Alma de Guerrero

CAPÍTULO DIEZ Cosas que no entiendo

PARTE UNO

 

Alysa

Muchas veces no entiendo muchas cosas, en la escuela siempre me va bien, no causo problemas y realmente me gusta no molestar a nadie. A veces platico con algunos compañeros, pero no lo hago lo suficiente para que me consideren su amiga para que no me tomen en cuenta para las salidas en grupo; de hecho, siempre procuro hacer todo tipo de trabajos con la intención de evitar de esa manera asistir a viajes escolares.

Han sido muy pocas las veces las que yo he asistido a un viaje escolar y principalmente esas veces han sido aquellas en las que no implica llegar al día siguiente. Porque para mí la noche está prohibida.

Esa es una de las cosas que yo no entiendo. Al menos que fuera alérgica a la Luna o algún tipo de polen que tenga mayor presencia por las noches, no entiendo porque tengo prohibida la noche. Otra cosa que no entiendo de las tantas muchas cosas es como a veces papá parece alterarle la sola mención de yo salir y regresar justo al anochecer, realmente no lo entiendo porque si pregunto no hay respuesta y si insisto me prohíben salir hasta en el día.

Sé que no son personas malas, tampoco es que me agrade mucho el hecho de siempre estar saliendo pero sí que sería bueno poder llegar después de que haya anochecido o tan solo poder observar la luna. Solo la conozco por fotos o videos y ya creo que es hermosa, pero entonces estan las ventanas que se vuelven completamente oscuras cuando llega la noche y ni siquiera puedo sentir la brisa nocturna.

Hace mucho me tomé la libertad de investigar enfermedades relacionada con la noche o la luna misma, no encontré mucho. De hecho, fuera de temores relacionados con la noche, la oscuridad o el insomnio mismo no hay nada; solo se menciona que algunas enfermedades empeoraban durante ella. No había nada, solo historias fantasiosas o muy irreales que me decían que podría ser vampiro u hombre lobo y estaba segura de que no lo era, pues el día no me mataba o tenía comportamientos extraños como para ser un hombre lobo, o chica lobo.

─Llegas tarde ─esa es la voz de mamá desde la cocina. Ni siquiera hice ruido pero parece haberme escuchado ─, que sigue ¿Llegar casi al atardecer?

─Es poco más de las tres mamá ─respondo, dejo mis cosas en el sofá ─, además, creo que esa pregunta no tiene sentido o convicción alguna al hecho de yo llegar más cerca de la hora de la comida.

─Cuida tus palabras, Alysa ─responde.

─Sí, mamá.

─Entonces dime…

─¿Qué?, mamá ─pregunto interrumpiéndola, cuando me doy cuenta de mi error solo puedo abrir demasiado mis ojos y mirar hacia la puerta de la cocina ─. Lo siento mamá.

Ella no sale en ningún momento de la cocina, espero parada en la sala para ver si volverá a hablar. Los segundos pasan y no hay rastro de ella, me doy la vuelta tomo mi cosas con la intención de ir a la habitación donde no puedo observar la noche, pero su voz vuelve a envolver toda la casa.

─Como decía ─suena calmada, no sé que puede pasar ─, ¿por qué llegaste tan tarde hoy?

Tengo mi bolso en el hombro, camino hasta las escaleras y solo cuando me encuentro arriba del primer escalón es cuando respondo.

─Estaba viendo la practica del equipo de baloncesto ─mi voz suena normal o al menos eso espero. Nunca sé que puede hacer ella, es tan impredecible como mi padre ─, eso estaba haciendo.

─¿Por qué la veía? ─va de nuevo, esa tranquilidad en ella no me agrada ─Porque sé que solo hay un equipo de varones.

─Sí, estaba esperando a un amigo, él está en el equipo ─digo la verdad, lo esperaba ─ ¿Algo más mamá?, quiero quitarme el uniforme.

Espero a que responda, pero tarda en hacerlo y me comienzo a sentir incomoda estando solo parada en escalera esperando a que me responda.

─Ten cuidado con lo que haces, Alysa ─dice y todo en la casa vuelve a ser tan callada como suele serlo. Mi instinto me dice que salga de ahí y me vaya directo a mi habitación.

Eso es lo que hago, tomo bien mi bolso y subo las escaleras corriendo y cuando por fin me encuentro en el segundo piso dejo de correr y solo camino a mi habitación de manera rápida. En el momento en el que me encuentro adentro de ella cierro la puerta detrás de mí y por fin respiro tranquilamente.

No me entretengo demasiado en dejar mis cosas y quitarme el uniforme para poder ponerme una ropa norma, cuando por fin tengo el uniforme fuera y tengo ropa cómoda para poder estar dentro de mi habitación o dentro de mi casa simplemente. Tomo mi bolso nuevamente y saco todo lo que tenga que hacer de deberes de la escuela y comienzo a hacerlas, me concentro demasiado en ellas, escribo todo lo que tengo que escribir en el papel como también borro aquello que yo creo que es incorrecto, sigo así hasta que termino el primer pendiente.

Tomo la segunda libreta que saqué y la abro justo en la página en la que dejé una marca y comienzo con la lectura correspondiente, cuando estoy a punto de comenzar realmente a escribir, escucho a mi madre gritar mi nombre causando que me sobresaltara y mirara hacia atrás, justo donde estaba la puerta.

No era la primera vez que me pasaba esto cuando mi madre me llamaba para comer, de hecho no es que estuviera haciendo algo extraño cuando me llamaba por mi nombre pero sí me encontraba abstraída de mi alrededor o haciendo algo que se llevaba toda mi atención y concentración. No sabía si lo hacía con intención o siempre buscaba mantenerme alerta porque por alguna extraña razón, siempre mi tranquilidad luego de que me llamara se iba y me mantenía alerta todo el resto de la tarde o el día.




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