un obsequio de navidad por adelantado —musitó con algo de cólera.
—Yo no puedo tener nada que ver, no me he movido de aquí —alegaba. Divisó a sus tres acompañantes con desconcierto y luego enfocó su vista solo en Duch, que dio un paso hacia delante.
—Eso nos queda claro, lo que no sabemos es quién y por qué lo hizo —aclaró con ambos brazos cruzados alrededor del tórax. Mitman se acercó y le dio el trozo de papel con el cual le había llegado el colorido obsequio.
—"Los haré caer uno por uno, como peone; soy el rey y he venido por mi reina." —recitó el castaño en voz apenas audible—, ¿Qué es esto?
Editado: 19.05.2020