Alma de Guerrero

CAPÍTULO TREINTA Y SIETE La verdad no mata, pero sí hiere

 

 

Es en manos de la magia que dos almas se unen.
Es en manos de almas rotas que las guerras se construyen.

Faltan 3 días para la luna llena
y la magia por fin despierta.

 

Alex

 

Eran ciertas muchas cosas, pero también me parecían irreales había visto de un momento a otro a la chica tímida convertirse en su versión más fuerte, audaz y sin duda suspicaz. Ella ahora no solo me maravillaba, sino que la sentía como la más impactante.

Pero con todo ese impacto que generaba en mí, también cambiaban las cosas, todo se volvió un cambio, nuevo y entonces eso se convirtió en la constante de este preciso momento de mi vida ya que de un momento a otro todo volvió a cambiar, ahora ya no estaba herido, ya no había dolor y eso bueno, pero entonces todo cambio.

¿En qué momento el cambio deja de ser bueno?

¿Cuándo el cambio se convierte en algo malo?

No lo sabía, pero como dije el cambio volvió a formar parte de nuestros recuerdos porque ahora yo no era el centro de asombro de mi amigo, ni tampoco yo era mi centro de asombro lo era Alya.

¿Cómo podía ser posible?

No lo entendía porque en el preciso momento en el que yo me encontraba como un bebé que aprendía a caminar un canto extraño resonó por el lugar y fue entonces que el verdadero cambio comenzó y ahí en verdad mi vida tomó una nueva perspectiva. Sé que parece tonto mi pensamiento porque llevo pensando una y otra vez en que este día ha sido una constante de cambios.

Cambios que no hacen más que confundirme y hacerme pensar que todo lo que conocía de nuevo se pierde y reemplaza por nueva información que de nuevo me hace sentir en cero.

Todo es tan complicado que enreda y crea nudos en mis pensamientos, pero de nuevo, todo sucedió en menos de un segundo cuando el canto solo inició y después Alysa y Luna, la Reina Mística se encontraban envueltas en una especie de capsula de luz enceguecedora.

─Dime que estás viendo lo que yo, Jack ─pedí a mi amigo casi en súplica.

Quería mirarlo, pero temía que si lo hacía en ese momento en que perdía de vista lo que sucedía en mi sala se desvanecería, aunque también en el fondo una parte de mí creía que si no observaba podría perderla y eso sí que no podría soportarlo. Algo me decía que no podría soportarlo.

Fue entonces que en un acto de desesperación o al menos así lo percibió Jack y estaba también seguro de que yo lo haría cuando todo volviera a la normalidad. Sí es que alguna vez existió un estado de normalidad en mi vida.

─No lo hagas ─me detuvo Jack ─algo me dice que no debes acercarte.

Lo miré, esta vez sí lo hice.

─Pero ¿y si se marcha? ─pregunté con desespero.

─No creo que lo haga ─me aseguró.

─¿Cómo lo sabes Jack?

Él me sonrió con pena y después puso su mano en mi hombro, supongo que era un intento de mantenerme a lado de él.

─Esa es la cosa, no lo sé amigo.

─No puedo dejar que se vaya ─confesé ─yo…

─No, no la amas ─me detuvo.

¿Cómo podría el saberlo? Él era incapaz de sentir lo que yo sentía en ese momento.

»Lo sé, porque te he visto esta mirada de desesperación antes, amigo ─dijo ─. Tú lo que sientes ahora es algo totalmente diferente al amor, Alex.

─Pero yo…─intenté refutar, pero las palabras no salían de mi boca.

─No amigo ─insistió ─, confía en lo que te digo.

Miré de nuevo hacia donde Alysa se encontraba y después bajé la cabeza procurando mirar el suelo y analicé cada parte de lo que mi amigo me decía. Él tenía la razón y yo debía tranquilizarme así que aún con la respiración agitada, hombros caídos y la mirada clavada aún en el suelo asentí rápidamente sintiéndome derrotado de alguna forma para después mirarlo y mirar lo a los ojos.

─Lo haré, confiaré en ti.

 

Si soy sincero no sé cuánto tiempo pasó desde que me di por vencido y decidí no acércame a esa capsula de luz, porque, así como fue tan rápido su inicio también sentí así que el tiempo no registraba el momento porque de un momento a otro la luz que se mantenía alrededor de ambas comenzaba a apagarse y podía notar la siluetas de ambas, pero; así como por fin podía verla noté la figura de alguien más.

No, no podía ser ella al menos no aún.

─Oh mierda ─escuché a Jack decir ─, oh santísima mierda esto no puede estar pasando ahora.

Mamá llegó.

─¿Qué carajos está pasando aquí? ─La escuché decir, pero ni siquiera yo pude decir nada porque, a decir verdad, aunque las palabras lograran ser pronunciadas seguro serían puras incoherencias. Después de todo cómo le explico a mi mamá lo que estaba pasando, no después de que ella me esté viendo de pie junto a Jack que mantiene su agarre en mi hombro y a Alysa parada en medio de la sala envuelta en una estela de luz junto a señora que para nada conoce mi mamá.




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