CAPITULO 1: MI NOMBRE ES ALICE
— ¡Alice!
Ignoró las voces y todo mi alrededor, manteniéndome debajo de mis sabanas, quiero seguir durmiendo. Un fuerte ruido del infernal despertador trata de obligarme a despertar, sacó mi brazo derecho del interior y lo rozó el áspero material del mueble, buscó desesperada el diminuto aparato, toco su cabeza del gato y sonrio para mi misma, la bulla se esfumó.
— ¡A-L-I-C-E!
— ¡A-L-I-C-E!
— ¡A-L-I-C-E!
— Déjame dormir — Ordenó de mal humor — Vete..
Espera un momento.
¡Oh no!
Doy un fuerte brinco, mi pobre trasero sale perjudica al impactarse contra el porcelanato frio del piso, ahogo mi quejido, muerdo mi labio inferior, este mal presentimiento me obliga a reaccionar y me levantó tan rápido como puedo.
¡Mierda!
¡Es mamá!
No tarda en abrir mi puerta.
Levantó los ojos encontrándome con los suyos, siento como me encojo en mi propio sitio, parezco un pequeñísimo ratón frente a un hambriento gato.
No soy una cobarde en realidad.
Solo que el sentimiento que trasmite mi madre ya llega a otro nivel de miedo, sobre todo si esta enfadada.
Su rostro de pocos amigos, a pesar de tener unos lindos ojos, avellanos y redondos, su ceño fruncido y los labios apretados, todo indica que aunque este enfurecida, no le quita lo hermosa que es, aunque espero que no me grite demasiado.
— ¿Qué hora crees que es? — Señala la alarma que he apagado hace unos momentos, solo le sonrió, rascando mi nuca — ¡Vete a bañar! ¡Ahora!
— ¡Si! ¡Si! —Contestó rápido.
Mi mano en mi frente, finjo ser un soldado y ella mi capitán, se rie a carcajadas, mientras sigo caminando a la dirección de la puerta del baño, me quitó la pijama a regañadientes y lo lanzó a la cesta.
— ¡Enseguida! — Alzó la voz para que me escuche.
El sonido de mi puerta, cerrándose, suspiró aliviada, me he salvado de un buen regaño.
Evitó mirarme al espejo y entró en la tina, enciendo el agua fría y lo dejo recorrerme toda la piel, agarró el champu y las burbujas se forman, el problema es que si me divirtiera jugando con ellas, parecían varios minutos, lo que significa, gritó eufórico.
¿Quién no?
¡Siempre son divertidas!
Me frotó todo el rastro de sudor, me encanta sentir la sensación del agua, me alertó de nuevo, chasqueo la lengua al oírla venir de nuevo, los fuertes pasos de mamá, ya debo salirme, alcanzó a enjuagar todo mi cuerpo antes de irme. Alcanzó la toalla y caminó de regresó a mi cama. Giró en mi eje, y abro el closet, saco el uniforme de mi preparatoria anterior.
— ¿Iras con eso? — No se en que momento ingresó, aunque ya da igual, su mala costumbre, evita tocar mi puerta — ¿Segura? Pequeña sabandija — Frunce el ceño, esa expresión pone cada vez que algo no le gusta, aunque, a mi tampoco me gusta en tono naranja.
— ¡No soy sabandija! — Me quejo, infló las mejillas — ¡Tampoco pequeña!
— Te esperó en la sala.
Mamá, siempre es así, cariñosa y burlona todo el tiempo, aprendí muy bien de su carácter, solo que algunas veces la he visto molesta, claro no conmigo, con otros, cambia, se vuelve mas agresiva y da muchísimo miedo. También detesta a las personas que son tardonas, es imperdonable según su política.
¿Son así todas?
Varias veces me la he jugado con el despertador.
La costumbre es costumbre... ¿No?
¡Realmente la adoro!
Me quitó la toalla, saco una lencería del cajón, solo un boxer femenino de encaje negro al igual que su corpiño, debajo de la camisa, un polo blanco de tirantes, por si acaso, me tiran algo, ya me ha sucedido antes, solo es precaución. La falda es de tablones.
Acomodó mi cabello en una cola de caballo, se esta ondulado de nuevo.
Agarró la mochila, salgo de mi habitación, oigo la voz de mamá en la cocina, bajo rápido. Siento el aroma de desayuno, mi estomago gruñe, pidiéndole comida, se siente tan hambriento como yo.
— ¡Buenos días! — Saludó a Mamá, le doy un fuerte abrazo y beso su mejilla — ¡Mamá!
— ¡Buenos días! — Me responde de igual manera — ¡Ya a desayunar! Bebiendo una taza de leche con café, arrugo las cejas, odio la leche, solo la consumo a las justas de soya y eso.
Devoró dos panes junto a mi jugo de naranja, observó su desayuno, esta
— El tiempo — Me advierte.
Me apresuró.
— ¡Gracias!
Entró al baño de visita y cepillo mis dientes, antes de salirme y ver a mi mamá en la puerta, esperándome con una dulce sonrisa, me la cuelgo y cerramos la puerta, se asegura que este con seguro, antes de caminar por la avenida, saludamos a algunos nuevos vecinos.
Me olvide decirlo.
Recientemente nos hemos mudado a esta parte de la ciudad, aunque ya nos hemos acostumbrado a vivir así, no podemos quedarnos mucho tiempo, por los cambios de trabajo y turnos de Mamá. Es la decima vez, por ello, evitó hacer amigos, solo tengo uno al cual adoro demasiado.
Llegamos a nuestro de separación, giró y se detiene.
— Me voy sola — Dije.
— ¿No quieres que valla contigo? — Tiene esa mirada preocupada en sus ojos avellana, me hubiera gustado haberlos heredado — ¿Segura? ¿Completamente segura? — Asiento, muevo mi cabeza.
— Mamá — Me mira — ¡Ya no soy una niña! ¡Quiero empezar a ir sola! ¡Lo prometiste! — Suspira, agradezco que me dé la razón — ¿Mi abrazo? — Nos abrazamos, me susurra lo de siempre "Cuídate mi niña" — Gracias mamá.
Caminó por el lado contrario, ella tomará bus, siento su mirada clavada en mi espalda.
Si supieran lo difícil que fue...
Al principio se negó completamente a la idea de que cambiará de preparatoria, siempre hemos caminando juntas o íbamos en el mismo bus, uno que otro día, lograba sacarme de su protección maternal.
Solo que ya tengo quince años y necesitó mi propio espacio personal.
¿Raro no?
Ya siento el pequeño vacio.
Pero...
Pronto se va a llenar.
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Editado: 28.03.2021