Alma de Guerrero

CAPÍTULO SIETE Alysa

 

Tres meses después.

─Es extraño Alex ─me dice Jack sentándose a mi lado en la mesa.

─¿Qué es extraño Jack? ─pregunto sin despegar la mirada del libro que estoy leyendo.

─Que hables con una chica casi todos los días y que ni siquiera sepas su nombre ─responde. Yo no puedo evitar reír ante sus palabras porque a quien se refiere, y es cierto es extraño que no sepa su nombre. ─No es para te rías amigo.

─No puedo hacer otra cosa más que reír, Jack ─respondo y doy vuelta a la página de mi libro ─. Pero es cierto, no sé su nombre...

─Y eso es lamentable y mediocre ─me interrumpe ─, incluso para ti que res como un dios griego en esta escuela.

─No soy un dios griego y mucho menos me gusta que te refieras a mí de esa manera Jack ─le digo.

Cierro mi libro no sin antes dejar un pedazo de papel en medio de las páginas para marcar en donde me quedé. Lo miro y él solo me está observando como si me analizarla, llega un momento en que simplemente cierra sus ojos y niega con su cabeza pero no digo nada y espero para que diga algo aunque puede que no lo haga.

Abre los ojos y vuelve al mismo tema que es como yo soy una persona bastante mala para ligar y buena para negar que esa chica me atrae, pero es claro que si yo me tomo el tiempo para decir lo contrario él se encargará simplemente de decir nuevamente lo mismo.

El profesor de esta clase no tarda mucho en llegar al aula para comenzar con su clase y justo es ese el momento en que por fin puedo descansar un poco de mi muy enérgico y sobre todo terco amigo Jack. Puedo decir que la clase la paso sumamente tranquilo enfocado en lo que es, la clase pero supongo que no todo es siempre como se espera y siempre hay un momento en que todo se sale de control haciendo que la mente se disperse y viaje de otro universo.

El universo es simple y común, justo como lo es la realidad, es decir, estamos todos sentados en este mismo salón solo que esta vez yo me encuentro mirando de vez en cuando a aquella chica misteriosa en todo para mí ahora es solo la chica de la cuál conozco su nombre y me atrae completamente.

Es el mundo donde yo actúo y no me apena nada, pero simplemente aquí en la realidad soy reprendido por el profesor al no prestar atención y solo observar el pintarrón y no comprender, no anotar.

Soy yo simplemente sacudiendo mi cabeza y disculpándome con el profesor por no estar al tanto de su clase para después guardar mis cosas y levantarme para salir del aula. Es también muy peculiar porque solo doy un simple vistazo al resto de la clase y de quienes se encuentran dentro antes de salirme.

Es justo en ese momento extraño o peculiar que logro verla aunque sea por un mínimo instante y que ella me observe movilizarme.

O al menos quiero creer eso.

Al estar fuera de la clase me da suficiente tiempo para pensar lo que sea que deba pensar, incluso si ese tipo de pensamientos tiene que ver con un amigo que hace que me distraiga o la chica de la que ni siquiera sé su nombre pero no me atrae lo suficiente como para realmente interesarme por averiguar su nombre.

Camino hacia la cafetería porque sé que si algún profesor me ve por aquí podría meterme aún en más problemas de los que ya tengo sobre mí, al llegar ahí me pido algo que comer para matar tiempo, aunque no sea algo bastante llenador, solo un par de galletas y un jugo de una marca cualquiera que me atraiga.

La señora que me atiende de no tarda mucho en darme lo que pedí por lo que al tenerlas conmigo voy directo a una mesa que se encuentre cerca de la de puerta que da hacia uno de los grandes patios de esta escuela. Dejo mis cosas en la silla continua como también mi snack chatarra para después sentarme y por fin poder comer a gusto y a mi ritmo mientras el receso llega a mí.

Como en compañía de mi soledad y de la cafetería vacía, y todo es tan bueno que parece irreal que haya tan poco movimiento en todo el lugar; generalmente siempre hay movimiento de una u otra manera porque nunca falta el grupo de estudiantes de diferentes grados que deciden pasar de largo de algunas clases y estos se encuentran rezagados y sentados en alguna de las mesas de los rincones que son inalcanzables para la simple vista de aquellos profesores que se encuentren dando alguna ronda. No hay problema si no molestas o causas algún tipo de distracción a las aulas que se encuentren en clase.

Me doy incluso el lujo de pensar con los pies arriba de otra silla o por arriba de la mesa en la que me encuentro mientras sigo leyendo mi libro actual.

Supongo que no pasa mucho tiempo o tal vez pasa demasiado que no noto que alguien se encuentra parado a lado mío y yo no le presto atención hasta que toca mi hombro. Es de esperar que también me sobresalte porque me sacó de esa concentración absoluta en la que estaba para entender mi libro.

Cierro el libro poniendo justo el mismo trozo de papel que había puesto antes de la clase de la que fui echado y volteo hacia donde viene el toque que me volvió a la realidad.

─Dime ─digo viéndola fijamente.

─¿Qué haces aquí? ─pregunta.

─¿Era eso lo que me ibas a preguntar? ─contesto. Bajo mis piernas de la mesa y me acomodo en mi asiento para sentarme derecho ─Porque parece absurdo.




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