Federico esperaba en un cuarto vacío, donde el eco de su respiración era el único sonido que rompía el silencio. El aire, espeso y opresivo, parecía imitar el peso de sus pensamientos.
Había sido enviado con una misión sencilla: reunirse con dos personas. Sin embargo, las horas se escurrían sin que nadie apareciera.
Danny le había dado la excusa perfecta al pedirle suministros; una coartada que le permitió alejarse del grupo sin levantar sospechas. Pero ahora el sol descendía, tiñendo las paredes de un rojo inquietante.
¿Esperar o volver?
Si no volvía pronto, podrían empezar a sospechar. Pero si se marchaba y esas personas llegaban después, todo el riesgo habría sido inútil.
“¡Esto es absurdo! Todo por culpa de ese maldito Héctor”, escupió entre dientes.
Por un simple capricho, ese imbécil había enviado una solicitud al gremio de asesinos… y, para sorpresa de todos, había sido aceptada.
¡En menos de una hora!
Parecía que quien aceptó la misión temía que alguien más lo hiciera antes.
“Podrían ser simples asesinos sin nombre, usando el apodo del dúo fantasma para molestar”, pensó Federico, convencido de ello.
Un par de asesinos de ese calibre no aceptarían una misión así: la paga era miserable, y menos aún saldrían de las sombras donde permanecieron tantos años solo para secuestrar a una niña.
Eso podría dañar su imagen de profesionales.
Federico negó con la cabeza, era una situación poco común. Su única misión era trabajar con quien fuera que venga para secuestrar a la hija del alcalde de Ciudad Violeta para entregarla a Hector Velon.
Había trabajado arduamente para construir su fachada de lealtad. Usaba su posición para enviar información de la ciudad a Hanz Velon, quien le había prometido jugosas recompensas por su trabajo. Sin embargo, ahora se encontraba al borde del abismo.
'¿Hacerme enemigo del capitán? ¿Un nivel nueve? ¿Por un farsante?, es un suicidio', pensó frustrado, pero a estas alturas, desobedecer una orden era peligroso.
Aún así....
"Ya me cansé, fue una pérdida de tiempo", se levantó lentamente, preparándose para marcharse.
*Toc*
Federico se tensó.
*Toc toc*
Tragó saliva; su corazón comenzó a golpearle el pecho.
*Toc toc toc*
No había duda: era el patrón acordado. Caminó con cautela hacia la puerta, la mano temblorosa aferrada a la empuñadura de su espada.
Empezó a girar lentamente la manija de la puerta.
'¿De verdad son ellos....o solo es un fraude?', pensó Federico. A esas alturas, ya no había vuelta atrás.
La puerta se abrió...
"¿Podrias apurarte?", una voz femenina resonó al otro lado, cargada de impaciencia.
"¿Eh? Ah....¡claro!", Federico se sobresaltó y abrió la puerta de inmediato.
Frente a él se alzaba una figura encapuchada. El negro de su atuendo devoraba la luz del atardecer, y una máscara de plata ocultaba cualquier rastro de humanidad.
'¡De verdad son ellos!....o al menos uno de ellos', pensó, incapaz de apartar la mirada de la mujer. Su atuendo coincidía con las descripciones del temido dúo.
"¿Terminaste de mirarme?", preguntó ella. En un instante, una presión invisible lo envolvió. El aire se volvió denso y un sudor helado le recorrió la espalda.
Solo con ese hecho, Federico comprendió que estaba tratando con alguien peligroso, por lo que se apresuró a disculparse.
"¡D-disculpe por faltarle el respeto, señorita! No era mi intención ofenderla", Federico balbuceó, claramente nervioso.
"Señora"
"¿Disculpe...?"
"Estoy casada, así que está bien si me llamas simplemente señora"
"¿Eh? Claro, disculpe si la he ofendido, señora"
"Está bien, te perdono", dijo la mujer mientras avanzaba hacia la habitación y se sentaba en una silla cualquiera.
Federico permaneció de pie.
"¿No vas a sentarte?", preguntó la mujer, inclinando ligeramente la cabeza.
"¿P-puedo?", Federico evitó mirarla a los ojos.
"Claro que sí. No te pongas nervioso, no muerdo", dijo antes de levantarse y colocar una silla frente a la suya.
"Así estaremos más cómodos. Y disculpa si te asusté antes; que me miren tan fijamente es incómodo", añadió al volver a sentarse.
'¡No me atrevería a mirarla de nuevo ni loco!', pensó Federico. No sabía qué hacer; una mujer tan peligrosa se comportaba de repente con una amabilidad que lo inquietaba más que la simple arrogancia.
Al final, se sentó frente a ella, evitando cruzar la mirada.
"Antes que nada, quería disculparme por llegar tarde; tuve unos asuntos que atender", dijo la mujer, siendo la primera en romper el silencio. Sorprendentemente, comenzó con una disculpa
"N-no hay problema, esas cosas pasan", respondió Federico, sin atreverse a quejarse.
La mujer asintió felizmente.
"Gracias por entender"
Federico forzó una sonrisa; la amabilidad de aquella mujer lo incomodaba demasiado. Antes de que ella pudiera continuar, se apresuró a hablar.
"Solo para confirmar, ¿es usted parte del dúo fantasma?", preguntó. La imagen que tenía de ellos era mucho más siniestra y cruel.
"Así es, aunque hace tiempo que no vuelvo a usar ese apodo. ¿Acaso no me crees?", —preguntó ella con suavidad.
"¡No, no, no! Le creo. Es solo que….si me permite preguntar, ¿y su compañero?
"Esposo"
"¿Eh?"
"Él es mi esposo, así que dirígete a él de esa manera"
"Por supuesto, señora....¿podría decirme dónde está su esposo? Se esperaba que ambos vinieran, pero solo usted ha aparecido," dijo Federico, esforzándose por mantener la compostura.
"Él está ocupado, así que vine sola. ¿Estás insatisfecho?", preguntó la mujer, inclinando la cabeza.
"¡Por supuesto que no! No me atrevería a pensar eso, solo era curiosidad ", se apresuró a decir Federico. Estar con ella resultaba agotador en muchos sentidos.
"De todos modos, no tienes por qué preocuparte. El mayor obstáculo es el sujeto de negro que acompaña a la chica, ¿verdad?"
Editado: 03.11.2025