Alma de Guerrero

CAPÍTULO VEINTISEÍS Aún tenemos una promesa

 

Saber si Alysa volvería a la escuela pronto no demoró tanto como pensábamos todos, después de todo Jack y su dupla tenían la intención de hacernos ir al baile. Claro si no había problema con ello.

En cambio mamá y yo nos encontrábamos ansiosos de saber hacia que rumbo iba su diagnóstico; no lo decíamos, peor ambos temíamos que ella pudiera perder la sensibilidad y movilidad de ambas manos o que no la recuperara del todo.

Había pasado un día desde mi regreso a la escuela cuando Alysa llorando llamó a mamá desde el piso de arriba, por alguna extraña razón sus manos comenzaron a sangrar de nuevo y mamá la llevó al hospital sin demorar mucho. Yo no fui con ellas aunque así lo quería, pero si yo insistía las retrasaría y podrían empeorar las cosas.

Así que me quedé aquí en casa, sentado en el mismo sofá en el que había permanecido por mucho tiempo con la pierna elevada para aliviar un poco el persistente dolor que aún me aquejaba por las noches en espera de alguna noticia. Me ordené mantener la calma y me mantuve en silencio viendo nada.

Poco después llamé a Jack y le pedí que trajera a Cindy de ser posible; teníamos que hablar.

No tardaron mucho y fue entonces que les platiqué lo ocurrido, obviamente que ellos se preocuparon y preguntaron si algo podían hacer; pero yo no tenía respuesta a esa pregunta. Se quedaron conmigo guardando silencio y mandándose miradas furtivas el uno al otro.

Algo había entre ellos y me alegraba que hubiera más consecuencias buenas de todo esto.

Pasó al menos una hora cuando volví a hablar.

─Necesito su ayuda ─dije logrando captar su atención ─, debemos de admitir que las posibilidades de que ella vaya al baile acaban de bajar así que deben ayudarme a prepararle un “baile” en mi casa. Solo seremos los cinco, al menos que ella tenga más amigos de los cuales no tenga conocimiento.

─Somos los únicos, Alex ─susurró Cindy y yo asentí en silencio.

─Bien ─contesté y los observé ─, ella sabe que es probable que no pueda ir y con lo que pasó esta tarde es seguro que no pueda ir; así que necesito que me ayuden a decorar y preparar bocadillos para la noche del baile, pero en mi patio.

─Claro ─contestó con más alegría, Cindy ─, puedo arreglarla para que sienta toda la experiencia de un baile.

Sonreí, eso sería excelente para su estado de ánimo.

─Eso sería genial, Cindy ─dije con entusiasmo ─¡Gracias!

─No hay problema.

─Jack necesito que…

─No ─contestó interrumpiéndome y yo fruncí el ceño. No lo entiendo, no tiene caso seguir con la candidatura ─, no los retiraremos de la lista. Los estudiantes deberán escoger a su Reina y Rey del baile.

─Jack…

─No, Alex ─insistió y yo cedí.

─Bien.

 

No volvimos a hablar del tema, tampoco se quedaron mucho tiempo así que al cabo de unos minutos volví a quedarme solo y con una casa en completo silencio.

Unas horas después mientras veía un programa de televisión sin prestarle completa atención la puerta se abrió y como pude me levanté para caminar hasta ellas. Lo que vi, me partió el alma así que no dije nada y me apresuré hasta llegar a ella y con cuidado la rodeé con mi brazo soltando el bastón.

─No podré regresar a la escuela ─dijo en medio de un sollozo mientras escondía más su rostro en mi cuello ─, tampoco al baile iremos al baile.

Su cuerpo no tardó en sacudirse por el llanto y yo busqué la forma de apretar más mi agarre en busca de confort para ella. No creo haberlo lograrlo.

─Shhh… ─pedí tratando de tranquilizarla ─Aun tenemos una promesa que cumplir, Alysa.




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