Alma de Guerrero

Capítulo Cuarenta y Uno. Parte dos

El primogénito de la Luna y un poco de leyendas hechas realidad.

Después de todo las leyendas terminaban por ser ciertas, había verdad en las palabras de una mujer que apenas conocía y de procedencia mística.  Me resultaba extraño estar frente al primogénito de la Luna, pero que podía hacer más allá de negar y resultar ser una mala idea el hacerlo. Negarme en este punto del día y de la vida resultaría ser peligroso para las personas que se encontraban en el edificio, aún peor podría suponer un peligro para Alysa, Jack y mamá; así que fui con él, no había de otra. 
El hombre de nombre raro caminó por el pasillo y yo lo seguí no sin antes mirar hacia atrás y repetirme una y otra vez que lo que hacía estaba poniendo minutos extras en la seguridad y vida de mis chicos y las personas que pudieran estar en la escuela en este punto del día. Volví la mirada hacia el frente y lo observé en silencio mientras caminaba detrás de él tratando de seguirle el paso. No dije una sola palabra porque no sentía la necesidad de romper el silencio que había entre nosotros, ya que ese preciso silencio me permitía estar alerta de cualquier movimiento o sonido que me pareciera extraño.
Supongo que, en este punto de mi vida, y al ser un chico de una muy pequeña ciudad que ha vivido no muchas, pero sí varias situaciones traumáticas para ser de un lugar tan pequeño esta situación me tiene bastante paranoico y más cuando mágicamente luego de unos días ya estaba en perfectas condiciones como para jugar un último partido.
Parecía que conocía bien el lugar porque en ningún momento dudó de un paso dado, yo no sabía a donde me llevaba pese a que había recorrido estos pasillos infinidades de veces, pero esto es lo que pasa con un lugar y más si se trata de la escuela. Durante todos los años que he estudiado aquí, porque como pasa en muchas de las escuelas de los Estados Unidos, los niveles escolares están divididos por pisos y las personas solo radican en ciertas áreas de confort para ellos, es raro que algunos se la vivan de un lado a otro conociendo cada rincón y reconociendo en su totalidad cada detalle de la escuela. Claro, habrá personas que lo sepan, pero no es común que un alumno recuerde cada pasillo y detalle de un edificio o varios edificios escolares; después de todo son pasillos en donde hay cientos de historias y situaciones que ponen en riesgo, aunque sea una parte de cada persona que estudia aquí.
Así que después de todo, no me sentía mal el no saber o recordar como estábamos llegando a ese lugar, si no que por el contrario me ponía nervioso no saber cómo salir del lugar al que me llevaba en caso de que sea necesario- porque sé que lo será.
─¿Qué es lo que pretendes? ─pregunté finalmente tras un arranque de valentía ─Si no me respondes creo que me veré en la necesidad de marcharme.
Más valentía imprudente, pero necesaria.
─¿Te arriesgarías a darme la espalda?
Su pregunta me tomó por sorpresa por unos segundos, pero negando y con valentía que no tenía y que solo fingía respondí:
─En algún punto de la conversación tendría que hacerlo ─dije mirando fijamente su espalda ─¿Qué más da si lo hago ahora? No es como si confiara en ti de todas maneras, así que debo de atreverme.
Se detuvo, yo también lo hice. 
─¿Qué más da?
Repitió mi pregunta y yo guardé silencio. 
─Ya veo que es verdad lo que dicen de ti ─dijo y yo pude más que alzar la ceja ─, eres una especie de héroe que se creé salvador de quienes lo rodean, si me preguntaran que es lo que pienso acerca de eso seguramente diría que eres un estúpido humano.
Alcé las cejas y mi mandíbula se tensó al escuchar sus palabras, porque pues era verdad.
No podía contradecir palabras bañadas en hechos que no hacían más que recordarme lo tonto que resultaba a veces por querer proteger a los que me rodeaban. Estaba más que establecido el hecho de que tenía un problema con el síndrome de sentirme un héroe, no lo era y no pretendía serlo en mucho tiempo. 
Aclaré mí garganta y de mí salió una leve risa que despertó la curiosidad en el primogénito bastardo. 
─No se te olvide que puedo leer tu mente ─Me recordó a lo que yo lo miré con seriedad ─, cuida tus palabras hasta en tus pensamientos, Guerrero estúpido.
─Te recuerdo que estás en mi mundo ─dije finalmente cruzando mis brazos por debajo de mi pecho ─, tú deberías tener respeto por un mundo que no es tuyo y por los pensamientos de quienes crees inferiores, trai-dor.
Vi su rostro endurecerse al escuchar mis palabras, claro que toda su apariencia se volvió más sombría y eso me aterró estaba tentando mi suerte.
─Valientes son tus palabras al enfrentarme y no saber pelear cuerpo a cuerpo ─dijo luego de unos segundos, su voz al igual que él era sombría y muy baja ─; pero no estoy aquí para…
─Sí, deberías decirme de una buena vez que haces aquí ─Lo interrumpí dando un paso hacia él con la mirada fija en sus muy aterradores ojos ─, porque te recuerdo que estás en una institución académica donde pronto habrás cientos de almas inocentes que…
─¡NO VUELVAS E INTERRUMPIRME! 
─¿O si no qué? ─Lo reté, me acerqué más dejando caer los brazos a los costados de mi cuerpo ─¿Me matarás? 
─Debería hacerlo.
─No te veo atacándome ─repuse ─, así que tu objetivo no es liquidarme, ¿qué es lo que quieres? 
Insistí, mi paciencia se agotaba y me preocupaba el hecho de que las personas comenzaban a llegar. 
─Deseaba conocer al famosos oponente que a “acabará conmigo” ─respondió con diversión.
Yo guardé silencio, hasta que abrí la boca finalmente.
─¿Solo eso? ─cuestioné ─Tus motivos son estúpidos, tanto como tu intelecto y tu atrevimiento al venir a mi mundo…
─Por favor ─exclamó con voz alta ─, tú ni poderes tienes.
─¿Cómo lo sabes? ─cuestioné nuevamente retando su paciencia.
“Cierra la boca Alex”.
─¡No siento la magia en ti, tú solo eres un simple mortal! 
─¿Y solo por eso crees que tienes ventaja sobre mí? ─me reí y negué con mi cabeza ─Por lo sagrado que alabes, te recuerdo que el corrompido en esta historia eres tú, yo solo soy una pieza más en este juego llamado destino y tú aun no conoces mis jugadas y estrategias; hasta luces estúpido al presentarte aquí
─¿Cómo es que te atreves a llamarme de esa manera? ─exclamó furioso.
“Deberías callarte ya, Alex”
Negué con la cabeza y me terminé por acercar sin agachar la mirada. 
─Me atrevo a hacerlo porque aquí el que sale perdiendo eres tú, escoria galáctica de Garla ─respondí furioso ─. No pretendas venir a tantear el terreno fingiendo ser valiente cuando en el fondo solo eres un inservible e inútil niño que fue débil por dejarse corromper y manejar por alguien más listo aquí. 
Tal vez yo sea un mortal, pero si algo he aprendido es que las leyendas que tu madre me ha contado tienden a volverse una realidad y tú aquí y de acuerdo con todas las palabrerías de una muy insoportable reina mística, el que termina perdiendo eres tú. 
─Basta.
─No ─dije ─, no me callaré ni permitiré que vengas a controlar mi existencia, así que me voy. 
No dije más, no tenia más que decir ni inventar, así que me alejé de él y me di la vuelta con el miedo instalado en mi garganta haciéndola nudos.
─Te arrepentirás ─escuché decirme. 
Me detuve por un segundo y girando mi cabeza un poco para mirar por el rabillo de mi ojo dije:
─Ya veremos quien se arrepentirá de retar al otro ─callé y llené mis pulmones de aire para agregar: ─, recuerda que las leyendas son ciertas y si mal no recuerdo; yo nací para matarte y acabar contigo y frenar la destrucción. 
─Cuida tu espalda, prometo que acabaré contigo.
─Tú deberías cuidar tus espaldas porque pienso matarte, Markuk.
No dijo nada y yo no agregué más, así que me marché sabiendo que las palabras que había pronunciado se habían convertido más en mi sentencia que en la de él. 




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