Alma de Guerrero

CAPITULO CATORCE Las heridas de un héroe

El camino hacia el hospital me parece tan extraño y raro como muchas cosas en estos últimos días, desde sentirlo eterno y lento a sentirlo como el trayecto más corto y peligro del mundo en que el he estado al ver cómo el cuerpo de una Alissa absorta del mundo y envuelta en una paz que no puedo comprender se sacude cada tanto.

Pregunto repetidas veces si ella realmente está bien asegurada y claro que los paramédicos en medio del ajetreo y de todos los procedimientos que seguramente son de rigor me responden todas la veces que pregunto procurando no dejar de prestar atención en ella.

Supongo que no tardamos mucho en llegar pero no lo sé, solo trato de observar todo lo que puedo de ella, de su rostro, de sus manos y cualquier cosa que pueda observar.

De un momento a otro la ambulancia se detiene, inmediatamente las puertas de esta son abiertas por uno de los paramédicos que se encontraba en la cabina. Yo quito de manera rápida, pero no me levanto y espero a que la saquen de la ambulancia cuando se encuentra afuera me levanto y bajo de la ambulancia dando un salto de esta.

Sigo de cerca la camilla y a los paramédicos de cerca procurando no perderla. Las enfermeras y los doctores la rodean y comienzan a preguntar qué es lo que realmente pasa con ella, los paramédicos informan de su situación y yo corro con ellos esperando poder hablar.

No hay manera en la que pueda hablar, así que me armo de valor y me hago oír diciendo su nombre, su edad y lo que pasó desde mis perspectiva.

─Se llama Alissa Hall, tiene 17 ─digo y un doctor me mira y asiente ─. La encontré inconsciente en su habitación con las manos vendadas y llenas de sangre; ella estaba encerrada en su habitación gritando de dolor y su madre intentó evitar que la sacara de ahí.

─Bien... ─dice el doctor asintiendo a mis palabras ─, espera aquí nosotros nos encargaremos del resto.

Yo asiento y el doctor pide que me lleven a la sala de espera a una enfermera.

La enfermera asiente a la orden del doctor y se aleja del gran grupo y se acerca a mí.

─Por aquí joven ─ me indica y pone su mano en mi hombro para guiarme a la sala pero me quejo al sentir su mano en mí. Ella me observa y quita su mano inmediatamente ─. ¿Te duele algo?

Asiento.

─Creo que me he lastimado el hombro al intentar abrir la puerta ─contesto, ella me observa y asiente a lo que digo.

─Todo un héroe al parecer ─me dice sonriendo y estira su brazo para indicarme por donde caminar ─, vamos a que te revisen ese hombro para evitar que se torne más serio, ¿está bien?

─Claro, vamos ─comienzo a caminar, pero me giro para verla ─. Puede por favor decirle al enfermero en la recepción que me están revisando, mi nombre es Alejandro Cardona, mis amigos y mamá están en camino supongo.

─Claro Alejandro, yo me aseguro de que les hagan saber a recepción donde te encuentras ─me asegura y me anima a caminar, a lo que yo obedezco y comienzo a caminar siguiéndola ─. Así que dime Alejandro, ¿qué fue lo que pasó realmente para que salieras corriendo y terminaras siendo el posible héroe de la princesa?

Sigo caminando, pero no le respondo al instante porque me quedo meditando en su pregunta y digiriendo sus palabras.

Héroe, no creo que esa palabra sea la correcta para describir mi imprudencia o mi imprudencia al notar que algo anda mal, ni mucho menos creo que por mi mente pasara el hecho de que yo creerla mi princesa.

No soy un príncipe ni mucho menos un héroe, tal vez solo soy un impulso como lo he sido en algunas ocasiones de mi vida. El ejemplo más claro y actual es Nicolás.

─No soy una héroe ─respondo finalmente ─, tal vez soy una impulsivo y solo actué por actuar antes de analizar la situación.

La enfermera ríe y yo frunzo el ceño.

»Parece que le causo diversión ─le digo y ríe. Veo como una persona pasa muy cerca de mi hombro lastimado y yo por inercia la esquivo pero logro chocar con la enfermera que me acompaña.

─No me rio de ti, sino de tus palabras ─confiesa, se adelanta un poco y se detiene en una puerta a unos dos metro de mí y la abre ─, entra. Aquí es donde te revisaré.

Asiento y avanzo hasta llegar a la puerta y entro a la habitación.

Es una habitación de hospital, una donde de un paciente pasaría sus días mientras espera a ser dado de alta.

»Por favor siéntate, y quítate la camisa para que pueda revisar tu hombro ─me pide y hago caso. Camino hasta la cama y me siento en ella para después quitarme la camisa. ─Iré por una bata para que te la pongas, ¿Tienes alguna otra herida?

Frunzo nuevamente el ceño y me cuestiono el porqué de su pregunta, niego lentamente con la cabeza y bajo la mirada. Cuando lo hago es cuando noto que mi camisa está manchada de sangre y mis pantalones también tienen unas cuantas manchas de sangre.

Reviso mis manos y noto algunos moretones pero nada grabe. La miro y niego con la cabeza nuevo.

─No, parece que solo me he lastimado el hombro ─contesto finalmente.

Ella asiente y se da la vuelta para salir de la habitación.

─Bien, quítate la camisa iré por un doctor ─me vuelve a decir y se marcha cerrando la puerta tras de sí.




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