No sabía con exactitud cuanto tiempo he estado aquí con ella, pero seguramente habían pasado varias horas. Horas en las que ella pareció entrar en un especie de shock, que por un momento me mantuvo más que alerta y muy preocupado.
Era de esperarse que comenzara a llorar desconsoladamente, luego de que me dijera que estaba temerosa y que no sabía que era lo que sucedía con ella y con lo escuchaba. Yo estaba igual, con ganas de llorar y de gritar tan fuerte hasta que mis cuerdas vocales se destruyeran por completo, pero solo me mantuve en silencio a su lado dejando ir el grito que mi alma se moría por dejar ir en mi interior.
Quemándome por las llamas de la rabia que se había instalado en mi alma.
Seguimos escuchando susurros en nuestros oídos por mucho tiempo, ella permaneció derramando lágrimas por varios minutos y yo en silencio con mi mano tomando su brazo y apretándolo tanto como pudiese, pero sin llegar a lastimarla.
Ella lloraba en silencio y yo permanecía a su lado, como había querido estar desde que despertó. Nos mantuvimos así, en silencio por mucho tiempo escuchando cada palabra dicha en susurros que nos atormentaban y derramando lágrimas constantes y de vez en cuando, justo cuando me permitía, me derrumbaba.
Estaba entumido por la posición y comenzaba a sentir dolor, pero me negué a despegarme de ella y abandonar la poca cercanía que lograba obtener de su cuerpo. Sabía que las cosas estaban cambiando y aunque me negaba a aceptarlo, comprendía que esos sueños extraños eran verdad, pero ¿cómo aceptar algo que sonaba tan irreal y sacado de un sueño psicodélico?
Aunque también tenía muchas preguntas, preguntas que me habían quedado luego de esa extraña visita que con cada palabra dicha por nuestras bocas se volvía una realidad. Retorcida, pero parte de nuestra realidad al fin y al cabo.
Porque sí podía reconocer algo, y eso era el hecho de que su bienestar y malestar me afectaba tanto que ni yo mismo podía comprender porque lo hacía de esa manera. No sabía porque y eso me comenzaba a frustrar, tanto como las palabras que aquella voz me había dicho en ese extraño sueño.
Palabras no tan exactas para expresarlas en mis pensamientos, pero grabadas en mis recuerdos. Almas creadas para estar juntas y alimentarse la una a la otra.
Almas que indirectamente se habían convertido en gemelas y que se conocieron en momentos tan distintos para el otro y en tonalidades que no comprendíamos ni siquiera un poco; pero fuera cierto o no, estas dos almas desdichadas hasta cierto punto habían hecho que se comenzaran a sanar de una manera muy extraña.
Ahora no podía negar la paz que sentía cada vez que ella me miraba o siquiera permanecía a su lado observándola mirar a la nada y estar en paz o solo viéndola, dejándose vencer por el cansancio y observar cada detalle de su rostro relajado.
Era como estar en un especie de trance que me traía dicha y felicidad.
La observé nuevamente esperando encontrarme con sus ojos cerrados, pero no fue así. Ella se encontraba con los ojos abiertos y mirando a un punto fijo dentro de la habitación del hospital; estaba serena, pero no tranquila.
Al menos ya no lloraba más y eso me dejaba un poco más tranquilo. Me enderece y me acomode en la silla de ruedas con mucho cuidado para no lastimarme más de lo que ya me encontraba.
Volví a observarla, pero ella no se movió en absoluto, así que decidí romper el silencio que se había formado a nuestro alrededor y que de cierta forma nos protegía.
─Alysa...
La llamé finalmente y volví a tocar la piel de su brazo sin acercarme a las vendas de su mano.
─¿Sí?
─Puede que ahora sea más que solo un poco ─le dije observándola directamente a los ojos y admitiendo por primera vez que en efecto, sí, me gustaba.
Ella parecía no entender lo que yo le decía, pero no importaba. Al menos ahora cuando todo es confuso y parece que nada a nuestro alrededor tiene sentido excepto dos cosas.
─No comprendo ─dijo mirándome de vuelta y por primera vez─¿Qué es lo que ahora es más que solo un poco?
─Tú lo sabes ─respondí y sonreí sin mostrar los dientes esperando saber ocultar muy bien la vida que le daba a mi alma al ella mirarme de nuevo ─, pero veo que ahora estas confundida, no importa luego te digo. Aunque también puede que ahora no sea el momento de que sepamos que significa cada susurro.
─Espera… No puedes dejarme con la duda ─me dijo.
─Puedo hacerlo si quiero, Alysa ─contesté ─. Además necesitas descansar un poco, no puedes alterarte. No cuando no sé como reaccionarás si sigo hablando, se supone que estás débil y que te encuentras recuperándote de un coche muy fuerte.
─Eso es muy injusto, Alex.
─Tal vez, pero es lo que hay.
─Ahora te comportas como un idiota ─Me dijo alejando la mirada de mí.
─Alysa yo no soy un idiota solo te digo algo que tú sabes ─digo manteniendo fija la mirada en su rostro. Se ve cansada, parece que no duerme mucho cuando debería verse más repuesta ─, solo que parece que ahora no lo recuerdas. Tranquila, no es nada malo o al menos eso es lo que yo creo que tú crees sobre eso.
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Editado: 11.04.2024