Alma de Guerrero

CAPÍTULO TREINTA Guerrero

 

 

Faltan 9 días para luna llena.

9 días para el baile.

 

 

─Dígame señor Mendoza ─Jack me empujó levemente y reaccioné mirando a mi alrededor ─, ¿Mi clase no le parece lo suficiente como que usted se interese en lo que expongo?

¿Por qué me pregunta eso? Busqué con la mirada al profesor y al girar la cabeza hacia la izquierda lo encontré inclinado hacia el frente con la mirada puesta en mí ocasionando que me sobresaltara y gritara.

Ese no es el profesor, ¿qué esa cosa? Me pregunté

Traté de alejarme, pero sentí de pronto como él profe… o lo que fuera comenzaba a acercarse más a mí logrando que a mis ojos su rostro se deformara más. Su mirada fija en mí, con ojos preocupantemente muy abiertos y pupilas algo dilatadas.

Ese no es el profesor.

¿Quién mierda es?

─Dígame señor Mendoza ─Me llamó de nuevo.

─¿Qué? ─Balbuceé con voz temblorosa.            

Tallé mis ojos con mi mano buena esperando que fuera alguna alucinación, pero en el momento en que volví a abrir los ojos estaba viendo a la misma cosa que se inclinaba sobre mí.

─¿Acaso usted no es lo suficiente capaz para contestar mi pregunta? ─preguntó y yo abrí la boca tratando de hablar, pero enseguida este negó ─¿Acaso usted no dijo que era lo suficientemente capaz para volver aquí? ─Se acercó más.

No entiendo nada.

─Ni yo amigo ─dijo Jack haciendo que me volteara a verlo rápidamente─, pero deberías de contestar. No lo hagas esperar.

─Estoy esperando una respuesta de su parte ─insistió ─, no debería hacerme esperar, Guerrero. Es de mala educación.

¿Me llamó Guerrero? Pero… qué está sucediendo.

Miré a Jack, pero ya no estaba; miré hacia otro lado y nadie estaba solo estábamos el profesor y… ¿Jack?

¿Cómo sucedió eso? Pero si hace un momento solo estábamos lo que parecía ser mi profesor y yo y nada más, pero ahora está de nuevo aquí.

Pero qué es lo que sucede, no lo entiendo. Ni siquiera entiendo porque me ha llamado Guerreo, no entiendo porque no hay nadie más allá de ellos en el aula más que nosotros.

Santo cielo, por qué diablos se acerca tanto a mí.

No lo entiendo, y sé que lo repito tanto, pero realmente no comprendo porque de un momento a otro el lugar se volvió lúgubre, oscuro y todos desaparecieron. No hay explicación para lo que está pasando.

¿Cómo es que pasé de encontrarme en clase a estar en esta rara versión de mi realidad? ¿Qué carajos pasa aquí? ¿Por qué luce tan mal? ¿Por qué cada vez se acerca más a mí el profesor?

─Pareces preocupado, Guerrero ─me dice, parece que leyera mi mente ─. No, no puedo hacerlo, pero es casi como si lo hiciera.

─¿Qué?

─No pareces entender ─dijo burlándose de mí ─, ni siquiera me interesa porque no prestas atención a mi clase, muchacho.

─¿No? ─No entiendo, ¿qué pasa?

─No, humano estúpido ─¡Pero qué carajos! ─ lo que me interesa saber es dónde está de ella. ¡Eso quiero saber! ─Estaba casi sobre mí, quería moverme, pero no podía estaba paralizado y aunque quisiera no podría, tengo una pierna rota y me habría atrapado ─Habla, Guerrero de Fengary.

─Profesor…

─¡¿Dónde está la princesa?! ─Me gritó y esta vez no pude evitar cerrar los ojos y tratar de encogerme en mi asiento, pero tan rápido como lo hice este dio un golpe en la mesa haciendo que me sobresaltara y lastimara mi hombro por lo repentino de mi movimiento.

 

─Alex ─escuché a lo lejos, pero no quise abrir los ojos. Estaba aterrado pues no comprendía lo que pasaba ─, Alex escúchame, debes salir de aquí, es peligroso para ti.

─¿Qué? ─ logré murmurar.

─No es momento para preguntas ─me dijo y yo asentí ─, lo distraeré lo suficiente y tú correrás lo más rápido que puedas…

─No puedo correr ─dije.

─Podrás ─me animó ─, confió en que sí podrás, Alex después de todo ya lo has escuchado ─Me explicó, pero no comprendía nada seguía sintiendo el aliento que resultaba nauseabundo del profesor y la respiración de Jack en mi nuca tomando mi hombro nuevo ─. Alex, tú alma es la de un Guerrero y si todo sale bien podrás comprobarlo por ti mismo.

─Pero…

─Solo corre cuando te lo indique ─ordenó.

Yo asentí sin decir palabra alguna, pero no creí necesario hablar más no cuando aquellos que me mantenían acorralado me hacía sentir nauseas ya que el aliento de lo que creía hasta hace poco era mi profesor me parecía nauseabundo nuevamente y con un olor bastante asqueroso y hasta cierto punto rosaba lo putrefacto.

Sentía terror, mí pulso por arriba de lo permitido en una persona con claros signos de adrenalina al tope, era terror lo que sentía y en el fondo temía que mi corazón no soportara tanta presión.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.