Ally y Sally

V. Una no-cita a una fiesta

Es una tortura llegar todos los días y tener que cocinarle a mi padre. De milagro como yo, pero no me queda de otra, no tengo ganas de soportar su mal humor ni sus regaños.

En este instante estoy esperando que el guiso de carne con verduras este listo, así puedo dejar todo hecho. Yo comeré más tarde, no puedo llegar tarde al trabajo, ya he llegado muchas veces tarde y no estoy en posición económica de perderlo.

Trabajo algunas horas de la noche y fines de semana en un salón de arcade. Aunque el trabajo es aburrido, tiene una muy buena paga, algo de comida gratis y es fácil estafar a los clientes. Sé que está mal, pero me gusta cuando a algunas personas no les alcanzan sus puntos para los premios que quieren.

Realmente estoy muy cansada el día de hoy. No estoy con el ánimo por los cielos, no recordaba lo agotador que era estudiar tanto, a eso también hay que sumarle que me desperté temprano.

Escucho a la puerta intentando ser abierta, guardo rápido mis cosas en mi mochila para no tener que estar junto a mi padre más del tiempo necesario.

—Hola. —Saludo a mi padre, inmediatamente que lo veo cruzar la puerta. —¿Cómo te fue?

Casualmente, llega con el ceño fruncido y su rostro visiblemente enojado. No quiero tener que ver su cara así, ya me basta con la mía todas las veces que estoy de mal humor.

—En la estufa está la comida. —Lo ignoro cuando se recuesta en el sofá. Tomo la mochila y la lanzo a mi espalda. —Nos vemos después.

Así son las conversaciones a diario con mi padre, un saludo de mi parte, su cara enojada, uno que otro regaño solo porque si y nada más. La relación entre nosotros desde que murió mi madre decayó más de lo que estaba antes.

Como toda profesional en su trabajo voy tarde. Mi jefe no es de los que regaña a los empleados por llegar tarde, nunca está en el local, pero cuando llega a ver como va el trabajo se da cuenta y si llegamos tarde nos descuenta del pago mensual. Espero que hoy no esté o al menos no me vea llegar tarde.

Entro silenciosamente por la parte de atrás del arcade, donde están los botes de basuras, casi nunca hay nadie y es mejor para que nadie me vea por la entrada.

—Está revisando una máquina que se descompuso. —Escucho a Matt hablar y justo voltea Ian, mi jefe. —Ahí está, ya volvió. —Matt me señala y lo miro extrañada.

—Hola señor, ¿algún problema? —Miro confundida a Ian. Trato de seguirle la corriente a Matt para no ser descubierta y entender lo que me está murmurando detrás del jefe.

—¿Dónde estabas? ¿Acabas de llegar?

—Es-estaba revisando algo en una máquina. —Me agacho junto a la vitrina de premios para no ponerme nerviosa. —Pero no fue nada grave, solo una moneda que quedó atorada. Ya está solucionado

—No dejes tu puesto mucho tiempo solo, los clientes pueden irse al no ver a alguien a la entrada ni que este vendiendo las fichas y monedas.

—Si señor, solo fueron unos minutos, no volverá a pasar.

—Ok, sigan trabajando.

Me acerco mi puesto junto al ordenador y me siento. Solo uso el ordenador cuando alguien gana premios de los más difíciles y cuando alguien reclama un premio solo con punto, nadie lo hace y terminan desperdiciando los puntos en la basura. Yo lo tomo y guardo hasta tener suficientes para reclamar varios premios.

¿Acaso hoy había descuentos o porque está tan lleno el lugar?, pienso mientras recojo unas migas de pan que están esparcidas por el suelo. Al levantarme veo que Matt frente a mí.

Me limito a organizar algunas cosas que están fuera de su sitio y a que los premios más atractivos se vean presentables a la vista de quienes están entrando al arcade y los peluches más grandes para que los vean quienes pasan cerca de la acera.

—Matt, gracias por cubrirme, pero no deberías estar aquí, podrían regañarnos otra vez.

—Que dijiste, no escuche. —Recuesta sus brazos en la vitrina de los premios y lleva sus manos a las orejas

—Gracias por cubrirme con Ian, te debo una. —Esboza una sonrisa y se va a la máquina de palomitas, donde se hizo una fila los 4 minutos que no estuvo a hacer una fila.

Una pequeña niña con coletas se acerca a ver un peluche de unicornio amarillo que está en la parte inferior de la vitrina. Me levanto de mi asiento para dirigirme hacia ella. Solo vino a comprar más monedas, las que se necesitan para las máquinas de garra, donde hay muchos peluches. Le regalo dos monedas extra. Fue muy amable y se lo merece, tiene más modales que algunos adultos.

Atrapo a Matt mirándome, no sé por qué, pero no es la primera vez que noto que Matt se queda mirándome fijamente. Su mirada estaba fijamente en mí, pero luego su mirada se fue a una pareja de jóvenes que estaban entrando, Así que decido ignorarlo.

No termino de comprender por qué siempre se hacen fila para los mismos juegos; disparos, motos y el de carreras. Claramente, está el de las guitarras y el de la pista de baile. Personas incultas que no disfrutan de todos los juegos y solo juegan 2 horas seguidas el mismo. Gastan más monedas y es bueno, pero no disfrutan de todo lo que hay en el arcade.

Ahora que veo la fila de la máquina de comida vacía me acerco a Matt.

—¿Está todo bien? —Inquiero en voz baja.

—Sabía que hoy era el día. —Saca su teléfono y revisa algo.

—Al parecer no.

—Estoy aburrido. —Hace una cuenta rara con sus dedos que no entiendo.

—Ok... y que tengo que ver yo en eso.

—¿Quieres salir conmigo? —Balbucea y sus ojos cafés se ponen tiernos.



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En el texto hay: chicaxchica, romance, lesbian

Editado: 08.04.2023

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