Alma Gemela

Capítulo 4

— ¡El rímel! —grita exasperada Paola.

— ¡En el estuche que está en mi cama! —le ayudo, como siempre ella ni se acuerda donde deja las cosas.

— ¡Muchas gracias! Has salvado mi cordura y mi súper mega nota en la exposición de hoy— escucho sus pasos hasta mi habitación.

—Esa se perdió hace tiempo. Y debes de saber que no puedes dejar tirado en cualquier lugar los maquillajes, siempre pasa esto cuando tienes exposición o algo importante — la regaño. —Debes de ser más ordenada con eso.

—Hagamos un trato, tú ten los maquillajes en tu cuarto y yo cuando los necesite solo llego hasta allá. Así dejo de estar detrás de ellos. Ya he perdido miles de brochas por andar de despistada.

—Me parece una buena idea.

Tomo otra cucharada del cereal Choco Safari con leche. No es la hora del desayuno y no es la hora de la cena. Son las tres y quince minutos de la tarde, no tuve clases, es por eso que llegué tan temprano a la casa y, como normalmente me sucede, me dio hambre. No quise preparar nada así que esto fue la mejor opción.

Mi cabello está en un moño desarreglado, llevo puesto un pantalón holgado, una blusa de tirantes azules y unas lindas medias de color rosado adornan mis pies.  No pienso volver a salir y mucho menos en tener visitas. Si hipotéticamente alguien viniera tampoco es que me iría a cambiar. Estoy muy cómoda de esta manera.

Y si viniera Gabriel...Él es otra historia. A él ni le abro la puerta, prefiero dejarla cerrada y con llave. Y hablando del Rey de Roma; me crucé con él en la universidad, yo sé que él me vio, lo noté, lo sabía. Sé que también quiso acercarse, pero me di la vuelta y me escondí en el baño de mujeres hasta que se cansó y se terminó yendo a clases.

Un tanto cobarde mi reacción, pero aún siento unas ganas de ahorcarlo y asfixiarlo tanto que prefiero alejarme de él. Quiero que aclare lo sucedido, no lo niego, pero que lo haga cuando yo esté tranquila y quiera escucharlo. Con estas emociones a flor de piel no puedo ser una persona sensata.

Cabe mencionar que no le he contestado ni sus llamadas ni sus mensajes, de los cuales han sido bastantes.

Mi único consuelo es que dentro de dos días es el concierto que me invitó Diego,  allí podré olvidar por unas horas toda esta locura. Aunque sea por unos momentos. Antes quería ir sólo para relajarme, pero desde ayer... Quiero irme de la realidad un tiempo.

— ¿En qué piensas? —cuestiona Paola, llegando al mesón de la cocina,  justo dónde estoy sentada, mientras ella acomoda unas cosas de su cartera.

—Que tú si estas sexy, vale—bromeo.

Ella se ríe y da una vuelta entera. Yo, para alegrar la situación, empiezo a silbar en modo de imitar a los hombres que siempre están presentes cuando nosotras vamos caminando por las calles.

— ¿El bombón sexy te trajo las entradas? —pregunta

—Sí. Ya hasta elegí un vestido para usar... Espera, ¿le llamaste Bombón sexy? ¿Es en serio?

— ¡Mi pecado! Pero él es un colirio para mis ojos. Bueno, te dejo. No hagas nada de lo que te arrepientas.—La veo acomodarse el bolso en sus brazos y tomar las llaves de su carro. 

Se despide con un beso al aire y la veo partir, cuando cierra con un portazo puedo pensar con más calma.Siempre que Paola está presente en tu vida vivirás en un constante huracán. Termino de comer, llevo el plato que utilicé al fregadero, lo deposito allí y me dispongo a lavarlo.

Tras dejar de hacer eso, me acuerdo de una cosa. ¡El regalo de cumpleaños de mi madre!

Es la semana que viene, el jueves para ser más específicos. Debo de salir hoy, porque mañana es viernes, mi único día libre en la universidad y me pondré a completar los deberes que tengo pendientes,  como el sábado es el día del concierto, no podré tener mente para su regalo perfecto. Sí, es mejor salir hoy. Así la semana que viene no me preocuparé de su presente.

Con pesar me regreso a mi habitación, me cambio de ropa poniéndome otra vez el mismo conjunto de la mañana que consiste en una blusa blanca con un abrigo abierto negro, unas leggies negras y unas zapatillas rosadas. Me suelto el cabello y me hago, con dos mechones, dos pequeñas trenzas, éstas las acomodo para que queden por detrás de mi cabeza formando un pequeño moño.

Tomo el estuche de mi maquillaje y me acerco al gran espejo que tengo en la habitación. Busco una silla y me siento. Al verme reflejada empiezo a notar todos los rasgos de mi cara. Saco el corrector, me unto un poco debajo de los párpados, lo esparzo y continúo. Me aplico una leve capa de polvo con una brocha. Me pinto los labios de color rosado claro y para completar, me hecho un poco de rubor en las mejillas.

Me levanto viendo el reflejo en el espejo, apruebo la vista.

Sonrío.

Busco mi cartera, reviso que todos mis documentos y tarjetas estén allí. Agarro unos cuantos billetes que tengo escondidos en una caja en mi armario y salgo de mi habitación. En la sala, tomo mis llaves del apartamento antes de salir. Cierro con llave la puerta, existen muchos locos hoy en día. Me voy al ascensor. 

Al salir y oler el aire libre de inmediato escucho las bocinas, el ruido que hacen las personas al caminar. Los murmullos, las risas. Dispongo mi marcha. Como no vivimos tan lejos del centro puedo irme caminando. Mientras veo pasar las casas, edificios y tiendas que hay por esta zona.

Ya en el centro reviso tienda por tienda, hasta conseguir el regalo perfecto; un perfume Ciani, a pesar de que me quejé de su precio altísimo y que de paso venga en un frasco muy pequeño; el olor de este perfume vale la pena. Tengo que confesar que también influye que es la marca preferida de mi madre y sé que tiene tiempo sin poder comprárselo.

Lo que puedo contarles que mi día iba muy normal, muy pero muy normal. Puedo decir que aburrida. Hasta que se me ocurrió ir a la Plaza Central.

Cuando llegué, el día estaba tranquilo, las personas estaban tranquilas, y el ambiente era de tranquilidad. Fue por eso que decidí sentarme en el banco qué, sorpresivamente, se ubica frente a un majestuoso hotel. El Hotel Soulmate.



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En el texto hay: amor, espiritual, sucesos misteriosos

Editado: 11.06.2021

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