— 01 —
KAELA
Quizás era mi mente jugando conmigo, con mi corazón y con el dolor que aumentaba conforme mi mente comenzaba a estar más presente, haciendo que tuviera un sueño pesado y malo. O quizás esto era real y ya no había más por hacer para escapar de la habitación atrapante, llena de espejos y más espejos, atormentando mis ojos y alma con solo verlos.
Filosos, algunos con formas muy elaboradas, que pueden hacer que sueltes un suspiro doloroso y sientas cómo tú corazón deja de latir al pasar el rato.
Hacen que te quedes sin ver, no hay manera de reaccionar sin que alguien te quite del camino.
Son pequeños, cuando se encajan en tu piel, te paralizan como un veneno.
Un golpe, mis ojos ciegos en el momento, sin respiración, cayendo al vacío infinito. Dejando la piel aplastada, tendida en el suelo. Cruel.
Era frustrante tener y no tener los recuerdos al mismo tiempo. Sabes los elementos, sabes que están ahí, pero no puedes decirlo porque a la vez no tienes ni idea de qué es. Era como si la habitación, el lugar en donde me encontraba, no me dejara tenerlos. Solo puedo pensar en cómo, al despertar, durante unos segundos no sabía nada de mí y luego vinieron. Pude quedar sin memoria y no lo sabría. Lo blanco de toda la habitación, absolutamente todo lo era, y eso me inquietaba de alguna manera. Sentir cómo mis ojos van quedando ciegos, es una sensación real en el centro de este lugar con sensación irreal en todos los sentidos.
Los espejos en todas las paredes me hacían sentir observada por alguien.
Mis manos temblaban al igual que mi cuerpo, inquietaba mi corazón aterrorizado. Mi corazón decía que la habitación me comería viva, imaginaba que las paredes se ajustarán sin piedad y que mi cuerpo quedaría aplastado, tan similar a la sensación de mis recuerdos bloqueados que nadan en un mar de cadenas del subconsciente atrapado y privado de mi persona.
Mis pies descalzos tocaron el suelo frío y brillante. Un mal paso y caería. Era como caminar en una miel pegajosa, que cada vez se hacía más densa y atrapaba a mis pies, impidiéndome moverlos. Recuperaba mi vista con algo de calma que suavizaba mi pensar cuando sentí a alguien dentro de la habitación, me daba buena sensación…Pero nadie estaba. Solo estaba mirando a la manija que se movía de manera sutil, como si alguien quisiera entrar.
Los espejos parecían menearse como gelatina. Mi reflejo en los espejos gritaba, cada uno de mis reflejos se veía diferente, cómo en un mal sueño. Otros reflejos de reían de mí, e invadieron a mis oídos doloridos y aturdidos....
Los espejos se rompen en pequeños fragmentos, volaron por toda la habitación hasta llegar al centro, justo en dónde estaba yo. Se impregnaban en mi piel, el toque fue ardiente, cómo la de una quemadura. Y la puerta se abrió sin esperar a más...
Estaba vacío en el otro lado de la puerta, las grandes luces del pasillo parpadeaban unos segundos, luego se ponían estables. Di unos cuantos pasos y las luces se apagaron por completo, dejando que el grito de alguien comenzara a escucharse por el gran corredor blanco infinito. El grito hacía que comenzara a retorcer mi cabeza y mis manos, en gran desesperación por todo el conjunto de sentimientos y pensamientos.
Toque eléctrico de un rayo atravesó mi cuerpo, dejándome sin aliento…Todo en negro, para comenzar de nuevo.
De alguna manera esto se siente tan irreal, las luces, la sensación de estar aquí y ahora, frente a una puerta maliciosa que del otro lado hay unas luces brillantes, de auto, apuntando hacía mí, a propósito. No puedo ver nada por su potente luz que da en mis ojos, que hace que los cierre de inmediato con tanta fuerza para mi cuerpo que casi no puedo soportar estar de pie.
Irreal.
Cierro los ojos, esperando obtener un cambio en este lugar. Espero estar soñando muy profundo, en casa, si es que la tengo, donde todo es tranquilidad, donde solo hay silencio…
Como si mis deseos fueron cumplidos, todo calla al instante. Yo y mi latido acelerado, a punto de salir por mi boca, sabiendo que no he sentido algún cambio evidente en el ambiente. Solo silencio, todo se ha callado, todo parece haber sido tragado por un ajugero negro.
Mantengo los ojos cerrados. Trago saliva, mi pecho sube y baja. Todo sigue en completo silencio, uno que me comienza a aterrar. Doy un paso al frente, dejando que el miedo me consuma antes de poder abrir los ojos. He logrado ver bastantes cosas antes, cosas tan confusas. Cosas no normales, como las de cualquier enfermo mental. Me consume la idea de abrir los ojos y volver algo mucho peor.
Inesperado, doloroso y agobiante dolor en mi brazo, que me obliga a abrir de golpe los ojos en busca de lo que me lo ha causado. No hay nada en mi brazo. No hay nadie más conmigo. Estoy sola en esta horrorosa habitación blanca, con esa puerta medio cerrar, como un llamado de aquellos ruidos extraños que antes escuché, que siguen resonando entre mis pensamientos, como si de una pelota que rebota se tratase. Rebotando entre las paredes de mi mente, reproduciendo el sonido de un auto.
Otro piquete. Mismo brazo, mismo lugar, solo con un cambio. Un gran círculo rojo en mi piel por irritación inexistente. Frunzo mi entreceja cuando aparece un punto raro en medio de la rojez. Comienza arder como jamás he sentido, tan repentino que hace que grite ahogadamente. Mi corazón da un vuelco sin razón y empeora cuando veo lo que pasa.