Alma Gemela

Capítulo 17

Christian

—Lo que usted está planteando, para ver si lo entiendo, ¿es que dejemos la empresa? — cuestiona Jacobo, el abogado de la empresa Queris, unas de las razones que tuvimos para venir.

—No, unirnos para ayudarlos, es mi deber aclarar que la palabra más acertada es comprar. Queremos comprarla para poder intervenir en los asuntos de la empresa sin que seamos totalmente sus dueños —intervengo, en cambio Thomas, mi abogado, abre su maletín y extrae unos papeles.

—Vamos a ser lógicos, señores, tanto ustedes como nosotros sabemos las problemáticas que presentan en lo económico. Les estamos dando una salida sin fallos. Aquí está un borrador de contrato, con todas las estipulaciones y clausuras que les hemos planteado en las anteriores reuniones, igual hay unas hojas sueltas que se especifican nuestro plan de trabajo — Thomas les extiende las hojas del contrato y cuando uno de ellos las toma, él prosigue—. La próxima sesión está estipulada para dentro de dos semanas, revisen con mucha atención y nos avisan.

—Es nuestra última oferta—anuncio.

—Es que...—dice Rafael, el presidente de la empresa, mientras se talla la cara con las manos—. Hemos tenido muchas veces esta conversación. Claro, con diferentes ofertas.

—Por vía telefónica y electrónica—comento—. Por eso mismo decidí venir hacia acá, no es igual hablar por esas vías a hacerlo en persona, y esta es una discusión que merecía tenerlas presentes.

—Ustedes son muy... Insistentes. —murmura.

—Me gusta pensar que somos futuristas, vemos al futuro. Siempre hacia adelante.

—Ésta bien, leeremos esto con tranquilidad y analizaremos sus opciones— cede Rafael.

—Pero, señor, eso sería... —Jacobo se calla al ver el gesto con la mano que le hace Rafael.

—Estamos en quiebra, Jacobo, no quisiera despedir a nadie de los que trabajan aquí. Con esfuerzo logramos levantar esta compañía, pero ahora necesitamos ayuda. Lo sé —. Me mira y asiente —. Son muy jóvenes para estar de lleno en esta industria...

—Thomas es abogado desde hace unos años, y está finalizando su primera especialización— halago a mi amigo—. Y yo estoy culminando mi doctorado, así que no creo estar en desventaja.

—No, chico, pero como dicen las malas lenguas: mejor un viejo con experiencia que un niñato en su primera vez.

Me río.

—Está bien, ¿esperamos a tener noticias de ustedes? —pregunto.

—Podemos negociar ya. No quiero perder mi empresa, ni cederla por completo. ¿Podemos tener un 50/50?

— ¿Cómo sería eso? —pregunto.

—Pueden ayudarnos a mejorar, a levantarnos de esta crisis, pero cuando llegue el momento en que nosotros estemos estables, nos dejaran el total completo de la compañía, en el camino aceptaremos que sean parte de la toma de decisiones y cambios, hasta que logremos volver a ser autosustentables.

— ¿Lo que usted plantea es tipo una empresa consultora? —interviene Thomas.

—Sí, algo así. —confirma Rafael.

— ¿Qué piensas tú? — murmura Thomas, acercándose a mi oído para que nadie escuche —. Seríamos como unos inversionistas. Una empresa salvavidas, para entenderlo mejor. A tu padre no le molesta, él no quiere ser parte completo de esta empresa, pero quiere poder tener inversiones en el país, cuando revisamos las opciones está fue la más viable para empezar.

Mi padre confía en mí, mi madre también... No es una mala opción, es muy buena, pero debo de ser muy cuidadoso. —murmuro en respuesta. —. Sabes que lo que se quiere lograr es empezar a exportarnos para acá. —tomo un respiro.

Mi instinto me dice que sí, que acepte, pero mi parte amoldada para esto me dice que lo piense. ¿Cuál es el ángel malo y cuál es el bueno?

Lo pienso durante unos minutos más, y hablo:

—Podemos hacerlo—acepto—. Sería ganancia para ustedes y para nosotros, habría que negociar lo de las acciones, entiendo que me estás dejando el 50% de las acciones, lo que quiere decir que tengo voz y voto en las tomas de decisiones, ¿correcto?

—Correcto.

—Al finalizar nuestro trabajo de mejora, me gustaría que mi empresa quede con el 25% de las acciones, entrando a la junta directiva. —negocio.

—El 20%— rebate el presidente.

—El 22%.

—Trato—acepta—podemos coordinar su primera entrada por el 50% y debemos dejar en escrito que el 22% será aceptado desde día siguiente al término del trabajo. ¿Trabajaremos en un plazo estipulado?

—Sí se hace un buen trabajo, yo creo que en un año y medio estará muy estable, pero dejaremos ese punto algo abierto, estipularemos un lapso de trabajo de tres años—interviene Thomas.

Los respectivos abogados terminan de finiquitar los detalles y a la media hora estamos saliendo del edificio. Mi teléfono suena por un mensaje justo cuando estamos acercándonos al auto.

—Conduce tú —le digo a Thomas tras pasarles las llaves—. No quiero hacerlo yo, debo de escribirle a mi padre para comunicar los acontecimientos— expreso sacando de mi bolsillo el celular.

Thomas no arranca de una vez, no le presto nada de atención porque estoy pendiente de responder el mensaje de Rubén, el asistente de mi padre, antes de escribirle a él, pero me interrumpe cuando escucho que mi amigo jadea y exclama una gran grosería. Su semblante se endurece, sus puños se marcan; está enfurecido.

—¿Qué te pasa? —inquiero.

— ¡Paola me ha escrito un escueto mensaje! —Me dice enfocándome con sus ojos. ¿Todo eso por un corto mensaje? — ¡Está en el hospital! ¡En un jodido hospital! —me aclara.

— ¿Paola? —pregunto con cautela.

— ¡Quién más, Christian! —grita—¡Sígueme en lo que te digo!

—Ok, vamos a respirar—trato de calmarlo—. Así no puedes manejar, deja que lo haga yo. Pregunta dónde está para buscarlo por el GPS.

—Esperemos que pueda responder. —replica mi amigo.



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En el texto hay: amor, espiritual, sucesos misteriosos

Editado: 11.06.2021

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