Una vasta pradera se extendía hacia el horizonte, cubierta de hierba verde que brillaba bajo el sol. Árboles dispersos rompían la monotonía del paisaje, mientras las colinas ondulantes, bañadas en tonos vibrantes de verde, daban un aire sereno al entorno. El cielo se adornaba con nubes esponjosas, creando una atmósfera de calma y libertad.
En medio de aquella escena idílica, una joven con un vestido verde corría tras un ágil conejo, incapaz de atraparlo. A cierta distancia, otra chica, vestida de violeta, observaba la escena con una expresión indescifrable.
"¡Jajajajaj!, será mejor que no te dejes atrapar", rió Mía, su voz resonando alegremente por los alrededores.
Wendy, que la observaba detenidamente, reflexionando con una mezcla de curiosidad e incertidumbre. Apenas la conocía, y apenas intercambiaron algunas palabras, pero aquí estaba ella, teniendo una "cita" con una persona que conoció ayer.
No pudo evitar pensar que la situación era demasiado extraña para ella.
Mientras veía aquella chica corretear a un conejo, no pudo evitar sonreír.
Había algo en Mía que le hacía difícil ignorar. Wendy no sabía qué era, pero solo estar con ella la hacía sentir extrañamente feliz.
"¿Algo está mal conmigo?", Wendy susurró suavemente, preguntándose a si misma.
"¡Te tengo!", exclamó Mía, lanzándose hacia el conejo y atrapándolo con éxito, parece que no le importaba ensuciarse.
"¡Felicidades!.... creo", respondió Wendy, aplaudiendo sin mucho convencimiento.
"Si no lo atrapaba, me enojaría conmigo misma", replicó Mía con una sonrisa encantadora. Luego señaló a Wendy con entusiasmo.
"Ahora es tu turno"
"¿Yo también?", Wendy se señaló a si misma.
"Claro que sí, ¿Qué es más divertido que atrapar tu propia comida?", dijo Mía, agitando al conejo entre sus manos.
"¿Vamos a comerlos?", Wendy abrió los ojos sorprendida. Había asumido que los soltarían después de atraparlos. La idea de comer algo que ella misma atrapara le resultaba inquietante. En ciudad violeta, nunca tuvo que ver al animal antes de que llegara preparado a su plato.
"¡Por supuesto, el esfuerzo que pones al atrapar al conejo y luego comerlo mientras charlas con la persona a tu lado es lo que lo hace una cita maravillosa!", proclamó Mía, completamente entusiasmada.
"...... ¿Es así?", Wendy forzó una sonrisa, cada vez más convencida de que Mía era, cuanto menos, peculiar.
"¡Así es! ", Mía asintió con firmeza.
Suspirando, Wendy desvió la mirada y vio un conejo negro comiendo hojas a lo lejos. Se veía tan adorable que le recordó a Momo. Y con ese pensamiento, también recordó a su pollito, Lulu, que no pudo traerlo. Seguramente su padre tendría problemas con ella. Y al final, recordó al chico postrado en una cama, durmiendo.
'¿Ya habrá despertado?', la culpa volvió a invadirla.
"¿Wendy?", la voz de Mía sonó, despertandola de sus pensamientos.
"Estoy bien", Wendy negó con la cabeza, solo debía pensar que todos estaban bien. Entonces, para distraerse, se centró en el conejo, y corrió en su dirección. El conejo solo pudo saltar una vez antes de ser agarrado por Wendy inmediatamente.
Ella ahora era un novel tres, a un paso del cuatro, atrapar conejos no era nada. Después de ver un momento el conejo, volvió con Mía y esperó su cara de sorpresa después de verla moverse tan rápido. Pero fue ella quién se sorprendió cuando miró que Mia no se veía impresionada, más bien, aburrida.
'¿Se lo dije en algún momento?.... no me acuerdo', Wendy pensó que era raro, era poco probable que Danny o los demás le dijeran eso.
Mía puso las manos en sus caderas, "Al menos finge que te esfuerzas, me haces parecer una idiota", después de decir eso, suspiró con tristeza.
"Lo siento.....pero Mía, ¿No te sorprende que me mueva tan rápido?", preguntó Wendy, confundida.
La expresión de Mía se tensó por un breve instante antes de responder con naturalidad.
"Solo era una sospecha. No eres del pueblo, y parece que ese tipo con el que estabas era tu guardian o algo así, solo me lo confirmaste al moverte con esa velocidad", Mía argumentó con calma.
"¿Solo eso fue suficiente para pensar que era un cultivador?", Wendy movió ligeramente la cabeza.
"Estaba un 60% segura.....", Mía asintió con tranquilidad.
"Ohh.. entonces le atinaste, no pensé que fueras tan inteligente.......¡No digo que pensara que fueras idiota o algo parecido!", Wendy agitó sus manos, intentando corregirse rápidamente.
Mía se río entre dientes, "No pasa nada, no es la primera vez que alguien me dice idiota, así que no te preocupes ", luego alzó su conejo frente a ella.
"Ahora hay que preparar la comida"
*****
Desde la cima de un árbol, Danny observaba la escena, acompañado por Yia, quien movía las piernas mientras estaba sentada junto a él.
"Qué chica tan extraña, ¿Esto cuenta como una cita?", murmuró Danny, sacudiendo la cabeza mientras Mía sacaba de la bolsa qué había traído unos utensilios para cocinar, así que como tambien un cristal mágico de fuego del tamaño de un puño de bebé, sorprendiendo a Wendy, al parecer no se esperó que trajera tales cosas a una cita.
"Pero se ve que se están divirtiendo", habló Yia detrás de su máscara.
Danny miró a la niña, los otros tres también estaban igualmente escondidos en los alrededores, vigilando si hay algún peligro.
"Al final, tu madre nunca apareció", él estuvo esperando toda la noche por la misteriosa mujer, pero nunca se mostró.
"Mi mami estaba ocupada, por lo que no pudo hablarte", Yia movía su cabeza de un lado a otro.
"¿Ocupada con qué.... ?", Danny entrecerró sus ojos.
"Estaba eligiendo que ro..... roar", dijo la pequeña, balbuceando.
"¿Roar?", Danny levantó una ceja.
"Si, roar", Yia insistió.
"......"
"......"
******
Mía tomó un cuchillo y, con precisión, cortó el cuello del conejo. El cuerpo, aún sin cabeza, se retorció violentamente antes de quedarse inmóvil. Con una sonrisa dulce, comenzó a desollarlo con habilidad.
Editado: 27.03.2025