Es conocida la leyenda, del antiguo samurái, gran guerrero y honorable… O eso se creía, al negarse a cumplir con el harakiri y escapó, luego de asesinar a su esposa e hija, encerrado más de una vez, en su último juicio fue desterrado y enviado a tierras lejanas para morir o eso se esperaba, porque el era un monstruo con incapacidad para morir.
Emperador: Conoces bien la leyenda.
Chica: Sí señor, pero solo es una leyenda, un inmortal, es imposible que alguien así exista.
Emperador: Eso creíamos de los demonios, y ahora… Mi hija está en peligro.
Chica: ¿Qué sugiere?
Emperador: Esperaba algo más de ayuda de mi consejera.
Chica: Lo siento… Estaba distraída.
Emperador: Tomarás un grupo de soldados e irás en búsqueda de este inmortal…
Chica: Pero, si existe, seguramente no querrá ayudar, es bastante probable.
Emperador: Tranquila niña, yo te diré que pasará, tú ve por él, si queda honor de samurái en él, dile que el emperador quiere verlo.
Chica: ¿Dónde buscar? Digo, es una leyenda antes de mi nacimiento incluso.
Emperador: Al sur, se dice que se estableció en un bosque, tratando de encontrar la paz.
Chica: Bien, sus deseos son ordenes, partiremos mañana a primera hora.
Emperador: Y cuídate, los demonios están preocupándome ahora.
Chica: No se preocupe, soy torpe, pero sé cuidarme.
El viejo emperador sonrió.
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Un chico de unos veinte años trabajaba en el campo arando la tierra, su cabellera negra se movía de lado a lado, su piel entre sudor y tierra era blanca, ojos verdes con una cicatriz en el ojo derecho. El azadón picaba la tierra rápidamente y de una manera simétrica, luego de unos minutos se echó el azadón al hombro y caminó a la sombra de un cerezo florecido, una fuente con agua se echó en el cuerpo para descansar, el hakama quedó completamente mojado.
Chico: Ngh.
Se sentó en un tronco cortado mirando el campo.
Chico: Parece que habrá buena cosecha este año.
El chico giró la cabeza ligeramente oyendo algo, su sonrisa desapareció, pero ignoró lo que pasaba y se paró a seguir con su trabajo, dos minutos después varios caballos se acercaban a toda velocidad, el chico ignoraba todo y seguía trabajando, con sus sandalias prácticamente enterradas, los caballos se detuvieron a varios metros de este, varios samuráis armados se bajaron y caminaron hacia el chico rodeándolo, el chico no levantó la mirada, uno, con una armadura de diferente color se le acercó.
Hombre: Vaya, creo que este dibujo se parece a ti.
Chico: No sé de qué hablan.
Hombre: Tienes que venir con nosotros.
Chico: Ese hombre murió hace cientos de años, fuera de mi campo.
El hombre puso la mano en el hombro del chico y este lo derribó instantáneamente con el azadón, todos se pusieron en guardia.
Chico: No quieren esta pelea, ¡Fuera!
Hombre: ¡Ataquen!
Todos atacaron, el chico uno a uno los fue derribando usando su azadón, esquivando como un experto y atacando a las piernas y estómagos el grupo de soldados terminó en el suelo quejándose del dolor, el chico miró a la distancia, una figura estaba junto a los caballos.
Chico: El azadón es para el granjero lo que la espada para el samurái.
La chica se había quedado junto a los caballos, el grupo de élite del emperador traería a ese hombre, eso hasta que vio a la figura derribar a todos los soldados usando un palo, rápidamente dejó caer sus anotaciones e intentó sacar la espada, eso hasta que una mano la detuvo.
Chico: ¿Quiénes son?
La chica sacó la espada de su funda y se apartó rápidamente, el chico la miró.
Chico: Deja eso… Te vas a lastimar no sabes tomar si quiera la espada y estás temblando, pronto comenzarás a sudar lo que evitará que pelees bien y tus brazos apenas soportan el peso de la espada, se te nota en las venas.
Chica: ¿Q-Q-Quién eres?
Chico: Eso fue lo que pregunté primero.
Chica: Soy la consejera del emperador.
Chico: ¿Qué hacen en este lugar? No es territorio del emperador.
Chica: Eres tú… Eres el de la leyenda… Eres el samurái…
Chico: Niña, una cosa así es imposible.
Chica: El emperador requiere su ayuda.
Chico: ¿Enserio? ¿Qué podría hacer que el emperador me saque de mi destierro?
Chica: La hija del emperador, fue raptada por demonios… Se dice que usted fue el guerrero más fuerte que conociera Japón, así…
Chico: No, no iré… Ahora, si no es molestia… ¡Fuera de mis tierras!
Chica: ¿Eh?
Chico: Y saca a tus basuras imperiales de mi territorio, tengo que trabajar.
El chico se dio vuelta cargando su azadón y fue hacia el campo, el grupo de soldados volvió con la chica.
Hombre: Lo sentimos señorita, él… No es humano…
Chica: El emperador me contó la historia de este ser, además me dijo que no envejecía, así que no me sorprende que fuera así de joven, creo que subestimamos su edad.
Hombre: ¿Quiere que vayamos al pueblo más cercano para buscar más soldados?
Chica: Déjenme a mí.
La chica caminó hasta donde estaba el chico.
Chica: ¿S-Señor Sosei?
El chico se paró mirando al frente, se pasó la mano por la frente.
Sosei: Te dije que te fueras con todos tus soldados, si no quieren que vaya enserio.
Chica: El emperador desea hablar con usted, no importa que no quiera ayudar, pero, ¿Podría escuchar lo que él tiene que decir?
Sosei: Mira huérfana, si algún día quiero volver a ese maldito y corrupto lugar, será en pie de guerra, hasta entonces, vive soñando con tu “padre” ficticio.
La chica lo miró tratando de no quebrarse, no tenía idea que podía saber eso.
Sosei: Fuera de mis tierras.
Chica: El emperador lo quiere a toda costa, si eso significa que yo muera y tenga que venir otra persona a buscarlo, así será.
Sosei se detuvo…
Sosei: ¿No te irás cierto?
Chica: No…
Sosei: Bien, iré a la capital, sólo y sólo, la mitad del grupo de inútiles que trajiste como soldados, se quedan cuidando mi campo…
Chica: Está bien, ningún problema.
Sosei: Bien, iré por mis cosas.
Chica: Gracias.
Sosei: No agradezcas nada huérfana, no me agradas, ni me agradan, sólo lo hago para poder volver a mi casa en paz.
Chica: Está bien señor.
Sosei: Dijiste mi nombre, no soy un señor… Y tampoco quiero que me hablen.
Chica: Lo siento.
Sosei se echó el azadón a la espalda y caminó hacia la su casa.
Chica: Eso… Fue raro.
Sosei: ¡Puedo oírte desde aquí!
Chica: Oh, yo.
Sosei entró en la casa, caminó pesadamente y dejó su azadón a un lado, fue a su habitación y se cambió el hakama y se puso un kimono negro y se amarró el cabello en la parte de atrás haciéndose una pequeña cola.
Sosei: Mucho tiempo.
Sosei se levantó y miró una foto.
Sosei: De otro tiempo, de otro lugar, pero es el único recuerdo que me queda de mi familia.
Sosei salió caminando, el comedor era una mesa y una silla, miró hacia una pequeña estantería, una espada ahí colgada, dejó la foto en la mesa y rompió el cristal de la estantería de un puñetazo, algunos fragmentos de vidrios quedaron clavados en su puño, tomó la espada en su funda y se la amarró en la espalda.
Chica: ¿Qué es esto? ¿Un dibujo?
Sosei se giró y vio a la chica tomando la foto de su familia, rápidamente corrió y se la quitó.
Sosei: ¿Qué haces aquí?
Chica: ¿Qué es eso?
Sosei: No te interesa.
Chica: ¿Es de su familia? ¿Qué les pasó?
Sosei: Las maté, y lo haré contigo si no sales de mi casa.
Chica: L-L-Lo siento.
Sosei: Estoy listo.
Chica: ¿No llevará nada más?
Sosei: Te dije que no me hablaras, ¿En el orfanato no te enseñaron a entender? Si yo digo que estoy listo, es porque lo estoy huérfana.
La chica se mantuvo tranquila a pesar de tener los ojos llorosos.
Sosei: Ahora, busca a los que me llevarán, y que me pongan las esposas que tenían planeado ponerme.
Chica: No pensábamos…
Sosei: De verdad eres molesta niña, ¿Crees que no las noté? Ahora, vamos, antes de que me den ganas de sellarte la boca.
La chica asintió y salieron, un grupo de cinco soldados se acercó a la chica.
Soldado: Señorita, estamos listos.
Chica: Traigan las esposas y amárrenlo.
Soldado: ¿E-Enserio?
Chica: Tranquilos, él se dejará atrapar.
Soldado: Sí señorita.
Los soldados trajeron unos grilletes que amarraron a sus manos y pies.
Sosei: Vamos, entre más rápido estemos en la capital, más rápido volveré a mi casa.
La chica asintió.
Chica: Soldados, vamos.
Todos montaron sus caballos y comenzaron a avanzar hacia el pueblo cercano.
Chica: ¿De verdad quiere ir así?
Sosei la miró serio y molesto.
Chica: Lo siento.
Continuaron lentamente hasta el pueblo, al entrar todas las miradas empezaron a pegarse a ellos, la chica miró a todos lados, nadie decía nada, solo los miraban, comenzaron a avanzar y la gente comenzó a seguirlos.
Soldado: ¿Señorita?
Chica: Avancen.
Sosei iba cabeza gacha como meditando en algo, lentamente el tumulto de gente comenzó a agrandarse y de a poco los terminaron encerrando, un aldeano se acercó con una horqueta en las manos.
Aldeano: ¿Dónde creen que van con ese hombre?
Soldados: Somos soldados del emperador, aléjense del camino.
Aldeano: No creo que entiendas…
Todos los aldeanos sostenían algo amenazadoramente.
Aldeano: No están en territorio del imperio.
Chica: No queremos problemas.
Aldeano: Si es así, liberen al señor Sosei, aquí, nadie dejará que se lo lleven.
Sosei levantó la mirada y bostezó.
Sosei: ¿Qué pasa?
“¿Estaba dormido?” pensó la chica.
Sosei miró al aldeano.
Sosei: Ah, hola.
Aldeano: Señor Sosei, ¿Qué sucede?
Sosei: Voy a ir a hablar con el emperador, y para no tener la tentación de asesinar estos inútiles, pedí que me ataran las manos.
Aldeano: Ah, entonces.
Sosei: Sé que nunca lo hago, pero necesito un favor.
Aldeano: ¿Qué sucede?
Sosei: Mi campo está en manos de unos incompetentes, y bueno, necesito si pueden ayudarme a cuidarlo.
Aldeano: Sí señor Sosei, aquí todos debemos su ayuda, cuidaremos todo y lo dejaremos como le gusta.
Sosei: Gracias, les deberé una.
Aldeano: No se preocupe, estará todo bien, confíe en nosotros.
Sosei: Gracias, ahora, necesitamos continuar, mientras más rápido vaya, más rápido volveré.
Aldeano: Sí, ¡Gente! Vamos.
Todos se empezaron a dispersar, los soldados quedaron callados.
Chica: Es querido aquí, ¿No?
Sosei: Oye, ya cállate de una vez.
Sosei agachó la cabeza, la chica lo miró molesta.
Chica: ¡Avancen!
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Sosei estaba sentado aparte en la oscuridad, todos los soldados comían a la luz de la fogata, la chica miró hacia atrás, Sosei solo se acomodaba mirando hacia el bosque de vez en cuando, la chica tomó un plato de sopa y un trozo de pan y se lo llevó a Sosei, este la miró a los ojos, y sonrió burlonamente.
Sosei: Gracias… Huerfanita.
La chica se molestó, pero no dijo nada, sólo se giró, sintió un ruido antes de ser jalada por la espalda hacia atrás, las esposas de Sosei le cubrían la boca.
Chica: ¡Mnph!
Sosei: Sht, guarda silencio, debemos huir.
La chica lo miró con algo de angustia, este la tiró hacia atrás delicadamente, la chica miró al grupo de soldados, rápidamente se levantaron tratando de desenvainar las espadas, pero un monstruo rojo, gigante los mató a todos rápidamente esparciendo sus cuerpos y viseras por todo el lugar, lo único que evitó que la chica gritara fue Sosei, este la apartó suavemente hasta perder todos de vista, Sosei la soltó y esta pudo respirar.
Chica: E-E-Ellos… Están muertos, y-y-yo…T-T-T-Tú…
Sosei: No importa, estaban muertos, no podías hacer nada, ahora vamos, no podemos descansar, los demonios sienten más a las mujeres, más a las vírgenes como tú.
Chica: ¿Quién dice que soy virgen?
Sosei la miró con incredulidad.
Chica: Vale, estaré callada.
Sosei: Vamos huerfanita, avancemos.
Chica: ¡Basta! Soy Reiko, no huerfanita, estoy harta de que me insulten tan solo porque perdí a mis padres, sí, ellos me abandonaron, no me querían, bien… ¿Crees que no duele? Que seas un maldito asesino no te da derecho a insultarme a mí solo por ser… Por ser… Por ser quien soy.
Sosei la miró a los ojos, esta se dio cuenta del error cometido.
Reiko: Y-Y-Yo.
Sosei: Bien Reiko… ¿Qué se sintió descargar tu ira al fin?
Reiko: ¿Eh?
Sosei: Ahora puedes hablar… Ya que lo que digas, serás sincera.
Reiko: Y-Y-Yo.
Sosei: Vamos, debemos llegar con el emperador, no te pediré que me sueltes, soy un “asesino”
Sosei empezó a caminar, Reiko se dio cuenta de que había exagerado, empezó a seguir a Sosei callada.
Sosei: ¿Qué pasa ahora? Ahora que te dejo hablar no lo haces y cuando no te dejaba lo único que hacías era molestar.
Reiko: Y-Yo… Lo siento, no debí llamarlo asesino.
Sosei: Si eso soy, ¿No? Asesiné a mi hija y mi esposa.
Reiko: No lo creo.
Sosei: Te lo estoy diciendo, yo las asesiné.
Reiko: De la manera que miraba el dibujo, no es la manera que un asesino mira sus víctimas.
Sosei: Se llama fotografía.
Reiko: Eso… No es la manera de ver a alguien que asesinó, es la manera de ver alguien que extraña mucho.
Sosei: Ya veo, sabes mucho del hombre que te insultó todo el camino.
Reiko: ¿Cómo supo que era adoptada?
Sosei: Porque después de todos estos años.
Sosei sacó un collar.
Sosei: No han cambiado nada.
Reiko miró el collar sorprendida y sacó el que ella llevaba bajo la ropa.
Reiko: Es del orfanato, eres un…
Sosei: Huérfano.
Reiko: Pero si usted no las mató… ¿Qué lo hizo?
Sosei: De verdad te gusta meterte en lo que no te incumbe.
Reiko: Yo…
Sosei: No las asesiné, pero yo las maté… Me había vuelto una máquina de guerra, todo lo que quería era pelear, no me preocupé de mi familia hasta que supe que los demonios atacaron mi poblado, cuando llegué, el rey demonio había acabado con mi hija y con mi esposa, no pude hacer nada para salvarlas porque era un bruto del ejército.
Reiko: Uh, ¿Cómo supo que era un inmortal?
Sosei: De pequeño, me caí y me torcí el cuello brutalmente, pero no morí, me paré y me acomodé el cuello y seguí jugando, los otros niños no se asustaron porque… Éramos niños, ninguno entendió lo que pasaba.
Reiko: Lo entiendo.
Sosei: ¿Cómo terminaste como la hija adoptiva del emperador?
Reiko: Yo… Le intenté robar una moneda, me iban a cortar las manos, pero el emperador vio algo en mí… Y pues me adoptó, con el tiempo y con el estudio terminé siendo la consejera de este.
Sosei: Una ladrona.
Reiko: Estaba desesperada.
Sosei: No te juzgo, sólo digo… Bien, si seguimos a este paso mañana al atardecer llegaremos a la capital.
Reiko: Pero… Yo no puedo caminar tanto.
Sosei: Si quieres dormir te cargaré en mi espalda, pero quiero terminar con esto, mi campo está en manos de inútiles y no quiero abusar de la amabilidad de los aldeanos.
Reiko: Ellos te quieren mucho.
Sosei: Los he ayudado generación tras generación, así ese pueblo prosperó, porque no los dejé caer.
Reiko: Te deben todo.
Sosei: No me deben nada, son descendientes de aquellos que me acompañaban en la guerra.
Reiko: Entiendo.
Sosei: Bien, me cansé, ahora mantendrás el silencio hasta que te lo diga.
Reiko: Pero.
Sosei la miró molesto.
Reiko: Necesito dormir.
Sosei: Te llevaré en mi espalda.
Reiko: Pero tiene las manos atadas.
Sosei estiró las cadenas y estas se rompieron.
Sosei: Ven niña.
Reiko: P-P-Pero…
Sosei: Tengo casi más de mil años que tú, y tú tienes casi dieciséis, no te miraría de forma sexual, aunque se me pagara.
Reiko: Entiendo.
Reiko se subió en la espalda de este y este la sujetó firme.
Sosei: Vamos.
Reiko: Me costará dormirme.
Sosei: No te contaré un cuento, así que duerme.
Reiko: Soy mayor ya.
Sosei: Lo que digas.
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El sol comenzaba a salir en el horizonte cuando Reiko empezó a abrir los ojos.
Sosei: ¿Despiertas Ya?
Reiko recordó donde estaba, se apartó de la espalda de Sosei un poco.
Reiko: Lo lamento mucho.
Sosei: No tienes por qué avergonzarte… Ahora… ¿Tienes algo de comida en tu bolso?
Reiko: Sí, unas piezas de pan.
Sosei: Tengo hambre… Y supongo que tú también.
Reiko: Yo… Necesito bajarme… Y algo de tiempo.
Sosei: ¿Eh? Entiendo… Bien, ve.
Sosei se detuvo y la bajó, Reiko se quitó el bolso y se lo entregó a este.
Reiko: Ahí está, vuelvo en unos momentos.
Sosei: Toma tu tiempo, niña.
Reiko tomó algo de su bolso y salió corriendo fuera de la visión de Sosei, este revisó el bolso y tomó una pieza de pan que comenzó a comer casi con desesperación.
Sosei: Uhm… No me llevo bien con esto.
Sosei se sentó y miró al cielo.
Sosei: ¿Qué haré si los soldados arruinan alguna cosecha? No podré ayudar a una familia… Uhg… Es molesta esta espera.
Sosei cerró los ojos por unos segundos.
Voz: Sosei… Mírate… Debes seguir adelante.
Sosei abrió los ojos y se sentó, Reiko estaba sentada a unos metros comiendo una pieza de pan tímidamente, esta lo miró asustada.
Reiko: ¿Sucede algo?
Sosei: Nada… ¿Me quedé dormido?
Reiko: Sí, así estaba cuando lo encontré, pero no ha pasado mucho.
Sosei: Bien… Debemos seguir, ¿Puedes?
Reiko: Sí, estoy lista.
Sosei se paró sacudiendo su ropa.
Sosei: Debemos estar en la capital para el atardecer.
Reiko: Sí.
Esta se levantó rápidamente y tomó su bolso.
Sosei: Sigamos.
Ambos empezaron a caminar, Reiko siguió a Sosei de cerca.
Sosei: Puedes hablar.
Reiko: Gracias.
Sosei: ¿Qué quieres preguntarme?
Reiko: ¿Cómo supo que atacaría un demonio?
Sosei: Nos siguió desde que entramos al bosque, sintió tu olor y te busco hasta ese momento.
Reiko: Y-Yo… Pues, ¿Por qué dejó que nos atacaran?
Sosei: Ustedes se dejaron atacar, tomas medidas en tiempos de guerra.
Reiko: ¿Por qué me salvó?
Sosei se detuvo y la miró de reojo.
Sosei: ¿Cómo llegaría al emperador si estabas muerta?
Reiko: Oh… Yo…
Sosei: ¿Pensaste que con tu acto de caridad olvidaría todo lo que el imperio me hizo?
Reiko: ¿Qué le hizo el imperio?
Sosei continuó la caminata.
Sosei: Exactamente eso… Olvidarme.
Reiko: ¿Eh?
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La tarde comenzaba a caer, Reiko casi arrastraba los pies, estaba muy cansada.
Sosei: Si quieres te cargo.
Reiko: No… Sería muy vergonzoso despierta.
Sosei: Vale.
Reiko: ¿Estamos cerca ya?
Sosei: ¿No has salido nunca del palacio?
Reiko: Pues… Si no es en carruaje, no me dejan salir, y menos ahora… Con lo que pasó con Nagisa.
Sosei: ¿Nagisa?
Reiko: La hija del emperador, es un par de meses menor que yo.
Sosei: Ya veo… Se te nota preocupada, ¿Se llevan bien?
Reiko: Yo… Sí, ella… Me aceptó como su hermana, y bueno, nos criamos juntas.
Sosei: Creo que el emperador pone mucho cargo sobre una quinceañera.
Reiko: Tengo dieciséis, casi diecisiete.
Sosei: No puedo creer… Es una gran diferencia.
Reiko: Su sarcasmo me resulta molesto.
Sosei: Me da igual… Ahora sigamos.
Reiko: Se nota que no tiene mucha interacción social.
Sosei: Mira niña, si necesitara clases de la sociedad de una niña, le pediría consejos a cualquier niña que está en el poblado, y no a una mimada como tú.
Reiko: No soy una mimada.
Sosei: Pero tampoco una guerrera.
Los dos llegaron a la cima de la colina que subían para ver el paraje que se abría frente a ellos, la capital del imperio.
Sosei: Necesitarás grilletes…
Reiko: ¿Eh?
Sosei: Esperan que llegues con un prisionero de guerra, no con un granjero.
Reiko: Pero no tengo grilletes.
Sosei: Uhm… Eso es molesto… Pero lo resolveré luego.
Reiko: ¿Eh?
Sosei: Tengo que ir a hacer mis “necesidades”
Reiko: Ou… Entiendo… Voy… A esperar aquí.
Sosei asintió y se retiró hacia el bosque.
Reiko: Al fin en casa.
Reiko miró hacia la ciudad cuando sintió un fuerte soplido tras ella seguido de un golpe pesado de una enorme hacha justo junto a ella, un escalofrío recorrió la espalda de Reiko que no se atrevía a dar la vuelta, sintió una respiración pesada y gruñidos.
Reiko: ¿Señor Sosei?
Esta se giró para ver una monstruosidad tras ella, un enorme ser, con colmillos como los de un jabalí, piel rojiza como un ladrillo, de la altura de un pino y con muchas marcas de heridas y cicatrices.
Demonio: Comida… Fresca…
Reiko: Oh… Joder.
Reiko dio un paso atrás y el monstruo levantó el hacha para dejarla caer sobre ella, esta solo pudo reaccionar a cerrar los ojos.
*Clanck*
Solo pudo escuchar el sonido de metal chocando, abrió los ojos rápidamente para ver a Sosei sosteniendo el hacha con su espada.
Sosei: ¡Muévete! ¡Ahora!
Reiko saltó hacia el costado rápidamente, Sosei dejó pasar el hacha que se clavó en el piso, Sosei saltó y decapitó al demonio rápidamente, al caer envainó la espada en su cintura.
El monstruo cayó al suelo ardiendo y deshaciéndose, Sosei se apresuró a sacar nuevamente su espada y le cortó las muñecas, Sosei tomó los grilletes y los acercó, una cadena apareció entre estos.
Sosei: Lo de las cadenas está solucionado.
Reiko: Esa cosa… Casi me asesinó.
Sosei: Tranquila… Lo tenía todo controlado.
Reiko: ¿Sabía que nos seguía?
Sosei: Obviamente… Pero no quería atacar hasta tenerte sola… Así que esperó hasta este instante.
Reiko: ¡Casi me mata!
Sosei: Mira niña, si te digo que estaba bajo control, es porque lo estaba, no iba a dejar que te matara… Te necesito para entrar al palacio… Quizás que te hiciera sufrir un poco, pero no te dejaría morir.
Reiko: Es un monstruo.
Sosei: ¿Y qué esperabas? ¿Un príncipe azul?
Reiko: ¿Eh?
Sosei: No, nada… Olvidé algo… Bueno.
Sosei se puso las esposas, Reiko lo miró confusa.
Sosei: Ahora vamos.
Reiko: ¿Cómo las abriremos?
Sosei: Igual que las otras supongo, o siempre pueden cortarme las manos, sanarán.
Reiko: Estás loco.
Sosei: Más o menos, ahora vamos, antes de que anochezca.
Reiko: Está bien.
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