Alma de Guerrero

CAPÍTULO CUARENTA Y UNO. Parte tres

Sé que no soy un héroe. 

 

Se había vuelto una costumbre el escuchar a hurtadillas, habían pasado días y tardes enteras en las que me la pasaba escuchando situaciones favorables y otras no tantas y en todas Alysa no debía ver a la Luna en ninguna circunstancia, aunque ella sintiera la necesidad de hacerlo y la envolviera un deseo por salir y verla.  

Tenía entendido que la situación en este punto era crítica y muy prometedora pues, aunque se encontraban cerca de la cosecha, para Alysa solo significaba problemas, pues no había sido entrenada jamás y eso era algo que me quedaba muy claro. Ella no tenía control absoluto sobre sus poderes o sobre sus emociones y ella también lo entendía porque ya había quedado claro como el haber sido cautiva la mantuvo muy fuera de sí tanto que sus poderes se fueron formando y acumulando, formando energía que buscaba cualquier grieta para salir.  

Eso también lo entendía porque la había visto perder el control, así de alguna forma, aunque me la pasara escuchando a hurtadillas y tratando de que no me descubrieran, sabía que ella bajo ninguna circunstancia debía ver a la Luna, porque sabía que sus poderes saldrían a la luz; sin embargo, no sabía, y creo que jamás lo haría, el alcance de daños que pudiese generar esto para ella, para mí y para quienes la rodeaban. 

En una de esas tantas veces que había escuchado escondido de todos y detrás de las paredes o puertas que se me atravesaran, es que la Luna, Garla y Fengary la llamaría, que sus llamados estarían más presentes en su mente, en sus oidos, pero sobre todo en sus sueños. Serían señales que le indicarían cómo sería su vida, pequeños destellos de lo que le esperaba. Yo lo tomaba como falsas visiones de esperanza.  

Sé que yo mismo había rechazado todo aquello que tuviera que ver con ese mundo mágico al que segun un ser mágico me decia que pertenecia, pero nada me sacaba de la cabeza que aceptar esa parte del destino de mi alma era aceptar luchas, ballas y guerras de almas perturbadas por la obseción y sed de poder que no me pertenecian. Ya había pasado suficiente, ya me había perdido en la penumbra muchas veces que no me encontraba dispuesto a entregarme a una lucha que no entendia en lo absoluto por lo que no podía creer las falsas palabras de Luna cuando le decía que todo iba a estar bien.  

La estaba enviando a la muerte y eso ella no se lo diría jamás porque sabia que priero estaba el bien de un pueblo antes que el bien de una hija heredera. 

Ella se había encardo de endulzar sus odios diciendole que todo iba a estar, la escuchaba aconsejandole que no debía asustarse si en algún momento de la noche sintiese un susurro en su oído con el canto de hombres y mujeres al unísono en una lengua que desconocía, le pidió que no se asustara que solo sería el eco de su verdadera naturaleza llamándola. Era su llamado de esperanza para iniciar una guerra. 

Eso y muchos más detalles había escuchado, así que, distanciado o no y con un abismo entre la reina y yo me cercioré de que nada de información quedara en el vacío entre ambos porque después de todo Alysa seguía importándome. Debía protegerla a toda costa, por lo tanto, le oculté a ella y la Luna lo que había pasado esta mañana. 

No estaba asustado, pero sí más serio que de costumbre, aunque traté de mantener la compostura, sentía que no podía ya que me carcomía más el hecho que había prometido muerte a alguien más. Y aunque no miento, y tampoco no siento miedo o remordimiento alguno supongo que es el poder que yace en mi desde mi nacimiento, así que me dije que por una última vez me dije que permanecería valiente y normal hasta que ella se marchara y finalmente nos dijéramos adiós. 

O al menos es lo que esperaba, no podría confiar en mi temperamento últimamente y hasta que pase un tiempo en el que procese todo a mi alrededor. Es estúpido creer que puedo con todo esto yo solo sin decirle a mi madre lo que está pasando porque de nuevo me estoy envolviendo en el papel de héroe y no lo soy. 

No soy un héroe. 

Solo soy un joven con obvios problemas de depresión no canalizada que está aprendiendo a dejar atrás muchas de las luchas y sombras que dejaron una relación nada sana; así que espero que hoy todo salga bien, de lo contrario tendremos muchos problemas porque también espero que durante la noche no aparezca Markuk. 

Sin darme cuenta el día había terminado y las clases también y aunque había permanecido en una especie de limbo en donde actuaba por automático pronto me di cuenta de que el baile cada vez estaba más cerca y que también es acercaba la hora crítica así que la necesidad de estar cerca de Alysa incrementó; así que sin darme cuenta ya me estaba dirigiendo en su búsqueda. Por suerte no tardé en encontrarla. 

─¿Cómo estuvo el último día de clases? ─pregunté estuve a su lado. 

Ella no me respondió al instante por el contrario permaneció observándome algunos segundos con esos grandes ojos que la caracterizaban y antes de alejar la mirada me sonrió. 

─Estuvo bien, un poco aburrido ─dijo mirando hacia el frente, entonces su sonrisa se hizo más grande lo cual hizo que en mi rostro se instalara una sonrisa casi tan grande como la de ella ─, pero eso no importa porque al menos ya es el último día de clases y más tarde será el baile. Mi primer baile. 

─¿Ya podré ver tu vestido? ─pregunté mientras con miedo rodeé su cintura con mi brazo, ella no se movió ni se alejó lo que me tranquilizó un poco. 

Por el contrario, negó, su sonrisa no desapareció así que en ese momento me di cuenta de que entre nosotros todo estaba bien pese a la situación. Ella se acercó a mí y me abrazó. 

─Sabes que no me podrás convencer de que los veas antes del baile ─dijo contra mi pecho ─, así que ya no insistas. 

Tenerla cerca de mí, entre mis brazos me hizo cuestionarme por un momento mi decisión, pero sabía que no podía echar marcha atrás. No podía pasar por alto mis decisiones y mi paz, así que estrechándola más contra mí dije: 




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